sábado, 31 de diciembre de 2022

Oración al final del Año

Señor Dios, dueño del tiempo y de la eternidad,
tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.
Al terminar este año quiero darte gracias
por todo aquello que recibí de ti.
Gracias por la vida y el amor, por las flores,
el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto
fue posible y por lo que no pudo ser.
Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar
y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir.
Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé,
las amistades nuevas y los afectos más sinceros,
los más cercanos a mí y los que estén más lejos,
los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar,
con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.
Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón,
perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal empleado,
por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal realizado,
y perdón por vivir sin entusiasmo y frivolidad.
Por todos mis olvidos, descuidos y silencios
nuevamente te pido perdón Señor del tiempo y la Eternidad.
En los próximas horas iniciaremos un año nuevo,
y detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar.
Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría,
la fuerza y la prudencia, la claridad, conciliación y la sabiduría;
quiero vivir cada día del nuevo año con optimismo y bondad,
llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.
Cierra Señor, mis oídos a toda falsedad y mis labios a la mentira,
que no pronuncie palabras egoístas, mordaces o hirientes.
Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno
que mi espíritu se llene de tu bendición.
Cólmame de bondad y de alegría para que,
cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí
encuentren en mi vida un poquito de tu presencia.
Danos un año feliz y enséñanos a ser mejores personas
cada día hasta encontrarnos en tu presencia. Amén.

El árbol de manzanas

Hace muchos años existió un árbol de manzanas donde un niño pequeño solía jugar. Él le tenía un gran amor, pues podía treparlo, le daba sombra y alimento. Pero, pasó del tiempo, el pequeño creció y nunca volvió a jugar alrededor del enorme árbol. Un día, el muchacho regresó y escuchó que el árbol le decía:
– Estoy muy triste, juega conmigo.
– Ya no soy el mismo niño que solía jugar en el árbol, le respondió el muchacho. Ahora quiero juguetes y necesito dinero para comprarlos.
– Lo siento -dijo el árbol-. No tengo dinero, pero puedes tomar mis manzanas y venderlas. De esta manera tendrás dinero para tus juguetes.
El muchacho se sintió muy feliz, cortó las manzanas, las vendió y obtuvo dinero. Entonces, el árbol fue feliz de nuevo. Pero el muchacho no volvió después de vender las manzanas, por lo que el árbol volvió a estar triste. Tiempo después, el muchacho -ahora todo un hombre- regresó y el árbol se alegró de verlo. Le dijo:
– ¿Vienes a jugar conmigo?
– No tengo tiempo para jugar -le contestó- debo trabajar para mi familia, pues necesito una casa para mi esposa e hijos. ¿Podrías ayudarme?
– No tengo una casa para ti, respondió el árbol, pero puedes cortar mis ramas y construir una con mi madera
El hombre cortó todas las ramas del árbol y, a pesar del sacrificio, esto hizo feliz al árbol. Sin embargo, después de haber construido su casa, el hombre no volvió y el árbol volvió a sentirse triste y solitario.
Un cálido día de verano el hombre regresó y el árbol preguntó con alegría:
– ¿Jugarás conmigo?
– No. Estoy triste pues me estoy volviendo viejo. Quiero un bote para navegar y descansar. ¿Podrías darme uno?
El árbol contestó:
– No tengo un bote, pero puedes usar mi tronco para construir uno y así puedas navegar y ser feliz.
El hombre cortó el tronco y construyó su bote donde navegó durante largo tiempo. Después de muchos años, finalmente regresó con el árbol, pero este, preocupado, le dijo:
– Lo siento, ya no tengo nada que darte. No puedo darte sombra, ni manzanas, ni madera.
El hombre respondió:
– Ya no tengo dientes para morder ni fuerza para escalar. También estoy viejo.
– Realmente no puedo darte nada -dijo el árbol con tristeza en sus palabras-. Lo único que me queda son mis raíces.
– No necesito mucho ahora, solo un lugar para descansar -contestó el hombre-. Las viejas raíces de un árbol son el mejor lugar para recostarse después de tantos años.
El hombre se sentó junto a las raíces del árbol, y el árbol volvió a ser feliz.
Moraleja: Esta podría ser la historia de todos nosotros. El árbol son nuestros padres. Cuando somos jóvenes, amamos a papá y mamá, y jugamos con ellos. Cuando crecemos, solemos olvidarlos y solo nos acordamos de ellos cuando necesitamos algo o tenemos problemas. Pero no importa lo que nos agobie, ellos siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices. Quizás hayas pensado que el muchacho de la historia fue cruel contra el árbol, pero así somos muchos de nosotros. Valoremos a nuestros padres mientras los tenemos a nuestro lado, y si ya no están en este mundo, haz que la calidez de su amor viva siempre en tu corazón

domingo, 25 de diciembre de 2022

Navidad actual (canción)

Si tienes tristeza, alégrate: la Navidad es gozo.
Si tienes enemigos reconcíliate: la Navidad es paz.
Si tienes amigos, búscalos: la Navidad es encuentro.
Si hay pobres a tu lado: ayúdalos, la Navidad es don.
La Navidad es gozo, la Navidad es paz,
la Navidad encuentro, encuentro en Navidad.
Si tienes soberbia, sepúltala: la Navidad es humildad.
Si tienes compromisos, cúmplelos: la Navidad es justicia.
Si tienes pecados, conviértete: la Navidad es gracia.
Si tienes tinieblas, ilumínalas: la Navidad es luz.
La Navidad es gozo, la Navidad es paz,
la Navidad encuentro, encuentro en Navidad.
Si tienes errores, ponte a pensar: la Navidad es verdad.
Si tienes odio, olvídalo: la Navidad es amor.
La Navidad es gozo, la Navidad es paz,
la Navidad encuentro, encuentro en Navidad.

A los pobres… feliz Navidad.
A los niños… feliz Navidad.
A los padres… feliz Navidad.
A los hijos… feliz Navidad.
A los enfermos… feliz Navidad.
A los amigos… feliz Navidad.
A los tristes… feliz Navidad.
A los que están solos… feliz Navidad.
A los que están lejos… feliz Navidad.
A los vecinos… , a todos ¡¡Feliz Navidad!!

«White Christmas»: la verdadera historia detrás de la canción

«Sueño con una Navidad blanca», dice la canción que nos hace sentir melancólicos cuando recordamos las lejanas navidades de nuestra infancia: nos parece que la nieve era más blanca, los adornos más festivos y los buenos sentimientos más extendidos.
Originalmente, White Christmas era la queja de un profesional obligado a pasar la Navidad lejos de su familia. Irving Berlin -su autor- cavilaba sobre las blancas Navidades de su infancia mientras se preparaba para pasar la Navidad en la soleada California.
Era el año 1940; y el compositor, triste por estar fuera de casa, escribió la canción que conocemos bien… con una notable diferencia, comenzaba así: “El sol brilla, la hierba es verde, Los naranjos y las palmeras se balancean. Nunca ha habido un día así en Los Ángeles. Pero es 24 de diciembre y anhelo estar en el norte”.
Berlín no tardó mucho en darse cuenta de que la distancia de la familia le provocaba tristeza, pero que sus fans no entenderían que se quejara de no estar en un Hotel de cinco estrellas de Beverly Hills.
Eso hizo que cambiara esas frases y la canción se transformara en un melancólico recuerdo de Navidades pasadas. Un símbolo de una infancia más inocente y más alegre que muchas veces parecemos haber perdido para siempre.
White Christmas fue interpretada por Bing Crosby en diciembre de 1941, logrando un moderado éxito de público. El propio Crosby declaró que la canción le había parecido bonita pero no tan especial como para convertirse en un gran éxito clásico.
Un año después todo había cambiado. Estados Unidos llevaba en guerra ya un año. Muchas familias no habían visto a sus maridos, padres, hijos durante meses; y muchas mujeres veían sillas vacías en la cena de Navidad de ese año.
Al escuchar la melancolía de aquellos que, lejos de casa, no pueden hacer otra cosa que soñar con una Navidad de antaño, era inevitable que pensaran en aquellos soldados del frente, rodeados por los horrores de guerra y en constante peligro para su vida.
En la melancolía de navidades pasadas, muchos vieron a los refugiados de guerra que se habían visto obligados a abandonar sus hogares para salvarse de los bombardeos o para escapar de la persecución racial.
Y así, aquella canción navideña se convirtió en un éxito arrollador: Se cantaba durante las colectas de fondos que se hacían a favor de los refugiados que emigraban a los Estados Unidos. Muchas iglesias y muchas escuelas la enseñaron a los niños, sugiriendo que la cantaran pensando en sus compañeros menos afortunados.
La canción perdió sus connotaciones más bélicas en las últimas décadas, en casi todas partes se hizo la ilusión de que la guerra era un recuerdo del pasado.
Lamentablemente, la historia reciente nos ha demostrado que estas esperanzas no estaban tan bien fundadas. Y nuevamente este año muchas familias se encontrarán lamentando dolorosamente sus Navidades habituales, que ya no están allí.