viernes, 16 de junio de 2023

Corazón de Jesús

          José Mª Rodríguez Olaizola

Tus brazos envuelven a toda criatura en gesto fraterno.
Tu rostro cansado proclama, callando, el perdón eterno.
Con manos vacías, clavado a este mundo llegas a la meta.
Siervo maltratado, corres el destino que anunció el profeta.
Tu cuerpo quebrado muestra, en su pobreza, un nuevo camino.
Del costado roto brota, a borbotones, el llanto divino.
Sangre y agua fluyen, lágrimas que gritan desde las heridas.
Siervo despreciado, que para salvarnos te das sin medida.
Hay crucificadas tantas esperanzas
que no se marchitan pese a la sequía.
Hay crucificados tantos inocentes
a los que el pecado dejó a la deriva.
Hay crucificado tanto amor negado
que no halló respuesta cuando la pedía.
Pero allá, en la cruz, retando a las sombras,
late un corazón que abraza la vida.
Es tu corazón, Jesús, casa
donde guarecernos en nuestras tormentas.
Es tu corazón, Jesús, mesa
donde recobramos las gastadas fuerzas.
Es tu corazón, Jesús, canto
con el que bendices esta tierra seca
Es tu corazón, Jesús, fiesta
que a todos convoca y a todos alegra.

Las manos que rezan




Tal vez has visto, está imagen muchas veces... Pero hoy sabrás la historia detrás del dibujo. En el siglo XV, en una pequeña aldea cercana a Nürenberg, vivía una familia con varios hijos. Para poner pan en la mesa para todos, el padre trabajaba casi 18 horas diarias en las minas de carbón, y en cualquier otra cosa que se presentara.

Dos de sus hijos tenían un sueño: querían dedicarse a la pintura. Pero sabían que su padre jamás podría enviar a ninguno de ellos a estudiar a la Academia.

Después de muchas noches de conversaciones calladas, los dos hermanos llegaron a un acuerdo. Lanzarían al aire una moneda, y el perdedor trabajaría en las minas para pagar los estudios al que ganara...

Al terminar los estudios, el ganador pagaría entonces los estudios al que se quedara en casa con la venta de sus obras. Así, los dos hermanos podrían ser artistas.

Lanzaron al aire la moneda un domingo al salir de la iglesia. Uno de ellos llamado Albrecht Durero, ganó y se fue a estudiar a Nüremberg.

Entonces, el otro hermano, comenzó el peligroso trabajo en las minas, donde permaneció durante los siguientes cuatro años para pagar los estudios de su hermano, que desde el primer momento fue toda una sensación en la Academia.

Los grabados de Albretch, sus tallas y sus óleos llegaron a ser mucho mejores que los de muchos de sus profesores, y cuando llegó su graduación, ya había comenzado a ganar considerables sumas con las ventas de su arte.

Cuando el joven artista regresó a su aldea, la familia Durero se reunió para una cena festiva en su honor.

Al finalizar la memorable velada, Albretch se puso de pie en su lugar de honor en la mesa, y propuso un brindis por su hermano querido, que tanto se había sacrificado trabajando en las minas para hacer sus estudios una realidad. El hermano dijo:

- No, Albretch, no puedo ir a Nüremberg. ¡Es muy tarde para mí! Estos cuatro años de trabajo en las minas han destruido mis manos. He tenido varias roturas en los huesos de mis dedos, y la artritis en mi mano derecha ha avanzado tanto que hasta me costó trabajo levantar la copa durante tu brindis. No podría trabajar con delicadas líneas el compás o el pergamino, y no podría manejar la pluma ni el pincel. No, hermano, para mí ya es tarde. Pero soy feliz de que mis manos deformes hayan servido para que las tuyas ahora hayan cumplido su sueño.
Más de 450 años han pasado desde ese día. Hoy los grabados, óleos, acuarelas, tallas y demás obras de Albretch Durero pueden ser vistos en museos alrededor de todo el mundo.
Pero seguramente usted, como la mayoría de las 
personas, sólo recuerde uno. Seguramente hasta tenga uno en su oficina o en su casa. Es el que un día, para rendir homenaje al sacrificio de su hermano, Albretch Durero dibujó las manos maltratadas de su hermano, con las palmas unidas y los dedos apuntando al cielo. Llamó a esta poderosa obra simplemente “manos” pero el mundo entero abrió de inmediato su corazón a su obra de arte y se le cambió el nombre por el de “manos que oran”.
La próxima vez que veas una copia de esa obra, mírala bien. Y ojalá sirva para que, cuando te sientas demasiado orgulloso de lo que haces, y muy seguro de ti mismo, recuerdes que en la vida ¡nadie nunca triunfa sólo!



martes, 13 de junio de 2023

Oración a San Antonio de Padua

¡Oh, admirable San Antonio! 
glorioso por los grandes milagros realizados,
que mereciste tener en los brazos al Niño Jesús,
concédeme de su bondad la gracia que ardientemente deseo.
Tú, que fuiste tan misericordioso con los pecadores,
no mires mis pecados, sino la gloria de Dios,
que será una vez más ensalzada por ti
y para la salvación de mi alma,
unida a la súplica que ahora solicito con tanto anhelo.
Te ofrezco como prenda de mi gratitud 
la promesa 
de una vida más conforme a las enseñanzas del Evangelio
y consagrarme al alivio de los pobres tan amados por ti.
Bendice mi promesa 
y alcánzame la perseverancia hasta la muerte. Así sea

La mula de rodillas

Este es uno de los milagros más conocidos de san Antonio de Padua, cuya fiesta es hoy. Una vez, encontrándose en Rímini, el santo trató de convertir a un hereje. Discutían sobre la presencia real de Jesús en la Eucaristía.

El hereje, llamado Bonvillo, lanza el desafío al fraile afirmando: si tú, Antonio, logras probar con un milagro que en la Comunión de los creyentes está, velado, el verdadero cuerpo de Cristo, yo renunciaré a cada herejía y abrazaré sin demora la fe católica. Antonio acepta el desafío convencido de conseguirlo todo de Dios, por la conversión del hereje.
Entonces Bonfillo, dice: yo tendré encerrada mi mula durante tres días sin comer. A los tres días, la sacaré delante de todos y le pondré heno para que coma. Tú mientras tanto estarás al otro lado con eso que afirmas ser el cuerpo de Cristo. Si el animal incluso hambriento rechaza el alimento y adora a tu Dios yo creeré sinceramente en la fe de la Iglesia.
Antonio rezó y ayunó los tres días. El día establecido, la plaza estaba repleta de gente, todos a la espera de ver quién ganaba la disputa. Antonio celebró la Misa delante de la muchedumbre y luego con suma reverencia acercó el cuerpo de Cristo ante la mula hambrienta y al mismo tiempo Bonfillo le puso el heno.
Entonces san Antonio ordenó al animal: “En virtud y en nombre del Creador, que yo, por indigno que sea, tengo de verdad entre mis manos el cuerpo de Cristo, te ordeno, oh animal, que te acerques con humildad y le presentes la debida veneración, para que los malvados herejes comprendan con este gesto que todas las criaturas están sujetas a su Creador, tenido entre las manos por la dignidad sacerdotal en el altar”.
El santo ni siquiera había acabado estas palabras cuando el animal, dejando a un lado el heno, inclinándose y bajando la cabeza, se acercó arrodillándose delante de la Eucaristía.
Una gran alegría contagió a los fieles y el hereje renegó de su doctrina en presencia de toda la gente y se convirtió a la fe católica.

domingo, 11 de junio de 2023

Cuerpo de Cristo

        José María R. Olaizola, SJ.

Ojos inquietos por verlo todo.
Oídos atentos a los lamentos, los gritos, las llamadas,
Lengua dispuesta a hablar verdad, pasión, justicia…
Cabeza que piensa, para encontrar respuestas
y adivinar caminos con brillos nuevos.
Manos gastadas de tanto bregar,
de tanto abrazar, de tanto acoger,
de tanto repartir pan, promesa y hogar.
Entrañas de misericordia
para llorar las vidas golpeadas
y celebrar las alegrías.
Los pies, siempre en marcha
hacia tierras abiertas,
hacia lugares de encuentro.
Cicatrices que hablan
de luchas, de heridas,
de entregas, de amor, de resurrección.
Cuerpo de Cristo… …Cuerpo nuestro.

El pelícano bueno

El pelícano se posó sobre unas negras rocas, perladas por las gotas de agua marina que llegaban hasta ellas. El ave se encontraba extenuada, estuvo batiendo sus alas varios días en busca de comida, para llevarla a sus crías dejadas en su nido, ubicado en la ladera de un acantilado. Sentía también que sus fuerzas lo abandonaban y pensaba en que si moría debía ser protegiendo a sus hijos, a los que las últimas noches solo había podido proteger del despiadado frío.
Al llegar a su hogar, los pichones; moribundos por la inanición, en una batalla contra la muerte levantan sus peladas cabecitas y abren sus picos, intentando por instinto deglutir el inexistente alimento, mientras tanto… chillan…
Ante ello, el pelícano sabe que solo tiene un camino que tomar. Y con su afilado pico se abre una herida en el blanco pecho, de ella extrae trozos de su propia carne, y los reparte a sus crías, las cuales aún ciegas y sin entendimiento, son ajenas al sacrificio de este. El pelícano, ahora con el pecho ensangrentado y dolido, puede observar a la muerte alejarse de sus pequeños, pero venir por él.
Es por eso que los primeros cristianos no dudaron en utilizar la imagen del pelícano para simbolizar el sacrificio de Cristo. Por ese motivo el pelícano aparece representado en muchos sagrarios.