sábado, 13 de noviembre de 2021

Cristo Luz verdadera

                   Himno de Laudes

Dador de luz espléndido, a cuya luz serena,
Pasada ya la noche, el día se despliega.
Mensajero de luz que de luz centellea,
no es del alba el lucero: eres tú, Luz de veras,
más brillante que el sol, todo luz y pureza;
enciende nuestro pecho, alumbra el alma nuestra.
Ven, Autor de la vida, prez de la luz paterna,
sin cuya gracia el cuerpo se sobresalta y tiembla.
A Cristo, rey piadoso, y al Padre gloria eterna,
y por todos los siglos al Espíritu sea. Amén

El fósforo y la vela

Cierto día, el fósforo le dijo a la vela:
- Hoy te encenderé.
- ¡Oh no!, dijo la vela, tú no te das cuenta que si me enciendes, mis días estarán contados; no me hagas una maldad de esas.
- ¿Entonces tú quieres permanecer así toda tu vida?, ¿dura, fría y sin haber brillado nunca?, preguntó el fósforo.
- ¿Pero tienes que quemarme?, eso duele y además consume todas mis fuerzas, murmuró la vela.
- ¡Tienes toda la razón!, respondió el fósforo. Pero esa es nuestra misión, tú y yo fuimos hechos para ser luz y lo que yo como fósforo puedo hacer es muy poco, mi llama es pequeña y mi tiempo es corto. Pero si te paso mi llama, habré cumplido con el propósito de mi vida, yo fui hecho justamente para eso, para comenzar el fuego. Ahora tú eres una vela y tu misión es brillar, todo tu dolor y energía se transformará en luz y calor por un buen tiempo.
Oyendo eso, la vela miró al fósforo que ya estaba en el final de su llama y le dijo:
- ¡Por favor, enciéndeme!
Y así produjo una linda y brillante llama.

Así como la vela, a veces, es necesario pasar por experiencias duras, experimentar el dolor y sufrimiento para que lo mejor que tenemos surja, sea compartido y podamos ser LUZ. Si tuvieras que pasar por la experiencia de la vela, recuerda que servir y compartir el amor es el combustible que nos mantiene vivos. ¡Eres la luz del mundo y tu misión es irradiar esa luz! Nunca olvides que siempre debemos ser luz, una luz que guíe, no que opaque o ciegue. Brilla, para dar mucha luz a donde vayas y a quien le moleste, que se tape los ojos.

viernes, 12 de noviembre de 2021

¡Nacidos de la luz!

        Himno Liturgia de las horas

¡Nacidos de la luz!, ¡Hijos del día!
Vamos hacia el Señor de la mañana;
su claridad disipa nuestras sombras
y llena el corazón de regocijo.
Que nuestro Dios, el Padre de la gloria,
limpie la oscuridad de nuestros ojos
y nos revele, al fin, cuál es la herencia
que nos legó en el Hijo Primogénito.
¡Honor y gloria a Dios, Padre celeste,
por medio de su Hijo Jesucristo
y el don de toda luz, el Santo Espíritu,
que vive por los siglos de los siglos! Amén.

Dios y el diablo

Una mujer muy pobre llamó a una emisora de radio para pedir la ayuda de Dios. Un no creyente que también escuchaba este programa de radio decidió burlarse de la mujer. Consiguió la dirección de la mujer de la emisora de radio y le dijo a su secretaria que llevara una gran cantidad de comida a la mujer. Pero le dio la siguiente instrucción:
- Cuando la mujer pregunte quién envió la comida, dígale que es del diablo.
Cuando la secretaria llegó a la casa de la mujer, ésta estaba feliz y agradecida por la ayuda recibida. Ella comenzó a poner los paquetes de comida en su casa. La secretaria le preguntó:
- ¿No quieres saber quién envió la comida?
La mujer respondió:
- No, no me importa porque cuando Dios manda, ¡hasta el Diablo obedece!

miércoles, 10 de noviembre de 2021

La buena gente

                José Mª R. Olaizola sj

No te sonríen con blancura dentífrica,
desde las páginas de una revista.
No acaparan flashes en los eventos de moda.
No reciben premios en las galas con más glamour
ni las multitudes corean sus nombres
en el concierto de los poderosos.
Pero no lo necesitan, para brillar con luz propia
en el baile de la historia.
Son el hombre justo, y la viuda pobre,
el profeta valiente y la mujer perdonada.
Son el peregrino que comparte su mesa y su palabra,
y el caminante que, en su fatiga, bromea y canta.
Son el carpintero y la muchacha, el alfarero y la criada,
el emigrante que no pierde la esperanza.
Son la buena gente, que en lo discreto,
transforma el duelo en danza.

Árboles de raíces profundas

Durante un tiempo fui vecino de un médico cuyo pasatiempo era plantar árboles en el enorme patio de su casa.
Desde mi ventana veía cómo día a día los plantaba. Lo que más me llamaba la atención era que no regaba los arbolitos. Tanta era mi curiosidad que un día me fui a preguntarle.
- Estimado vecino, me dijo, si riego los arbolitos, las raíces se acomodarían en la superficie y quedarían siempre esperando el agua que diariamente tendría que echarles. Al no regarlos, tardarán más en crecer, pero sus raíces se verán obligadas a profundizar en la tierra en busca del agua y de los nutrientes que se encuentran en las capas más profundas del suelo. Así, los árboles tendrán raíces profundas y serán más resistentes.
Por los avatares de la vida me fui a vivir a otro país. Cuando después de varios años volví a mi antigua casa, vi que mi vecino había cumplido su sueño, tenía un hermoso bosque.
Pronto llegó el rigor del invierno y en un día muy ventoso, cuando todos los árboles de la calle estaban arqueados por el viento, pude notar la solidez de los árboles de mi vecino, que casi ni se movían.
Las adversidades por las cuales aquellos árboles habían pasado, al ser privados de agua, les había beneficiado mucho más, que el confort o un trato mucho más delicado.

“Siempre pedimos que las cosas sean fáciles, pero lo que necesitamos es pedir que en nuestro interior se formen raíces fuertes y profundas; para que cuando las tempestades lleguen sin previo aviso y los vientos helados soplen, seamos capaces de resistir, en vez de ser derrotados y destruidos como lo son los árboles sin raíces profundas”.

domingo, 7 de noviembre de 2021

Alegrías

            B. González-Buelta

Hay muchas alegrías:
Una la de cargar con muchos beneficios
y otra la de danzar una existencia libre.
Una la de vivir rodeado de prestigio
y otra la de admirar todos los milagros.
Una la de empuñar el poder respetado
y otra la de estrechar la mano del pobre.
Una la de hincharse repleto de fortaleza
y otra la de irse disolviendo en el amor.
Una la de acumular los regalos de la suerte
y otra la de ser una dicha para los demás.
Una la de ser llevado al sillón de los primeros
y otra la de escabullirse hasta el banco de los últimos.
Una la de construir el propio yo
y otra la de regalarlo sin balanzas ni contratos.
Una es la alegría codiciada, pasajera que llevamos,
y otra es la alegría regalada, eterna que nos lleva.

Los dos mares de Palestina

Un mar es fresco, cargado de vida, con árboles en las orillas y peces nadando por sus aguas. El otro mar es triste, sin ningún signo de vida en sus aguas ni en sus alrededores.
Ambos mares son abastecidos con agua del mismo río, el río Jordán. La única diferencia es que en el primero, el agua que entra, la deja salir. Es el mar de Galilea.
El segundo, en cambio, por cada gota de agua que entra, no hay ninguna que sale. Es el Mar Muerto.
Existen dos tipos de mares en Palestina. También existen dos tipos de personas en el mundo. Aquellas que dan a otros, que al hacer felices a otros encuentran su propia felicidad. Y aquellas que son egoístas y que (por ello) se sienten muertas por dentro.
El mar Muerto es símbolo de los fariseos, de los que nos habla Jesús. Son y somos los que cuidan sólo las apariencias, lo externo, los que sólo piensan en sí mismos. Es el mar Muerto porque Dios cuenta poco.
El mar de Galilea es símbolo de vida, de lo nuevo, de la nueva Alianza, de la donación. Es el mar de Jesús donde predica, llama a sus discípulos, camina sobre las aguas, es el mar de la pesca milagrosa. El mar de Jesús es el mar del amor.