sábado, 13 de mayo de 2017

Oración de Consagración a la Virgen de Fátima

Gerardo García 

Madre mía, Virgen Santa, Blanca Señora de Fátima;
a tus pies me pongo para consagrarme a ti.
Con filial afecto te ofrezco en este día
cuanto soy y cuanto tengo:
mis ojos, para mirarte; mis oídos, para escucharte;
mi voz, para cantar tus alabanzas;
mi vida, para servirte; mi corazón, para amarte.
Acepta, Madre mía el ofrecimiento que te hago
y colócame junto a tu Corazón Inmaculado.
Ya que soy todo tuyo, Madre de misericordia,
Reina de la paz, Esperanza del mundo,
guárdame y protégeme como posesión tuya.
No permitas que me deje seducir por el maligno,
ni que mi corazón o mi mente se alejen de Dios.
Enséñame a conformarme con mi limitada condición humana
y a agradecer siempre al Creador por mi existencia.
Ilumíname para que viva de acuerdo a la divina voluntad,
y no me aparte del camino que el Señor pensó para mí. Amén.

El profeta

Llegó una vez un profeta a una ciudad y comenzó a gritar, en su plaza mayor, que era necesario un cambio de la marcha del país. El profeta gritaba y gritaba y una multitud considerable acudió a escuchar su voz, aunque más por curiosidad que por interés. Y el profeta ponía toda su alma en su voz, exigiendo el cambio de las costumbres.
Pero, según pasaban los días, cada vez eran menos los curiosos que rodeaban al profeta y ni una sola persona parecía dispuesta a cambiar de vida. Pero el profeta no se desalentaba y seguía gritando. Hasta que un día ya nadie se detuvo a escuchar su voz. Más el profeta seguía gritando en la soledad de la gran plaza. Y pasaban los días. Y el profeta seguía gritando. Y nadie le escuchaba.
Al fin, alguien se acercó y le preguntó:
- ¿Por qué sigues gritando? ¿No ves que nadie está dispuesto a cambiar?
- Sigo gritando -dijo el profeta- porque si me callara, ellos me habrían cambiado a mí.

viernes, 12 de mayo de 2017

Ayúdame, Señor

Ayúdame, Señor,
a ser perseverante en mis quehaceres.
Bien sabes, Señor, qué compleja es la vida humana. 
Pero eso no me excusa del esfuerzo de llevar hasta el fin
mis obligaciones y todos los trabajos iniciados.
¡Que no me detenga en el camino, Dios mío,
por pereza o cobardía!
¡Que yo no me entregue a la inactividad
frente a las dificultades,
inseparables de la conquista de cualquier objetivo!
Mi espíritu de lucha siempre es desafiado
cuando me decido a llevar adelante un plan de trabajo.
Extiéndeme, Dios mío, tu mano poderosa
cuando comience a desistir y a ceder.
Hazme, Dios mío, saborear la alegría
de concluir con éxito mis actividades e iniciativas. Amén.

Los dos mares

Hay dos mares en Palestina. Uno es fresco y lleno de peces, hermosas plantas adornan sus orillas; los árboles extienden sus ramas sobre él y alargan sus sedientas raíces para beber sus saludables aguas y en sus orillas los niños juegan. Los hombres construyen sus casas en la cercanía y los pájaros sus nidos y toda clase de vida es feliz de estar allí.
El río Jordán corre hacia el sur a otro mar, aquí, no hay trazas de vida, ni murmullos de hojas, ni canto de pájaros. El aire es espeso sobre sus aguas y ni hombre ni animales, ni aves la beben.
¿Qué hace que estos mares vecino sean tan diferentes?
No es el río Jordán. Porque lleva la misma agua a los dos. No es el suelo sobre el que están, ni el campo que los rodea.
La diferencia es ésta: El mar de Galilea recibe al río pero no lo retiene. Por cada gota que a él llega, otra sale. El otro mar retiene el agua y cada gota que llega, allí queda. Le llaman Mar Muerto.

Qué gran ejemplo nos da Dios a través de la naturaleza. Aprendamos a ser canal de bendición para otros, si Dios nos bendice con su amor, con su Hijo, demos amor a los que nos rodean, si Él nos da perdón ofrezcamos perdón, todos hemos recibido algo para continuar fluyendo hacia los demás, no permitas que se estanque allí. Más importante en esta vida que ganar solo, es ayudar a otros a vencer también. Aunque eso implique disminuir el paso o cambiar el curso. El Señor nos envía a todos allí en el ambiente en donde vivimos. Demos gracias por esa bendición.

miércoles, 10 de mayo de 2017

Tu corazón, María

Tu corazón, María, rebosa agradecimiento.
Tu corazón, María, desborda de felicidad.
Tu corazón, María, se siente engrandecido por la presencia de Dios
Tu corazón, María, ama incluso a aquellos que no te aman
¡Danos, María! Un corazón sencillo para acoger a Dios
Un corazón noble para sincerarnos con El
Un corazón alegre para sembrar la ilusión
Un corazón desprendido para no mirarnos a nosotros mismos
Un corazón conciliador, para no cerrarnos a los que nos rodean
Y, si por lo que sea, ves que nuestros corazones
están cerrados con potentes candados:
ven a nuestro encuentro, María,
y rompe los eslabones que nos impiden ser libres.

¿Quién le pone el cascabel al gato?

Una colonia de ratones vivía al acecho de un feroz gato que los amenazaba constantemente y no los dejaba salir de su ratonera. La situación se volvió tan seria que los pobres ratones no tenían ya qué comer.
Al notar estos que una noche el gato decidió salir por los tejados, decidieron que lo más indicado sería realizar una reunión entre toda la comunidad para intentar buscar una solución definitiva a tamaño problema.
Iniciada la conversación, todos comenzaron a exponer sus airadas opiniones, aunque, en su mayoría, estas consistían solo en lamentos, acusaciones y maldiciones. Finalmente, uno de los ratones más jóvenes propuso al fin un brillante plan:
- Lo que vamos a hacer -dijo el roedor- es colocarle un cascabel en el cuello al gato. De esta manera, cuando el gato se acerque, lo oiremos todos. Así, nos dará tiempo para correr y buscar refugio.
Todos los ratones presentes en aquella asamblea aplaudieron la moción del joven, con la asombrosa algarabía que produjo haber interpretado que, por fin, se había llegado a una factible solución. Para corroborar esto, los ancianos estuvieron de acuerdo en que era esta una excelente idea.
Pero los aplausos cesaron, y se acabó la celebración, cuando la asamblea solicitó un voluntario para llevar a cabo esta difícil tarea. Los ratones, que antes vitoreaban a su compañero, ahora agachaban la cabeza y, uno a uno, se fueron retirando de la reunión en silencio.
De ese modo finalizó aquella asamblea de ratones, sin adoptar ningún acuerdo que diera por solucionado el problema…

martes, 9 de mayo de 2017

Oración por las vocaciones sacerdotales y religiosas

Jesús Buen Pastor que has venido
para buscar y salvar lo que se había perdido
y has instituido el sacerdocio en la Iglesia
para continuar tu obra por todos los tiempos.
Te rogamos insistentemente: envía operarios a tu campo,
envía sacerdotes dignos a tu Iglesia, envía religiosos y religiosas.
Haz que sigan tu llamada todos los que elegiste para tu santo servicio.
Fortalece, Señor, a todos tus sacerdotes y religiosos en su difícil vocación
y bendice sus esfuerzos y trabajos.
Que sean la sal de la tierra; que eviten la corrupción;
que sean luz del mundo; que a todos iluminen con su palabra y con su ejemplo.
Concédeles sabiduría, paciencia y fortaleza
para que busquen tu gloria, extiendan tu reino en los corazones de los hombres
y lleven las almas a ellos confiadas hasta la Vida Eterna.
María Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros.

¡Dios siempre nos da una nueva oportunidad!

Había un hombre muy rico que poseía muchos bienes, una gran casa, mucho ganado, varios empleados, y un único hijo, su heredero.
Un día, el padre, ya avanzado en edad, dijo a sus empleados que le construyeran un pequeño establo.
Dentro de él, el propio padre preparó una horca y, junto a ella, una placa con algo escrito: "PARA QUE NUNCA DESPRECIES LAS PALABRAS DE TU PADRE"
Más tarde, llamó a su hijo, lo llevó hasta el establo y le dijo:
- ¡Esa es para ti! Quiero que me prometas que, si sucede lo que yo te dije, te ahorcarás en ella.
El joven se rió, pensó que era un absurdo, pero para no contradecir a su padre le prometió que así lo haría, pensando que eso jamás sucedería.
El tiempo pasó, el padre murió, y su hijo se encargó de todo. Y como su padre había previsto, el joven gastó todo, tuvo que vender los bienes, perdió sus amigos y hasta la propia dignidad.
Desesperado y afligido, comenzó a reflexionar sobre su vida y vio que había sido un tonto. Se acordó de las palabras de su padre y comenzó a decir:
- Ah, padre mío... Si yo hubiese escuchado tus consejos... Pero ahora es demasiado tarde. Yo nunca seguí las palabras de mi padre, no pude alegrarle cuando estaba vivo, pero al menos esta vez haré su voluntad. Voy a cumplir mi promesa. No me queda nada más...
Entonces, subió los escalones y se colocó la cuerda en el cuello, y pensó:
- Ah, si yo tuviese una nueva oportunidad...
Entonces, se tiró desde lo alto de los escalones y, por un instante, sintió que la cuerda apretaba su garganta... Era el fin.
Sin embargo, el brazo de la horca era hueco y se rompió fácilmente, cayendo el joven al suelo. Sobre él cayeron joyas, esmeraldas, perlas, rubíes, zafiros y brillantes, muchos brillantes...
La horca estaba llena de piedras preciosas. Entre lo que cayó encontró una nota.
En ella estaba escrito: «Esta es tu nueva oportunidad. ¡Te quiero mucho! Con amor, tu anciano padre».

"Dios es exactamente así con nosotros. Cuando nos arrepentimos, podemos ir hasta él. Él siempre nos da una nueva oportunidad".

domingo, 7 de mayo de 2017

Oración en el Día de la Madre

Señor Jesús:
Gracias por las madres que nos has dado.
Los más nobles sentimientos que tenemos,
los sembró en nosotros nuestra madre:
la fe, la honestidad, el amor al trabajo,

el ser agradecidos y generosos.
Señor Jesús:
En esta hora de retos y desafíos,
ayuda a todas las madres, pues la necesitan:
para atender a la casa y al trabajo,
para hacer, a veces, de padre y madre,
para educar en los valores cristianos,
para defenderse de los peligros,
para no caer en la desilusión.
Señor Jesús:
Que la Virgen Madre las llene de fortaleza.
Que la Virgen María siga siendo
modelo de todas las madres.
Señor Jesús:
Que confíen en el Dios de los pobres:
el Dios que quiere pan en todas las mesas
y paz en todos los hogares;
el Dios que destruye el poder corrompido
y protege a los indefensos y humillados.
Señor Jesús:
Ilumina la vida de nuestras madres.
Premia sus desvelos y trabajos.
Da paz a las madres ya difuntas…
Bendice a todos los hogares.
Y que los hijos sean siempre
gloria y corona de las madres. Amén.

Lucha hasta vencer

En la pequeña escuelita rural había una vieja estufa de carbón muy anticuada. Un chiquito tenía asignada la tarea de llegar al colegio temprano todos los días para encender la estufa y calentar el aula antes de que llegaran la maestra y sus compañeros.
Una mañana, llegaron y encontraron la escuela envuelta en llamas. Sacaron al niño inconsciente, más muerto que vivo, del edificio. Tenía quemaduras graves en la mitad inferior de su cuerpo y lo llevaron con urgencia al hospital del condado.
En su cama, horriblemente quemado y semi-inconsciente, el niño oía al médico que hablaba con su madre. Le decía que seguramente su hijo moriría -que era lo mejor que podía pasar, en realidad-, pues el fuego había destruido la parte inferior de su cuerpo.
Pero el valiente niño no quería morir. Decidió que sobreviviría. De alguna manera, para gran sorpresa del médico, sobrevivió. Una vez superado el peligro de muerte, volvió a oír a su madre y al médico hablando despacito.
Dado que el fuego había dañado en gran manera las extremidades inferiores de su cuerpo, le decía el médico a la madre, habría sido mucho mejor que muriera, ya que estaba condenado a ser inválido toda la vida, sin la posibilidad de usar sus piernas.
Una vez más el valiente niño tomó una decisión. No sería inválido; ¡caminaría! Pero desgraciadamente, de la cintura para abajo, no tenía movilidad. Sus delgadas piernas colgaban sin vida.
Finalmente, le dieron de alta. Todos los días, su madre le masajeaba las piernas, pero no había sensación, ni control, nada. No obstante, su determinación de caminar era más fuerte que nunca.
Cuando no estaba en la cama, estaba confinado a una silla de ruedas. Una mañana soleada, la madre lo llevó al patio para que tomara aire fresco. Ese día en lugar de quedarse sentado, se tiró de la silla. Se impulsó sobre el césped arrastrando las piernas.
Llegó hasta el cerco de postes blancos que rodeaba el jardín de su casa. Con gran esfuerzo, se subió al cerco. Allí, poste a poste, empezó a avanzar por el cerco, decidido a caminar. Empezó a hacer lo mismo todos los días hasta que hizo una pequeña huella junto al cerco. Nada quería más que darle vida a esas dos piernas.
Por fin, gracias a los fervientes masajes diarios de su madre, su perseverancia férrea y su resuelta determinación, desarrolló la capacidad, primero de ponerse de pie, luego caminar tambaleándose y finalmente caminar solo y después correr.
Empezó a ir caminando al colegio, después corriendo, por el simple placer de correr. Más adelante, en la universidad, formó parte del equipo de atletismo sobre pista.
Y aun después, en el Madison Square Garden, este joven que no tenía esperanzas de que sobreviviera, que nunca caminaría, que nunca tendría la posibilidad de correr, este joven determinado, el Dr. Glenn Cunningham, ¡corrió el kilómetro más veloz del mundo!