sábado, 12 de noviembre de 2022

Himno de alabanza (Rezo de Laudes)

Crece la luz bajo tu hermosa mano, Padre celeste,
y suben los hombres matutinos
al encuentro de Cristo Primogénito.
Él hizo amanecer en tu presencia
y enalteció la aurora
cuando no estaba el hombre sobre el mundo
para poder cantarla.
Él es principio y fin del universo,
y el tiempo, en su caída,
se acoge al que es la fuerza de las cosas
y en él rejuvenece.
Él es la luz profunda,
el soplo vivo que hace posible el mundo
y anima, en nuestros labios jubilosos,
el himno que cantamos.
He aquí la nueva luz que asciende
y busca su cuerpo misterioso;
he aquí, en el ancho sol de la mañana,
el signo de su gloria.
Y tú que nos lo entregas cada día,
revélanos al Hijo, potencia de tu diestra
y Primogénito de toda criatura. Amén.

La oruga y el saltamontes

Hubo una vez una pequeña oruga que se dirigía a lo alto de una montaña. En el camino se encontró con un saltamontes que con mucha curiosidad le preguntó:
- ¿Hacia dónde vas?
La pequeña oruga, sin dejar de caminar, le contestó:
- Anoche tuve un sueño, en el que desde la cima de esa montaña podría ver todo el valle. Y voy a comprobar si eso es cierto.
Al escuchar eso, el saltamontes le dijo a la oruga:
- ¿¡Estás loca!? Es imposible que tú, siendo tan solo una pequeña oruga, puedas llegar hasta la cima de esa montaña. Para ti cada piedra será como una montaña, cada charco un gran mar y cada tronco una muralla impenetrable.
Sin embargo, la oruga, no hizo caso a esas palabras, y siguió caminando. En su ascenso, se encontró con otros animales: topos, tortugas, arañas, ranas... Todas con la misma intención: "Advertirle y decirle que su sueño era imposible, y pedirle que desistiera". Sin embargo, la oruga seguía caminando.
Cuando ya estaba sin fuerzas y muy cansada, construyó en un último esfuerzo un lugar donde pasar la noche y descansar. Se dijo así misma: "Mañana estaré mejor". Se puso a descansar, y allí mismo murió.

Todos los animales iban a ver los restos del animal más loco que jamás haya existido. Su tumba era un recordatorio y una advertencia para otros animales intrépidos y atrevidos como la oruga.
Una mañana, en que el sol resplandecía, todos los animales se habían reunido alrededor de su tumba, cuando de un momento a otro vieron que la coraza dura donde estaba la oruga comenzó a quebrarse y un par de ojos y una antena salían de ella.
- ¡Esa no puede ser la oruga!, decían.
Entre tanto, y ante el asombro de todos, comenzaron a salir dos alas de colores como los del arco iris, y todos exclamaron a una sola voz:
- ¡Ohhh! ¡Es una mariposa!
Y en efecto, la oruga se había transformado en una hermosa mariposa que sintiéndose libre, voló y voló hasta cumplir su sueño de subir a la cima montaña; y desde allí pudo comprobar que, en efecto, podía ver todo el valle. ¡Qué hermoso, la oruga cumplió su sueño! El sueño por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir.

¿Cuál es el sueño que persigues? ¿Serías capaz de morir a tu antigua vida para emprender una nueva? Aprende de la oruga: No escuches a ese tipo de personas, persigue tus sueños, evita la compañía de curiosos saltamontes y rodéate de personas llenas de fe y esperanza, de aquellos que estén siempre dispuestos a darte ánimos. Y, es más, llénate de fe y confianza tu mismo sabiendo que si Dios te dio ese sueño, Él mismo proveerá la fuerza y las herramientas para hacerlos realidad.

lunes, 7 de noviembre de 2022

Dios de vida

       José María Rodríguez Olaizola SJ

Eres un Dios de vida, no de muerte o violencia
no de guerra, ni de indiferencia.
La vida en germen, que crece, invisible;
la vida recién nacida, con todo por escribir;
la vida capaz de admirarse
con ojos de niño al descubrir el mundo;
la vida bulliciosa del joven que explora
la edad de las posibilidades;
la vida encarnada de quien ya ha elegido,
y conoce la tierra que pisa;
la vida otoñal, que conjuga
sabiduría y cansancio, memorias y afectos,
viejos anhelos y aún nuevas ilusiones.
La vida que se encamina a un nuevo mañana.
La Vida prometida, eterna, contigo.

El burro y la lluvia

Hace mucho tiempo, al rey se le ocurrió ir a pescar. Viendo unas pequeñas nubes a lo lejos, decidió llamar al pronosticador del tiempo.
Después de hacer unos cálculos, olfatear el aire y seguir el camino de las hormigas, se presentó ante él monarca y le dijo:
- Vaya usted tranquilo majestad, no lloverá ni una gota.
Contento, hizo los preparativos y con dos pajes y tres guardias, montados a caballos, se dirigieron al río. En el camino, encontró a un campesino, montado en un burro. Al ver este al rey, haciendo una reverencia y con voz tímida y humilde le dijo:
- Mi señor, es mejor que busque refugio pronto, porque va a llover muchísimo.
El rey, lo miró con arrogancia, mientras pensaba: ‘Que puede saber este pobre hombre que ni siquiera tiene un buen caballo, comparándolo con mi pronosticador que es un gran conocedor de las ciencias, un especialista, muy bien pagado’.
Y haciendo caso omiso, siguió su camino, mientras el pobre hombre meneaba la cabeza.
Cuando estaba a punto de llegar al río, comenzó a lloviznar, luego a llover con más intensidad, hasta que se convirtió en una lluvia torrencial.
Su Majestad, sus pajes y sus guardias, estaban empapados hasta los huesos y no encontraron refugio en ningún lugar.
Volvieron como pudieron al palacio. Apenas entró, llamó al pronosticador y lo echó del palacio, del reino y hasta de las comarcas cercanas. Y mandó llamar, al campesino.
Llegó este, medio asustado y se presentó ante el rey. El monarca, sin tantas vueltas le ofreció el puesto. Pero este le dijo:
- Mi señor, me honra, pero yo no sé nada de esto. Lo que pasa es, que cuando mi burro tiene las orejas levantadas, hay un hermoso día de sol, cuando una se le cae, es que va a haber mal tiempo, pero si tiene las dos orejas caídas es que va a llover mucho."
El rey como buen estadista, contrató al burro.
Así comenzó la costumbre de contratar burros como asesores. Y desde entonces, tienen los puestos mejor pagados.

domingo, 6 de noviembre de 2022

Himno de alabanza

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu,
salimos de la noche y estrenamos la aurora;
saludamos el gozo de la luz que nos llega
resucitada y resucitadora.
Tu mano acerca el fuego a la tierra sombría,
y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia;
silabeas el alba igual que una palabra;
tu pronuncias el mar como sentencia.
Regresa, desde el sueño, el hombre a su memoria,
acude a su trabajo, madruga a sus dolores;
le confías la tierra, y a la tarde la encuentras
rica de pan y amarga de sudores.
Y tú te regocijas, oh Dios, y tu prolongas
en sus pequeñas manos tus manos poderosas;
y estáis de cuerpo entero los dos así creando,
los dos así velando por las cosas.
¡Bendita la mañana que trae la noticia
de tu presencia joven, en gloria y poderío,
la serena certeza con que el día proclama
que el sepulcro de Cristo está vacío! Amén

Conversación en el vientre materno

Conversaban dos gemelos en el vientre materno y uno dijo:
- ¿Tú crees en la vida después del parto?
- Claro que sí. Algo debe existir después del parto. Tal vez estamos aquí porque necesitamos prepararnos para lo que seremos más tarde.
- ¡Tonterías! No hay vida después del parto. No, no es posible. Esto es todo lo que hay. En este oscuro y agradable lugar se está muy a gusto. Además ¿cómo sería esa vida?
- No lo sé. Pero seguramente habrá más luz que aquí. Tal vez caminemos con nuestros propios pies y nos alimentemos por la boca.
- ¡Eso es absurdo! Caminar es imposible. Y ¿comer por la boca? ¡Eso es ridículo! ¡Siempre nos hemos alimentado por el cordón umbilical!
- Pero yo creo que debe haber algo.
- Además, nadie ha vuelto del más allá después del parto. El parto es el final de la vida.
Pero no conseguía convencer a su gemelo. Después de un largo silencio, entre titubeos, le dijo:
- Te diré algo más, creo que hay una madre.
- ¿Quién te ha metido semejante idea en la cabeza? -le espetó furioso su hermano-. Yo nunca he visto a mama y tú tampoco. ¿Y dónde crees tú que estará ella?
- ¿Dónde? En todo nuestro alrededor. En ella y a través de ella es como vivimos.
- ¡Pues yo no me lo creo! Nunca he visto a mamá, y no creo que exista. Este lugar es todo lo que tenemos y aquí se está muy bien y yo no quiero ir a ninguna otra parte.
- ¿No sientes, a veces, una cierta presión? Yo creo que esta incómoda presión es porque tenemos que estar listos para salir de aquí a otro lugar más hermoso y entonces veremos a nuestra madre cara a cara. ¿No crees que la operación salida será maravillosa? ¿Sabes?… Yo pienso que hay una vida real que nos espera y que ahora solamente estamos preparándonos para ella.