sábado, 15 de enero de 2022

Señor de la alegría

Dame, Señor, el don de la alegría,
que canta sin reservas, la belleza del mundo,
la grandeza del hombre, la bondad de su Dios.
Dame, Señor, el don de la alegría,
que me mantenga siempre joven, aunque los años pasen;
la alegría que llena de luz el corazón.
Dame, Señor, el don de la alegría,
que colma de sonrisas, de abrazos y de besos,
el encuentro de amigos, la vida y el amor.
Dame, Señor, el don de la alegría,
que me una contigo, el Dios siempre presente,
en quien todo converge y en quien todo se inspira.
Dame, Señor, el don de la alegría,
que alienta el corazón y nos muestra un futuro
lleno de bendiciones, a pesar del dolor. Amén.

La elección de vivir

Jerry era el tipo de persona que te encantaría imitar. Siembre estaba de buen humor y siempre tenía algo positivo que decir. Cuando alguien le preguntaba cómo le iba, él respondía “Si pudiera estar mejor tendría un gemelo”. Él era un gerente especial porque tenía varias camareras que lo habían seguido de restaurante en restaurante. La razón porque las camareras seguían a Jerry era por su actitud.
El era un motivador natural. Si un empleado tenía un mal día. Jerry estaba ahí para decirle como ver el lado positivo de la situación.
Ver este estilo realmente me causó curiosidad, así que un día fui a buscar a Jerry y le pregunté:
- ¡No lo entiendo! no es posible ser una persona positiva todo el tiempo... ¿Cómo lo haces?
- Cada mañana, respondió Jerry, me despierto, saludo a Dios con una oración, le doy gracias por permitirme estar vivo un día más y me digo a mí mismo, Jerry tienes dos opciones hoy, puedes escoger estar de buen humor o puedes escoger estar de mal humor. Escojo estar de buen humor. Cada vez que sucede algo malo puedo escoger entre ser una víctima o aprender de ello. Escojo aprender de ello. Cada vez que viene alguien a mi para quejarse, puedo aceptar su queja o puedo señalarle el lado positivo de la vida. Escojo el lado positivo de la vida.
- Sí... claro... pero no es tan fácil -protesté-.
- “Sí lo es, todo en la vida es elegir. Cuando quitas todo lo demás, cada situación es una elección. Tú eliges cómo le afectará a la gente tu estado de ánimo. Tú eliges estar de buen o de mal humor. En resumen Tú eliges como vivir la vida. Dios nos concedió ese don”.
Pensé en todo lo que me dijo Jerry. Poco tiempo después, dejé la industria de restaurantes para iniciar mi propio negocio. Perdimos contacto, pero con frecuencia pensaba en Jerry cuando tenía que hacer una elección en la vida, en vez de reaccionar a ella.
Varios años más tarde, me enteré que Jerry sufrió un atraco y fue mal herido. Con mucha suerte, lo encontraron pronto y lo llevaron a urgencias del Hospital.
Después de muchas horas en el quirófano y semanas de recuperación. Jerry fue dado de alta aun con fragmentos de bala en su cuerpo. Me encontré con él seis meses después del accidente y cuando le pregunté cómo estaba me respondió:
- “Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo”.
Le pregunté qué pasó por su mente en el momento del asalto.
- “Cuando estaba tirado en el suelo recordé que tenía dos opciones: Podía elegir vivir o morir. Elegí vivir”.
- ¿No sentiste miedo?, le pregunté.
- Los médicos fueron geniales, continuó Jerry. No dejaban de decirme que iba a estar bien. Pero cuando me llevaron al quirófano y vi las sus caras realmente me asusté... podía leer en sus ojos es hombre muerto, supe entonces que debía reaccionar.
- ¿Qué hiciste? Pregunté.
- Bueno... primero le di gracias a Dios porque hasta ahora me había dejado vivir y le dije, quiero seguir viviendo pero que se haga tu voluntad no la mía. Después uno de los médicos me preguntó si era alérgico a algo y respirando profundo grité Sí, a las balas... Mientras reí les dije: Estoy escogiendo vivir... opérenme como si estuviera vivo, no muerto y no se preocupen DIOS decide el resto.
Jerry vivió sin lugar a dudas gracias a Dios, Él le dio maestría a los médicos para no fallar en la operación y la asombrosa actitud y decisión de Jerry fue crucial.

viernes, 14 de enero de 2022

Santísimo Nombre de Jesús

             Vicente Marqués, sj

Dime, Jesús, tu nombre verdadero
para que yo te alcance de una vez y para siempre:
has de ser Tú el que me lo digas, corazón a corazón.
No he de buscarte, Tú me buscas,
Tú el que siempre estás viniendo.
No estás lejos, más Tú en mí que yo mismo,
y me has hecho uno contigo.
Tú tan grande y tan conmigo, tan Dios y tan humano:
yo ante Ti, todo admiración y pasmo
y, a la vez, tan en casa y en familia.
Tú, mi alegría, mi ansia sin descanso,
mi llaga más íntima, mi destino deseado,
mi meta y fundamento, mi premio y mi perdón,
mi verdad, la vida por quien vivo y mi camino,
mi fe y mi confianza; mi fuerza,
mi roca, mi refugio y mi defensa,
mi verdad también, la clave de mi historia.
Tú mi oficio y mi tarea, mi norma única y mi ley,
el aire que respiro; la referencia única de lo que soy y hago;
la luz con la que mis ojos ven el mundo y su grandeza;
el corazón con el que amo al mundo y su miseria;
la esperanza por la que lucho para el mundo y mis hermanos.
Dime, por fin, tu nombre deseado;
porque repito mil nombres y nunca es del todo el tuyo.
Dime tu nombre verdadero, ser de mi ser,
dímelo Tú, para que se lo diga a todos,
pues les hace falta a los que penan,
y a los vencidos, a los solos,
a los que no pueden ya más ni ven salida,
a los agobiados de soportar la carga de vivir,
a los oprimidos; a los que distraídos u orgullosos,
ni siquiera saben que te necesitan y se están muriendo de sí mismos;
a los que se mueren de ganas y buscan y no saben qué;
a los que sienten la muerte en el corazón mismo de la vida
y piden prodigios, demostraciones, sin aceptar ser amados;
a los que te arrinconan, pieza de museo o ilustre personaje histórico;
a los que te reducen a una idea.
Dinos, Jesús, tu nombre, quién eres,
y que nos cambie y nos haga el mundo en paz y vividero,
porque solos no podemos conseguirlo.
O hazme a mí mismo, si Tú quieres, tu imagen, tu presencia
aquí y ahora en Ti y contigo.

¡Quién pudiera robar la Luna!

El maestro Ryokan llevaba una vida sencillísima en una pequeña cabaña al pie de la montaña. Una noche, estando fuera el maestro, irrumpió un ladrón en la cabaña y se llevó un chasco al descubrir que no había allí nada que robar.
Cuando regresó Ryokan, sorprendió al ladrón.
- "Te has tomado muchas molestias para visitarme, le dijo al ratero. No deberías marcharte con las manos vacías. Por favor, llévate como regalo mis vestidos y mi manta".
Completamente desconcertado, el ladrón agarró las ropas y se largó.
Ryokan se sentó desnudo y se puso a mirar la luna. "Pobre hombre, pensó para sí mismo, me habría gustado poder regalarle la maravillosa luz de la luna".

domingo, 9 de enero de 2022

Gracias, Señor

Gracias, Señor, por hacerte hombre
y quedarte junto a nosotros hecho alimento.
Gracias por nuestro bautismo, que nos hizo Hijos de Dios
y hermanos entre todos los hombres.
Ayúdanos con tu Espíritu a ser conscientes
de nuestra misión de bautizados
y a vivirla cada día con responsabilidad.
Haznos en medio del mundo: levadura que lo transforma,
sal que le da sabor, que cura heridas y sana corazones
y luz que ilumina y acompaña.
Gracias por enseñarnos a gastar nuestra vida
con suavidad y firmeza a favor de los pobres, los sencillos,
los enfermos, los oprimidos, los vacilantes.

El niño que pudo hacerlo


Dos niños estaban patinando sobre un lago helado cuando, de pronto, el hielo se rompió y uno de ellos cayó al agua.
La corriente interna lo desplazó por debajo de la parte helada; para salvarlo la única opción era romper la capa que lo cubría.
Su amigo comenzó a pedir ayuda, pero al ver que nadie acudía, buscó una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas.
Golpeó y golpeó hasta que consiguió abrir una grieta por la que metió el brazo para agarrar a su compañero y salvarlo.
A los pocos minutos, avisados por los vecinos, llegaron los bomberos.
Cuando les contaron lo ocurrido, no paraban de preguntarse cómo aquel niño tan pequeño había sido capaz de romper una capa de hielo tan gruesa.
- Es imposible que con esas manos lo haya logrado, es imposible, no tiene la fuerza suficiente ¿cómo ha podido conseguirlo? -comentaban entre ellos.
Un anciano que estaba por los alrededores se acercó a los bomberos.
- Yo sí sé cómo lo hizo -dijo.
- ¿Cómo? -respondieron sorprendidos.
- No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.