viernes, 18 de diciembre de 2020

Maria esperaba…

A Maria y a todas las mujeres que guardan latente la esperanza de parir hijos que cambiaran el mundo, o al menos de hacerlo posible para todos.... para bien de todos....

María esperaba, porque era pobre...
sólo los pobres esperan, sólo los pobres miran más allá,
sólo los pobres añoran el cielo estrellado, sólo los pobres levantan sus ojos al cielo,
sólo los pobres abren sus manos, sólo los pobres esperan que otro las llene...
María esperaba, porque era pobre,
con sus manos abiertas, con sus ojos serenos,
con su corazón sencillo, con su alma transparente.
María esperaba, porque era pobre... en silencio...
levantando su corazón al cielo... calladamente... en silencio...
María esperaba en el secreto de su alma...
más allá de la esperanza humana, más allá de las fuerzas humanas...
María esperaba en silencio... callada..., como una música sin notas,
como una luz inadvertida, como una palabra guardada...
María esperaba en la paz de su alma,
en la claridad de su mirada, en la sonrisa insinuada...
María esperaba cada jornada, cada hora, cada instante que vivía,
porque la esperanza no se programa... se vive, se siente, se palpita,
se ama en cada instante...
María esperaba, como jamás nadie esperó....
por eso encontró como jamás nadie soñó...
María esperaba contra toda esperanza, sin pensar en nada...
como los pobres, que en su humildad encuentran grata la vida de cada día…
María esperaba.

Hay que saber sembrar para cosechar...

"Cualquiera puede contar las semillas de una manzana, pero solo Dios sabe cuantas manzanas hay en una semilla." Proverbio Popular.

Una mujer soñó que estaba en una tienda recién inaugurada y para su sorpresa, descubrió que Dios se encontraba tras el mostrador.
- ¿Qué vendes aquí?, le preguntó.
- Todo lo que tu corazón desee, respondió Dios.
Sin atreverse a creer lo que estaba oyendo, se decidió a pedir lo mejor que un ser humano podría desear.
- Deseo Paz de Espíritu, Amor, Felicidad, Sabiduría y ausencia de todo temor… Tras un instante de vacilación, añadió: - No sólo para mí, sino para todo el mundo... 
Dios se sonrió y le dijo: - Creo que no me has comprendido.
- Aquí no vendemos frutos. únicamente vendemos semillas.

Esperar con paciencia hasta que germinen y crezcan! En la misma forma en que procedemos con la naturaleza hay que trabajar con el corazón humano, "roturando" la costra de la indiferencia que la rutina ha formado, removiendo los trozos de un egoísmo mal entendido, desmenuzándolos en pequeños trozos de gestos amables, palabras cálidas y generosas, hasta que con soltura, permitan acoger las semillas que diariamente podemos solicitar "Gratis" en el almacén de Dios, porque El mantiene su supermercado en promoción. Son semillas que hay que cuidar con dedicación y esmero y regarlas con sudor, lágrimas y a veces hasta con sangre, como regó EL nuestra redención!

jueves, 17 de diciembre de 2020

Cambia mi mirada, Señor

Convierte mi mirada, Señor, para que sepa ver el amor escondido,
para que descubra las heridas de quienes me rodean, y quiera curarlas,
para que vea más problemas reales y menos figurados;
para que perciba las lágrimas ajenas.
Transforma mi mirada, Señor,
para que intuya las posibilidades de paz,
de concordia, de justicia, de amor.
Convierte mi mirada, Señor.
Convertirse es comprometerse un poco más, un poco mejor.
Hazme alguien comprometido con mi mundo, Señor.
Ayúdame a luchar por mi familia.
Dame coraje para perseverar cuando el camino se haga difícil.
Dame paciencia para sobrellevar los obstáculos sin rendirme.
Dame ilusión para seguir creyendo cuando me quede sin apoyos.
Dame fuerza para complicarme en batallas buenas.
Dame manos para acariciar, pies para caminar,
palabra para cantar siempre a favor de un mundo bueno.
Hazme alguien comprometido con mi mundo, Señor.

El espantapájaros

Un labrador muy tacaño, que vivía en un lejano pueblo, era conocido, por su avaricia. Hasta el punto que, cuando un pájaro comía un grano de trigo encontrado en el suelo, se ponía tan furioso que se pasaba el día oteando su huerto para alejar a todas las aves.
Tanto que tuvo una idea: construir un espantapájaros que le ayudara en el cuidado del huerto.
Con tres cañas hizo los brazos y las piernas, con paja configuró el cuerpo, una calabaza le sirvió de cabeza, dos granos de maíz puso para los ojos, una fresca zanahoria formaba su nariz y una hilera de granos de trigo componían su dentadura.
Cuando el cuerpo del espantapájaros estuvo a punto, le colocó un ropaje poco atractivo y lo hincó en tierra. Le echó una mirada y se percató que le faltaba un corazón. Cogió la fresa más sazonada y se lo colocó en el pecho.
El espantapájaros quedó en el huerto, sometido al movimiento caprichoso del viento. Sin tardar mucho, un gorrión necesitado sobrevolaba muy bajito para buscar trigo en el huerto. El espantapájaros quiso cumplir con su oficio y trató de ahuyentarlo con sus desacompasados movimientos, pero el pájaro se colocó en el árbol y dijo:
- ¡Qué buen trigo tienes. Dame algo para mis hijos!
- No es posible -dijo el espantapájaros-. Sin embargo, buscó una solución y la encontró: le ofreció sus dientes de trigo.
El gorrión, contento y conmovido, recogió los granos de trigo. El espantapájaros quedó satisfecho de su acción, aunque sin dientes.
A los pocos días, entró en el huerto un nuevo visitante muy interesado. Esta vez se trataba de un conejo. ¡Con qué ojos miró la zanahoria! El espantapájaros quiso cumplir con su deber de ahuyentarlo, pero el conejo, fijando su mirada, dijo:
- Quiero una zanahoria, tengo hambre.
El espantapájaros tuvo una corazonada y le ofreció su zanahoria. Luego dio rienda suelta a su alegría y quiso entonar una canción, pero no tenía boca ni nariz para cantarla.
Una mañana apareció el gallo madrugador, lanzando al aire su alegre kikirikí. Acto seguido, le dijo:
- Voy a prohibir a la gallina que ponga huevos para alimentar a mi avaricioso amo, pues él les daba poco de comer.
No le pareció bien al espantapájaros la decisión del gallo y le mandó que cogiera sus ojos formados por granos de maíz.
- Bien -dijo el gallo- y se fue agradecido.
A la hora del crepúsculo, oye una voz humana que le cuenta el despido que le ha hecho el labrador.
- Soy un vagabundo, le dice.
- Coge mi vestido, es lo único que puedo ofrecerte.
- ¡Oh, gracias, espantapájaros!
Ese mismo día, un poco más tarde, oyó llorar a un niño que buscaba comida para su madre. El dueño de la huerta lo había echado, sin atender a su necesidad.
- Hermano -exclamó el espantapájaros-, te doy mi cabeza que es una hermosa calabaza.
Al amanecer, el labrador fue al huerto y, cuando vio el estado en que había quedado el espantapájaros, se enfadó tanto que le prendió fuego. Por fin cayó al suelo su corazón de fresa. El labrador, riéndose, dijo: “Esto me lo como yo”. Pero al morder experimentó un cambio, su corazón de piedra se había convertido en corazón de carne.
En adelante, el huerto del labrador será un vergel y una canción donde todos podrán recrearse con la armoniosa nota del calor humano. 

martes, 15 de diciembre de 2020

El Señor es mi luz y mi salvación (Salmo 27)

Señor ayúdame a recordar que no importa cuán oscura sea la noche.
Tú eres la luz de mi vida, nunca te apagas y siempre me darás un nuevo amanecer.
Señor Jesús en tus manos pongo mi vida, mis metas y mis ilusiones.
Guíame hoy y siempre, llena mis días de bendiciones y aléjame de todo mal.
Gracias Señor, por cada momento de mi vida, por cada sueño que me das
y por cada bendición que me entregas.
Gracias por mi familia y por la gente que me quiere.
Señor, en Tus Manos coloco mis preocupaciones y problemas.
En Tu sabiduría mis planes y objetivos.
En Tu inmenso amor, mi vida y la de mis seres queridos.
Confío en ti plenamente. Gracias por escucharme.
Señor, tu sabes lo que vivo, lo que me preocupa,
lo que siento, lo que pienso, lo que me falta y lo que deseo.
Tu sabes cuando lloro, cuando rio, cuando estoy en soledad.
Cuídame, protégeme, anímame a seguir adelante y acompáñame siempre. Amen.

La leyenda de Gara y Jonay y los chorros de Epina

Cuenta la leyenda guanche que el agua que mana de la fuente de siete caños situada en la isla de La Gomera, es milagrosa. Una de las leyendas conocidas sobre los Chorros de Epina, como es conocida esta fuente, dice que el agua es capaz de descifrar el destino amoroso de aquellos que se miren en ella; si el reflejo que devuelve el agua es nítido, significa que esa persona tendrá suerte en el amor, pero si, por el contrario, el reflejo es turbio, esa persona estará condenada al sufrimiento y al desamor.
Y es aquí donde la leyenda de los Chorros de Epina se mezcla con otra leyenda guanche; la historia de amor entre dos jóvenes, Gara y Jonay. Todos los años, el día del “Beñesmén” (fiesta guanche en la que celebraban la llegada del nuevo año y en la que honraban a sus dioses, que coincidía con la fecha de la recogida de la cosecha), las jóvenes en edad casadera se acercaban a esta fuente para ver que les deparaba el futuro en el tema amoroso. Cierto año, una de esas jóvenes era Gara, la princesa de Agulo. Al llegar a la fuente, Gara se miró en el agua para conocer su avenir y pese a que en un primer momento el agua se mostró nítida, rápidamente ésta empezó a enturbiarse y a agitarse y de pronto, en medio de todo, apareció un sol abrasador. Gerián, el encargado de interpretar los símbolos mágicos, advirtió: “Lo que ha de suceder ocurrirá. Huye del fuego, Gara, o el fuego habrá de consumirte”.
Por esa época llegaron a La Gomera desde Tenerife los Menceyes (reyes de los guanches), acompañados de sus familiares y de otros nobles. Entre ellos, viajaba el Mencey de Adeje junto con su hijo Jonay. Desde el primer momento, Gara se quedó prendada de este apuesto joven y él no tardó en corresponderla. A los pocos días se anunció su compromiso, y en ese mismo momento, el Teide, conocido como Echeyde (infierno), empezó a escupir lava y fuego de una forma tan aterradora, que era posible verlo desde la isla de La Gomera. Es aquí donde el presagio anunciado por el sabio Gerián se cumplió:
Gara, princesa de Agulo, lugar del agua. Jonay, procedente de la Isla del Infierno, fuego.
Este amor era por tanto, imposible. Las familias de ambos decidieron romper esta unión que solo podría traer desgracias a las gentes del lugar. Cuando el vínculo entre Gara y Jonay estuvo roto, el volcán tinerfeño recuperó la calma. Jonay volvió a Tenerife aunque no se resignó a perder a Gara e inflando dos vejigas de animal se echó a la mar en plena noche. Cuando las fuerzas le flaqueaban, las vejigas le ayudaban a mantenerse a flote y así, a la salida del alba arribó a las costas de La Gomera y fue en busca de su amada. Juntos decidieron escapar por los bosques de laurisilva. Pero el padre de Gara se enteró de la huida de su hija y fue en su busca acompañado por un numeroso grupo de hombres. No tardaron en encontrarlos, y éstos en su afán de huir subieron al monte más alto de La Gomera donde se dieron cuenta de que no tenían escapatoria. En ese momento decidieron que preferían morir juntos que vivir separados por lo que cogieron una vara de cedro y la afilaron por los dos extremos. Cuando estuvo lista, apretaron sus pechos contra la punta y se fundieron en un abrazo eterno, mientras la vara se clavaba en sus corazones. De esta forma consiguieron estar juntos para siempre.
Actualmente, en la isla de La Gomera se sitúa el Parque Nacional de Garajonay, nombre que proviene de esta vieja leyenda guanche.

domingo, 13 de diciembre de 2020

La luz

              Florentino Ulibarri

Señor, dame la valentía de ponerme en camino,
en el camino de arriesgar la vida por ti,
para poder saborear el gozo desbordante de gastarme en tu servicio.
Dame, Señor, alas para volar y pies para caminar
al encuentro de mis hermanos y hermanas.
Dame capacidad de entrega, Señor,
entrega para “dar la vida” desde la vida, la de cada día.
Infúndenos, Señor, el deseo de darnos y entregarnos,
de dejar la vida en el servicio a los más vulnerables.
Señor, haznos constructores de tu vida, propagadores de tu reino.
Ayúdanos a poner la tienda en las periferias,
en los alejados, en los olvidados, en los descartados
para llevarles el tesoro de tu amor que salva.
Haznos, Señor, dóciles a tu Espíritu
para ser conducidos a dar la vida desde la cruz,
desde la vida que brota cuando el grano muere en la tierra,
desde la vida que germina cuando uno se olvida de sí
y se vuelca en el bien de sus hermanos.

La vela de la esperanza

El rabino Hugo Grynn fue llevado al campo de concentración de Auschwitz con su familia cuando solo era un niño. Una noche fría de invierno el padre de Hugo reunió a la familia en un barracón. Era la primera noche de la fiesta de Hanukkah, fiesta judía de las luces.
Hugo contemplaba con horror cómo su padre cogió el último paquete de manteca y lo convertía con una tira de sus ropa en una vela.
- ¡Papá, no!, gritaba el niño. Esa manteca es el último alimento que nos queda. ¿Cómo vamos a vivir?
El padre cogió una cerilla y encendió la vela y le dijo a su hijo:
- Hijo mío, podemos vivir muchos días sin comida. No podemos vivir un minuto sin esperanza. Esta luz representa la esperanza. Nunca dejes que se apague ni aquí ni en ninguna parte.