sábado, 25 de septiembre de 2021

Oración a Santa María de Nuestra Liberación-2

Pedro Casaldáliga

María nuestra del Magníficat, queremos cantar contigo,
¡María de nuestra Liberación!
Contigo proclamamos la grandeza del Señor, que es el único grande,
y en ti nos alegramos contigo, porque, a pesar de todo, Él nos salva.
Contigo cantamos, María, exultantes de gratuidad,
porque Él se fija en los insignificantes;
porque su poder se derrama sobre nosotros en forma de amor;
porque Él es siempre fiel,
igual en nuestras diversidades, único para nuestra comunión,
de siglo en siglo, de cultura en cultura, de persona en persona;
porque su brazo interviene históricamente
-por intermedio de nuestros brazos, inseguros pero libres-
y porque un día intervendrá, definitivamente Él;
porque es Él quien desbarata los proyectos de las transnacionales
y sostiene la fe de los pequeños que se organizan para sobrevivir humanamente;
porque vacía de lucros los cofres de los capitalistas
y abre espacios comunitarios para el plantío, la educación y la fiesta
en favor de los desheredados;
porque derriba de su trono a todos los dictadores
y sostiene la marcha de los oprimidos
que rompen estructuras en busca de la Liberación;
porque sabe personar a su sierva, la Iglesia,
siempre infiel creyéndose señora, sin embargo, siempre amada escogida,
por causa de la Alianza que El hizo un día con la sangre de Jesús.
María de Nazaret, cantadora del Magníficat, servidora de Isabel:
¡quédate también con nosotros, que está por llegar el Reino!;
quédate con nosotros, María, con la humildad de tu fe, capaz de acoger la Gracia;
quédate con nosotros, con el Verbo que iba creciendo en ti,
humano y Salvador, judío y Mesías, Hijo de Dios e hijo tuyo, nuestro Hermano, Jesús.

El cadáver

- Pregunté a los hombres: ¿Qué lleváis envuelto en ese fardo, hermanos?
- Y ellos me contestaron: “Llevamos un cadáver, hermano”.
- Así que les pregunté: ¿Lo mataron o murió de muerte natural?
- “Lo que preguntas tiene difícil respuesta, hermano. Pero más bien parece haber sido un asesinato”.
- ¿Y cómo fue el asesinato? ¿Acuchillado o con bala, hermanos?, les pregunté.
- No fue un cuchillo ni una bala, ha sido un crimen mucho más perfecto, un crimen que no deja huella alguna.
- Entonces, ¿cómo lo han matado?, pregunté.
Y ellos me respondieron con calma:
- A este hombre lo ha matado el hambre, hermano.

Servir…servir, en todo, amar y servir, al estilo de Jesús.
"Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos"

viernes, 24 de septiembre de 2021

Oración a santa María de nuestra Liberación

Pedro Casaldáliga

María de Nazaret, esposa prematura de José el carpintero,
aldeana de una colonia siempre sospechosa,
campesina anónima de un valle del Pirineo,
rezadora sobresaltada de la Lituania prohibida,
indiecita masacrado de El Quiché, favelada de Río de Janeiro,
negra segregada en el Apartheid, harijan de la India,
gitanilla del mundo; obrera sin cualificación,
madre soltera, monjita de clausura; niña, novia, madre, viuda, mujer.
Cantadora de la Gracia que se ofrece a los pequeños,
porque sólo los pequeños saben acogerla;
profetisa de la Liberación que solamente los pobres conquistan,
porque sólo los pobres pueden ser libres:
queremos crecer como tú, queremos orar contigo,
queremos cantar tu mismo Magníficat.
Enséñanos a leer la Biblia -leyendo a Dios-
como tu corazón la sabía leer,
más allá de la rutina de las sinagogas
y a pesar de la hipocresía de los fariseos.
Enséñanos a leer la Historia
-leyendo a Dios, leyendo al hombre- como la intuía tu fe,
bajo el bochorno de Israel oprimido,
frente a los alardes del Imperio Romano.
Enséñanos a leer la Vida -leyendo a Dios, leyéndonos-
como la iban descubriendo tus ojos, tus manos, tus dolores, tu esperanza.
Enséñanos aquel Jesús verdadero,
carne de tu vientre, raza de tu pueblo, Verbo de tu Dios;
más nuestro que tuyo, más del pueblo que de casa,
más del mundo que de Israel, más del Reino que de la Iglesia.
Aquel Jesús que, por el Reino del Padre,
se arrancó de tus brazos de madre y se entregó a la muchedumbre,
solo y compasivo, poderoso y servidor, amado y traicionado,
fiel ante los sueños del Pueblo, fiel contra los intereses del Templo,
fiel bajo las lanzas del Pretorio, fiel hasta la soledad de la muerte
Enséñanos a llevar ese Jesús verdadero
por los callados caminos del día a día, junto a la prima Isabel,
y a la faz de nuestros pueblos abatidos
que, a pesar de todo, Lo esperan.

Fábula de la antigua China: Ungüento para manos agrietadas

En el Reino de Song había una familia que elaboraba un ungüento para las grietas en las manos; lo necesitaban porque, de generación en generación, se dedicaban al lavado de ropa. Un hombre oyó hablar del tema y ofreció 100 monedas de oro por la receta.
- Hemos estado, durante generaciones, en este negocio de la lavandería –argumentaba la familia, mientras discutía la oferta–. Pero jamás ganamos más que unas pocas monedas de oro. Sin vacilar debemos venderla.
Por entonces, el Reino de Yue invadía el Reino de Wu; y el hombre que habían comprado la receta, se la regaló al príncipe de Wu, quien al punto lo nombró general. Ese invierno, sus tropas entraron en un combate naval con las de Yue, derrotando totalmente al enemigo. Y el príncipe recompensó al general con un feudo.
Así, el mismo ungüento para las manos agrietadas pudo ganar un feudo, o simplemente aliviar a los lavanderos. Todo depende del uso que se dé a las cosas.

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Oración por los sacerdotes de San Juan XXIII

¡Oh Jesús, Sacerdote eterno! Guarda a tus Sacerdotes
bajo la protección de tu Sagrado Corazón,
donde nada pueda mancillarlos;
guarda inmaculadas sus manos ungidas
que tocan cada día tu Sagrado Cuerpo;
guarda inmaculados sus labios
diariamente teñidos con tu preciosa Sangre;
guarda puros y despejados de todo afecto terrenal sus corazones,
que Tú has sellado con la sublime marca del sacerdocio.
Que tu santo amor los rodee
y los preserve del contagio del mundo.
Bendice sus tareas apostólicas con abundantes frutos
y haz que las almas confiadas a su celo y dirección
sean su alegría en la tierra,
y su hermosa e inmarcesible corona en el cielo. Amén.

El sacerdote que fracasó

El párroco de un pequeño pueblo llegó a la iglesia animado y motivado para realizar otra Misa vespertina, pero la hora pasaba y el pueblo no llegaba. Después de 15 minutos de retraso, entraron tres niños; después de 20 minutos entraron dos jóvenes. Así que el sacerdote decidió comenzar la Misa con los cinco feligreses. En el transcurso de la Misa, entró una pareja que se sentó en los últimos bancos de la iglesia. Cuando el sacerdote predicaba y explicaba el Evangelio, entró otro señor, sucio, con una cuerda en la mano.
Decepcionado y sin entender la causa de la débil participación de los fieles, el sacerdote celebró la Misa con amor y predicó con entusiasmo y celo.
Cuando volvía a su casa fue asaltado y golpeado por dos ladrones que se llevaron su carpeta donde estaban su Biblia y otras pertenencias de poco valor. Llegando a la casa parroquial, haciendo los vendajes de las heridas, describió ese día como: ‘El día más triste de mi vida, un fracaso de mi ministerio, y el día más poco fructífero de mi carrera; pero no importa, todo lo hago con Dios y para Él’.
Pasaron cinco años, el sacerdote decidió compartir esta historia con los feligreses en la iglesia. Cuando terminaba de contar la historia, una pareja destacada en esa parroquia lo detuvo y dijo:
- “Padre, la pareja de la historia que se sentó en el fondo éramos nosotros. Estábamos al borde de la separación por varios problemas y desacuerdos que había en nuestro hogar. Esa noche decidimos nuestro divorcio, pero primero decidimos venir a la iglesia para dejar nuestras alianzas y luego cada uno seguiría su camino. Después de escuchar su homilía, decidimos olvidar la separación esa misma noche. Y hoy estamos aquí con el hogar y la familia restaurados”.
Mientras la pareja hablaba, uno de los empresarios más exitosos que ayudaba en el sustento de esa iglesia saludaba, pidiendo hablar y al darle la oportunidad dijo:
- “Padre, soy el señor que entró medio sucio con una cuerda en la mano. Yo estaba al borde de la quiebra, perdido en las drogas, mi esposa y mis hijos se habían ido de casa por mi carácter violento con ellos. Esa noche traté de suicidarme, pero la cuerda se rompió, así que salí a comprar otra. Cuando me puse en camino, vi la iglesia abierta, decidí entrar aunque estaba realmente sucio y con la cuerda en la mano. Esa noche, su homilía perforó mi corazón y salí de aquí con ánimo de vivir. Hoy estoy libre de las drogas, mi familia volvió a casa y me convertí en el mayor empresario del pueblo.”
En la puerta de la entrada de la sacristía, el Diácono gritó:
- “Padre, fui uno de esos ladrones que lo robaron. El otro murió esa misma noche cuando realizábamos el segundo robo. En su maletín, había una Biblia. La leí cada vez que me despertaba por la mañana. Después de tanto leer, decidí participar en esta iglesia.”
El Padre se quedó en shock y empezó a llorar junto con los fieles. Después de todo, esa noche que consideraba como una noche de fracaso fue una noche muy productiva.
MORALEJA DE LA HISTORIA: Ejerce tu misión con dedicación y celo independiente del número de participantes. Dale lo mejor todos los días, porque cada día eres un instrumento del bien para la vida de alguien. Aún en los peores días de tu vida puedes ser una bendición en la vida de alguien. Dios puede usar las ‘malas circunstancias’ de una vida para producir grandes victorias.