viernes, 19 de enero de 2018

El faro

Arturo Quirós Lépiz

Esta noche estoy en mi cuarto, sintiéndome solo y triste.
Me parece que tanto se ha alejado mi barco de la orilla
que ya no podré volver al faro, que ahora se ve lejano e inalcanzable.
Siento como los vientos soplan fuerte, y me tratan de alejar de mi refugio.
Las penas, el trabajo y la soledad me alejan de mi Señor.
Pero hoy quiero pelear, y ya no me quiero ocultar,
lucharé y remaré, y mi meta prometida alcanzaré
pues no estoy solo ahora en este mar, me acompaña el Capitán.
Aquel que dio vista al ciego, voz al callado, alegría al triste.
El mismo que ordena a la tormenta "¡SILENCIO!" y ésta le obedece.
Esta noche levanto mi voz a ti Señor,
y para hacer valer tu sacrificio te entrego hoy todo este suplicio.
Sopla en mi Señor tu espíritu, y llévame hacia ti,
pues ya no quiero naufragar en este mar,
y quiero por siempre contigo estar.
De esta forma hoy, gracias a tu misericordia puedo ver tu luz
y emprender mi camino hacia el faro que eres tú.

Sé humilde y goza


Lao Tsé iba viajando con sus discípulos y llegaron a un bosque donde cientos de leñadores estaban talando árboles. El bosque entero había sido talado excepto un enorme árbol con cientos de ramas. Era tan grande que mil personas se podían sentar bajo su sombra.
Lao Tsé les pidió a sus discípulos que fueran a preguntar porque ese árbol no había sido talado. Fueron y preguntaron a los leñadores, quienes respondieron:
- Este árbol es completamente inútil. No se puede hacer nada con él porque cada rama tiene muchos nudos, ninguna es recta. No se le puede usar como combustible porque el humo que produce es dañino para los ojos. Es un árbol completamente inútil, por eso no lo hemos cortado."
Los discípulos volvieron y se lo contaron al maestro. El se rió y les dijo:
- "Sed como este árbol, si sois útiles os cortarán y os convertirán en muebles de alguna casa. Si sois hermosos seréis vendidos en el mercado, os convertirán en objetos. Sed como este árbol, humildes y entonces creceréis grandes y vastos y miles de personas encontrarán sombra bajo vosotros.
Lao Tsé tenía una lógica especial. El dice: Sé el último. Muévete en el mundo como si no estuvieras. No compitas, no trates de probar que eres digno, no es necesario. Sé humilde y goza.

jueves, 18 de enero de 2018

Quédate conmigo, Señor

Señor, quédate conmigo durante este día.
y guía mis pensamientos y deseos mis acciones y mis proyectos.
Guía mis pasos, para que caminen ligeros
al encuentro de los cansados y desanimados.
Guía mis manos, para que acompañen a aquellos
que se perdieron en el camino.
Abre mis brazos, para que pueda abrazar
a los que se sienten solos y sin esperanza.
Ilumina mis ojos, y vuelve atentos mis oídos
al clamor de mis hermanos.
Dame un corazón tierno, capaz de amar sin distinción.
Padre nuestro, pongo bajo tu protección mi descanso
y el de todos mis amigos y seres queridos.
Coloco en tus manos nuestra tierra,
nuestro mundo tan azotado por la violencia,
por las catástrofes, por las guerras y por las injusticias.
Ilumina, Señor, la mente y el corazón
de los poderosos de la tierra.
Que siempre pueda, por tu gracia, abrir las manos
para compartir lo que soy y lo que tengo
y, con tu ayuda, pueda ver aparecer
la aurora de un mundo nuevo.
¡Gracias, Señor! Amén.

La piedra preciosa

Un monje andariego se encontró, en uno de sus viajes, una piedra preciosa, y la guardó en su bolsa.
Un día se encontró con un viajero y, al abrir su bolso para compartir con él su comida, el viajero vio la joya y se la pidió. El monje se la dio sin más.
El viajero le dio las gracias y marchó lleno de gozo con aquel regalo inesperado de la piedra preciosa que bastaría para darle riqueza y seguridad todo el resto de sus días.
Sin embargo, pocos días después volvió en busca del monje mendicante, lo encontró, le devolvió la joya y le suplicó:
- Ahora te ruego que me des algo de mucho más valor que esta joya. Dame, por favor, esa sabiduría que te permitió desprenderte de la piedra preciosa y dármela a mí.

martes, 16 de enero de 2018

Si me llamas

   Florentino Ulibarri

Si me llamas, te seguiré sin dudar
aunque el camino sea desconocido y duro.
Si me hablas, callaré y creeré en Ti
aunque tu voz destroce mis planes y sueños.
Si quieres podarme, me dejaré podar
aunque mi savia se desparrame en tierra sin nombre.
Si me acrisolas al fuego, me dejaré purificar
aunque pulverices mis deseos y posesiones.
Si me invitas, entraré en tu casa y en tu corazón
aunque sea pobre y mendigo.
Si me quieres contigo, iré a donde quieras,
aunque no me gusten leyes y obediencias.
Y si me miras con amor, intentaré acoger tus anhelos
aunque los mimbres de mi ser no sirvan para ello.

Lo fundamental y lo accesorio

Un hombre se perdió en el desierto. Al cabo de unos días y a punto de morir de sed, vio que una caravana se acercaba. Como pudo, llamó la atención de los viajeros, que presurosos se dirigieron hacia el necesitado. Éste, con un hilillo de voz apenas pudo decir:
- Aaaguaa.
- Pobre hombre, parece que quiere agua, rápido, traigan un pellejo -reclamó uno que parecía el jefe.
- Un pellejo no, por Dios -interpeló otro-, no tiene fuerzas para beber en un pellejo, ¿no se dan cuenta? Traigamos una botella y un vaso para que pueda hacerlo cómodamente.
- ¿Un vaso de cristal? ¿Estás loco o qué te pasa? -protestó otro de los presentes-. ¿No ves que lo cogerá con tanta ansia que puede romperlo y dañarse? ¡Traigamos un cuenco de madera!
- Aaaguaa... susurró el moribundo.
- Creo que ustedes se han vuelto locos -agregó un cuarto hombre-. ¿Es que acaso no recuerdan que tenemos un vino excelente? Siempre lo reanimará más un buen vaso de vino que el agua. ¡Traigamos el vino!
- Beebeeer -imploró el sediento con sus últimas fuerzas.
- Seguro que el desierto os ha hecho perder el juicio. ¿Cómo vamos a darle vino sin saber si este hombre es musulmán? ¡Estaríamos obligándolo a cometer un gran pecado! Preguntémosle antes si es religioso -solicitó otro hombre de aspecto bondadoso.
- Pero ¿es que de verdad piensan darle de beber aquí a pleno sol? Antes tenemos que ponerlo a la sombra; yo tengo ciertos conocimientos de medicina y les digo que este hombre está ardiendo de fiebre y agotado. Llevémoslo a la caravana y pongámoslo en una cama -intervino otro de los presentes.
A los mercaderes no les dio tiempo a discutir más, aquel hombre acababa de morir de sed en sus brazos.

domingo, 14 de enero de 2018

Cuando Tú me miras, Señor

Cuando Tú me miras, Señor,
me siento invitado a ser mejor,
cuando Tú me miras,
mi corazón se vuelve perdonador,
mi memoria olvida los rencores
y malos entendidos,
mi pereza se cambia por acción e ilusión.
Cuando Tú me miras, Señor, yo me desencorvo,
parece que crecen alas a mis sueños,
siento que liberas todas mis ataduras
y necesito menos para vivir mejor.
Cuando Tú me miras, Señor,
mi vida se vuelve una fiesta,
porque me haces superar todas las carencias:
soledad, enfermedad, desamor,
estrés o inseguridad,
porque, sacas siempre lo mejor de mi persona,
para ser un regalo, junto a Ti, para los demás.

Verdadera necesidad

Un hombre había llegado a su madurez, tenía una sólida estabilidad económica y su familia ya no lo necesitaba. Por todo ello decidió que era el momento de dedicarse a la vida espiritual y a la búsqueda de Dios, así que fue a visitar a un santo ermitaño del que había oído hablar mucho y muy bien.
Y cuando llegó a su lado, le dijo:
- Hombre santo, deseo encontrar a Dios.
El hombre santo le respondió:
- Para encontrar a Dios hace falta un requisito, sólo uno, pero muy importante.
El hombre le preguntó:
- ¿Cuál es?
El ermitaño respondió:
- Ven y lo verás.
Ambos hombres caminaron hasta una cercana poza. El hombre santo ordenó a su visitante que se agachara, y cuando lo hizo lo cogió del cuello y sumergió su cabeza en el agua con fuerza, hasta que estuvo al borde de la asfixia. Cuando estaba a punto de ahogarse, el santo sacó la cabeza del hombre y le preguntó:
- Cuando tenías la cabeza bajo el agua, ¿qué es lo que sentías?, ¿qué era lo más importante para ti?
El hombre, como pudo, contestó:
- Tenía absoluta necesidad de aire, lo más importante para mí era el aire, sin aire iba a morir.
El hombre santo lo miró y le dijo:
- Pues cuando Dios sea para ti una absoluta necesidad, cuando sea lo más importante en tu vida, cuando te sientas morir sin Él, entonces podrás encontrarlo.