sábado, 24 de agosto de 2019

Tener fe -2-


Tener fe es ARRIESGAR todo a cambio de un sueño, de un amor, de un ideal.
Nada de lo que merece la pena en esta vida puede lograrse
sin esa dosis de sacrificio que implica desprenderse de algo o de alguien,
a fin de adquirir eso que mejore nuestro propio mundo y el de los demás.
Tener fe es VER positivamente hacia adelante,
no importa cuán incierto parezca el futuro o cuán doloroso el pasado.
Quien tiene fe hace del hoy un fundamento del mañana
y trata de vivirlo de tal manera que cuando sea parte de su pasado,
pueda verlo como un grato recuerdo.
Tener fe es CONFIAR pero confiar no sólo en las cosas y en las personas,
sino en el Dios que obra, actúa y habla a través de las personas.
Muchos confían en lo material,
pero viven relaciones huecas con sus semejantes.
Cierto que siempre habrá gente que lastime y traicione tu confianza,
así que lo que tienes que hacer es seguir confiando
y sólo ser más cuidadoso con aquel en quien confías dos veces.
Tener fe es BUSCAR lo imposible:
sonreír cuando tus días se encuentran nublados
y tus ojos se han secado de tanto llorar.
Tener fe es no dejar nunca de desnudar tus labios con una sonrisa,
ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes cuándo tu sonrisa
puede dar luz y esperanza a la vida de alguien
que se encuentre en peor situación que la tuya.
Tener fe es ANDAR por los caminos de la vida
de la misma forma en que lo hace un niño.
Cogidos de la mano de nuestro padre.
Tener fe es dejar nuestros problemas en manos de DIOS
y arrojarnos a sus brazos antes que al abismo de la desesperación.
Fe es descansar en Él para que nos cargue,
en vez de cargar nosotros nuestra propia colección de problemas.
Que en tu vida haya suficiente fe para afrontar y esperar
que las situaciones difíciles cambien,
y la necesaria humildad para aceptar
que muchas veces el que tiene que cambiar, eres tú

No saltes las situaciones, ¡atraviésalas!

Es la historia de dos hombres, Carlos y Juan, que marcharon a un país extranjero a buscar trabajo. Cada uno fue en su coche con sus pertenencias pues pensaban quedarse a vivir allí.
Mientras iban de viaje, atravesaron una zona en obras y ambos pincharon una rueda del coche. Ante tal desagradable situación, y como no sabían cambiar la rueda, Juan optó por llamar a una grúa para que le ayudase a cambiar la rueda. Mientras, Carlos sacó el gato, estudió la rueda y se puso manos a la obra para cambiarla él mismo. Le costó bastante, pues era la primera vez que cambiaba una rueda, pero poco a poco lo consiguió. Juan lo tuvo más fácil, esperó a la grúa, y el técnico se la cambió. De una forma u otra, tardaron lo mismo en solucionar el problema.
Siguieron conduciendo y al cabo de unas horas, a ambos les pitó el indicador del aceite. Como no sabían qué tenían que hacer, Juan llamó a un taller y esperó a que llegase un técnico para que le ayudase. Mientras, Carlos abrió el libro de mantenimiento del coche y entendió el problema que tenía y que se solucionaba simplemente rellenando el motor con más aceite. Así que acudió a una gasolinera, compró el aceite recomendado, lo añadió al coche y pudo reanudar la marcha.
Así, una y otra vez, mientras iban de camino, les surgieron muchos problemas y averías. Pero mientras Juan recurría siempre a ayuda exterior para solucionarlos, Carlos intentaba solucionar él mismo lo problemas y curiosamente, con más o menos tiempo, siempre lo conseguía. Cuando llegaron al país extranjero se pusieron a buscar un sitio donde trabajar y precisamente a Carlos le contrataron enseguida en un taller mecánico, pues poco a poco, salvando las vicisitudes del camino, se había convertido en un buen mecánico.

“No saltes las situaciones, atraviésalas”.  Cada situación de nuestra vida nos ayuda a aprender. Debemos ver los problemas como posibilidades de ir creciendo poco a poco. La vida está para ser vivida, ¡atravesémosla!

viernes, 23 de agosto de 2019

Tener fe -1-

Tener fe es ACEPTAR lo que Dios permite en nuestra vida
aunque no lo entendamos, aunque no nos guste.
Si tuviéramos la capacidad de ver el fin desde el principio tal como Él lo ve,
entonces podríamos saber por qué a veces conduce nuestra vida
por sendas extrañas y contrarias a nuestra razón y a nuestros deseos.
Tener fe es DAR cuando no tenemos, cuando nosotros mismos necesitamos.
La fe siempre saca algo valioso de lo aparentemente inexistente;
puede hacer que brille el tesoro de la generosidad
en medio de la pobreza y el desamparo,
llenando de gratitud tanto al que recibe, como al que da.
Tener fe es CREER en lugar de recurrir a la duda, que es lo más fácil.
Si la llama de la confianza se extingue,
entonces ya no queda más remedio que entregarse al desánimo.
Para muchos creer en nuestras bondades, posibilidades y talentos,
tanto como en los de nuestros semejantes,
es la energía que mueve la vida hacia grandes derroteros.
Pero todavía hay una forma mas elevada de creer:
Saber que nuestra vida está en las manos de Dios
y que Él es quien cuida de nosotros.
Tener fe es GUIAR, DIRIGIR nuestra vida,
pero no con la vista, sino con el corazón.
La razón necesita muchas evidencias para arriesgarse,
el corazón necesita sólo un rayo de esperanza.
Las cosas más bellas y grandes que la vida nos regala
no se pueden ver, ni siquiera palpar, sólo se pueden acariciar con el espíritu.
Tener fe es LEVANTARSE cuando se ha caído.
Los reveses y fracasos en cualquier área de la vida nos entristecen,
pero es más triste quedarse lamentándose en el frío suelo de la autocompasión,
atrapado por la frustración y la amargura.

El talismán quitamiedos


Había un hombre que era muy miedoso. Todo le daba miedo. Miedo de ladrones, de accidentes, de contagios, de pérdidas, de catástrofes. No salía de sus miedos y no encontraba remedio para su complejo. No dormía por las noches, y los insomnios comenzaban a hacer presa en él. Hasta que sus amigos le recomendaron que visitara a un gurú célebre por sus consejos y por su eficacia.
El hombre acudió a él y el gurú le dio un remedio bien sencillo.
- Toma esta cajita, le dijo, y llévala siempre atada al cuello. En ella hay un talismán poderoso que te liberará de todos los miedos para siempre. Con ella vivirás tranquilo y dormirás tranquilo. Tienes mi palabra y mi bendición.
El hombre tomó la cajita, dio las gracias y se marchó.
Santo remedio. Desaparecieron sus miedos. Sin embargo, a los pocos días, nuestro hombre volvió a presentarse ante el gurú con rostro compungido.
- "Se me ha vuelto a quitar el sueño, confesó, y me paso despierto toda la noche. No, ahora no tengo ningún miedo gracias a la cajita y el talismán; pero ahora me ha entrado el miedo de perder la cajita. Si la pierdo o me la roban, quedaré peor que antes. ¿Qué puedo hacer?"
- "Puedes hacer dos cosas, contestó el gurú. Te puedo dar otro talismán para quitarte el miedo de perder el primer talismán. Pero entonces a los pocos días tendré que darte un tercer talismán para perder el miedo de perder el segundo. Y así sucesivamente. No te va a quedar sitio en el cuello para tanta cajita. El otro remedio es que tomes sencillamente la primera cajita que te di y la abras. ¿Quieres hacerlo aquí mismo...?
El hombre tomó la cajita y la abrió. Estaba vacía. Bastó una mirada al gurú para entenderlo todo.
Los miedos son irracionales. Están sólo en la mente. Los quita el saber que no hace falta talismán. A veces una cajita vacía vale más que una llena.

jueves, 22 de agosto de 2019

Dame tus sandalias, María

             J. Leoz

Dame tus sandalias, María.
Quiero sentir el polvo del camino para llegar hasta Dios desprendido de todo
Quiero fiarme de la Palabra y no sustentarme en el alimento cotidiano.
Dame tus sandalias, María.
Para transformar mi camino en encuentro personal y definitivo con Dios
Para confiar en Aquel que habla de lo alto cuando yo me empeño en mirar hacia abajo.
Dame tus sandalias, María.
Para ser y vivir un poco como Tú sin más brújula que tu fe,
ni más amparo que la luz de la luna.
Dame tus sandalias, María.
Para decirle a Jesús que, aun con debilidades,
su resurrección es para mí motivo de alegría,
llamada a la conversión, oportunidad para una vida nueva,
agua fresca en mi existencia oscura y sedienta.
Dame tus sandalias, María.
Y, si quieres y puedes, dime cuál es tu paso y tu modelo
para caminar de igual forma que Tú. Amén.

Volando al corazón


Cuenta una vieja historia que cuando una persona lo pasa mal y sufre en silencio, un ángel cambia las felicidad celestial por la luz del sol terrenal y va a visitarle, calmando su dolor en un cálido abrazo con sus blancas alas.
Dicen que Marcelino podía volar, incluso alguno comentaba haberle visto hacerlo. Pero nada más lejos de la realidad, ya que Marcelino era un hombre con los pies en el suelo. Aunque eso sí, con un gran corazón que le hacía estar junto a la gente que le necesitaba. Todos sabían que podían contar con él. Cuando alguien del pueblo tenía un problema o estaba mal, siempre iba a hablar con Marcelino, ya que éste tenía el don de saber escuchar. Hacía un poco las labores de sacerdote y sicólogo del pueblo.
Aunque era un hombre mayor, sus principales amigos eran los niños, con los cuales tenía una especial relación mezcla de diversión y complicidad, era como su hermano mayor.
Como Marcelino siempre estaba ayudando y dando, muchos le preguntaban si él estaba mal o sufría alguna vez. A lo que contestaba que era ayudando y escuchando a los demás como mejor se sentía.
Pero un día Marcelino enfermó y nadie fue a verle, sólo los niños se acercaron a su casa para hacerle compañía. Los adultos decían que estaban muy ocupados con sus problemas y no tenían tiempo. A los síntomas de su enfermedad se unió la tristeza de su corazón al ver que nadie quería estar a su lado cuando más lo necesitaba. El médico llegó a temerse lo peor. Pero en esos momentos oscuros, Marcelino se dio cuenta que la mejor forma que tenía en aquellas circunstancias de ayudar a los demás, era ayudarse a sí mismo y recuperarse lo antes posible. Y fue este pensamiento elevado el que hizo que sanase, ya que entendió que el sentido de su vida era darse sin esperar nada a cambio.
Pero un día Marcelino desapareció sin decir nada. Nadie entendió por qué se había ido ni a dónde y empezaron a darse cuenta que quizás no habían sabido corresponder a su atención y cariño con la misma moneda. ¿Quién les escucharía ahora y estaría a su lado en los malos momentos? Quizás tendrían que empezar ellos mismos a apoyarse entre sí. Quizás no se habían dado cuenta que el que Marcelino se fuera había sido la prueba más difícil para él, al permitirles a ellos mismos ser también ángeles.
Dicen que Marcelino podía volar, incluso algunos niños comentaron haberle visto hacerlo.

martes, 20 de agosto de 2019

Oración a María San Bernardo Claraval

Si se levanta la tempestad de las tentaciones, 
si caes en el escollo de las tristezas,
eleva tus ojos a la Estrella del Mar: ¡invoca a María!
Si te golpean las olas de la soberbia, de la maledicencia, de la envidia,
¡mira a la estrella, invoca a María!
Si la cólera, la avaricia, la sensualidad de tus sentidos
quieren hundir la barca de tu espíritu,
que tus ojos vayan a esa estrella: ¡invoca a María!
Si ante el recuerdo desconsolador de tus pecados y de la severidad de Dios,
te sientes ir hacia el abismo del desaliento o de la desesperación,
lánzale una mirada a la estrella, e invoca a la Madre de Dios.
En medio de tus peligros, de tus angustias, de tus dudas,
piensa en María, ¡invoca a María!
El pensar en Ella y el invocarla, sean dos cosas
que no falten nunca ni de tu corazón ni de tus labios.
Y para estar más seguro de su protección no te olvides de imitar sus ejemplos.
Siguiéndola no te pierdes en el camino!
¡Implorándola no te desesperarás! ¡Pensando en Ella no te descarriarás!
Si Ella te tiene de la mano no te puedes hundir.
Bajo su manto nada hay que temer.
¡Bajo su guía no habrá cansancio,
y con su favor llegarás felizmente al Puerto de la Patria Celestial!

Cuentos sufíes-12


Dame tiempo
Una vez Nasrudin le dijo a su hijo:
- Pídeme lo que quieras y te lo daré.
El niño muy emocionado, pues conocía la pobreza de su padre, le contestó:
- Te lo agradezco de todo corazón. ¿Puedes darme de tiempo hasta mañana? Tengo que pensar.
- Muy bien -dijo Nasrudín- hasta mañana.
Al día siguiente, el hijo fue a ver a su padre y le pidió un burrito.
- Ah no -le contestó Nasrudín- no tendrás el burrito.
- ¡Pero me habías prometido darme lo que quisiese!
- ¿Y no he mantenido mi palabra? ¡Me pediste tiempo y te lo he dado!

Detrás de las rejas
A través de un ventanuco enrejado que había en su celda un preso gustaba mirar al exterior. Todos los días se asomaba y, cada vez que veía pasar a alguien al otro lado de las rejas, estallaba en sonoras e irrefrenables carcajadas. El guardián estaba realmente sorprendido hasta que un día le preguntó:
- Oye, hombre, ¿a qué vienen todas esas risotadas día tras día?
El preso contestó:
- ¿De qué me río? ¡Pero estás ciego! Me río de todos esos que hay ahí. ¿No ves que están presos detrás de estas rejas?

lunes, 19 de agosto de 2019

Oración por los enfermos de cáncer

En la fiesta de san Ezequiel Moreno

Señor, tu concediste a san Ezequiel Moreno consagrar toda su vida
como incansable misionero agustino recoleto
en favor de los pobres, enfermos y necesitados.
Te ruego, por su intercesión, que llenes de conformidad y fortaleza
a quienes sufren su misma enfermedad.
Dales salud y hazles sentir la paz de tu divina misericordia.
Oh Padre amado, por los méritos e intercesión de san Ezequiel Moreno,
concédeles tu amparo y salud de alma y cuerpo.
Fortalécelos con tu Espíritu, dales paciencia en el dolor y cuida su fe.
Que se sientan consolados por ti, y se recuperen plenamente, si es tu voluntad.
Te los encomendamos a san Ezequiel Moreno y a la misericordia
de tu Hijo Jesucristo que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.

Cuentos sufíes-11


Encontrarse con la Muerte
Vivía en Bagdad un comerciante llamado Zaguir. Hombre culto y juicioso, tenía un joven sirviente, Ahmed, a quien apreciaba mucho.
Un día, mientras Ahmed paseaba por el mercado de tenderete en tenderete, se encontró con la Muerte que le miraba con una mueca extraña. Asustado, echó a correr y no se detuvo hasta llegar a casa. Una vez allí le contó a su señor lo ocurrido y le pidió un caballo diciendo que se iría a Samarra, donde tenía unos parientes, para de ese modo escapar de la Muerte.
Zaguir no tuvo inconveniente en prestarle el caballo más veloz de su cuadra y se despidió diciéndole que si forzaba un poco la montura podría llegar a Samarra esa misma noche.
Cuando Ahmed se hubo marchado, Zaguir se dirigió al mercado y al poco rato encontró a la muerte paseando por los bazares.
- ¿Por qué has asustado a mi sirviente? -preguntó a la Muerte- tarde o temprano te lo vas a llevar, déjalo tranquilo mientras tanto.
- No era mi intención asustarlo -se excusó ella- pero no pude ocultar la sorpresa que me causó verlo aquí, pues esta noche tengo una cita con él en Samarra.

domingo, 18 de agosto de 2019

Vivir en paz

Jesús, ayúdame a vivir en paz con los que me rodean.
Que busque la paz en mi familia, poniendo buen humor, ganas de ayudar,
comprensión para mis papás, y cariño para mis hermanos.
Que busque la paz en mi grupo de amigos,
evitando las peleas y discusiones, renunciando a todo tipo de agresión,
ayudando a mejorar las relaciones,
aprendiendo a perdonar y a aceptar el perdón de otros,
contagiando alegría y ganas de hacer cosas buenas.
Que busque la paz en todos los lugares que me encuentre,
para ser, como decía San Francisco de Asís,
un verdadero instrumento de paz.
¡Que así sea, Señor!

Cuentos sufíes-10


Número mayor de cien
Después de haber saqueado una ciudad, un hombre estaba tratando de vender una valiosa alfombra, parte del botín:
- ¿Quién me da cien piezas de oro por esta alfombra? -gritaba el hombre por las calles del pueblo.
Habiendo realizado la venta, se le aproximó al vendedor un compinche del saqueo y le preguntó:
- ¿Porqué no pediste más por esa incalculable alfombra?
El individuo le respondió:
- ¿Pero es que existe un número mayor que cien?

Viajar o detenerse
Un Maestro decía:
- Desgraciadamente, es más fácil viajar que llegar al destino.
Los discípulos quisieron saber por qué.
- Porque mientras viajas hacia una meta, puedes aferrarte a un sueño; pero cuando te detienes, tienes que hacer frente a la realidad.
- Pero entonces, ¿cómo vamos a poder cambiar si no tenemos metas ni sueños? -preguntaron perplejos los discípulos.
- Para que un cambio sea real, tiene que darse sin pretenderlo. Haced frente a la realidad y, sin quererlo, se producirá el cambio.