sábado, 30 de marzo de 2019

Tú eres tierra firme, Señor

Tú eres tierra firme, Señor.
Hoy todo se prevé y se calcula.
Nos cuesta entender tu ofrecimiento que no lleva garantías reconocidas.
Señor quebranta nuestro espíritu de cálculo, que no nos deja dar el salto al vacío.
Que no te busquemos para garantizar nuestros intereses.
Señor queremos una fe desnuda, apoyada en tu palabra,
capaz de poner en juego la misma vida.
Míranos también a nosotros. Tu espíritu nos impulsa hoy a una renovación total.
Que seamos fieles a esta tu llamada aunque no tengamos caminos hechos.
Señor danos imaginación creadora y capacidad de aventura.
Necesitamos profetas, cantores, vagabundos, poetas y revolucionarios
que no se instalen nunca en ninguna seguridad humana
No lo vemos, pero lo creemos, nos fiamos de Ti,
lo incierto, es cierto; la tierra movediza, suelo firme.
Concédenos, Señor, este don por Jesús que saltó primero al vacío.

Experiencia de vida


                       Historias de Luz y Sabiduría

En Alaska uno de los deportes más tradicionales es la tala de árboles. Un joven quería convertirse en un gran leñador. Desde pequeño, oyó hablar del mejor talador de la zona. Aquel hombre, a quien todavía no conocía, se había convertido, en sueños, en su ídolo.
Cierto día, caminando por un bosque, tuvo la oportunidad de conocerlo. Acercándose lentamente y con indisimulada admiración, el joven le dijo:
- Quiero ser su discípulo. Desde siempre quise aprender a cortar árboles como lo hace usted. ¿Puedo ser su alumno?
El leñador aceptó y durante algún tiempo le enseñó pacientemente.
A los pocos meses, el joven creyó que ya había aprendido todas las lecciones posibles, e, incluso, que había superado a su maestro. Al ser muchos años menor, se sentía con más fuerza y más agilidad, por lo que dejó de estar a la par del leñador.
Llegado el siguiente invierno, el joven se apresuró a inscribirse en el certamen de leñadores. Y para su sorpresa, el único rival iba a ser… su maestro.
Ambos aceptaron el desafío. Sería una competición de varias horas para saber cuál de los dos era el más hábil para cortar la mayor cantidad de árboles.
El joven comenzó a cortar con sumo vigor; entre árbol y árbol, observaba a lo lejos a su maestro, que permanecía sentado la mayor parte del tiempo.
El joven volvía a su tarea, seguro de vencerlo.
Al finalizar el día, el juez hizo el recuento de árboles, y, para gran sorpresa del aprendiz de leñador, el maestro había cortado mayor cantidad.
- Esto no puede ser. Debe haber un error. ¡Siempre que lo miré estaba descansando!, dijo el joven, sin ocultar su furia.
- Te equivocas, hijo, respondió el maestro leñador, no estaba descansando, sino afilando mi hacha. Esa es la razón por la que tú has perdido.

Moraleja: aprovecha las lecciones de la experiencia. La experiencia no es sólo lo que has conseguido, sino lo que has aprendido.

viernes, 29 de marzo de 2019

Enséñanos a mirar con tus ojos

Señor, enséñanos a mirar con tus ojos.
Los nuestros nos engañan y empañan lo que vemos.
Sin querer ayudar a los demás,
les contagiamos nuestro pesimismo, nuestra negatividad.
Líbranos de las vigas de nuestros ojos
para que nuestra mirada sea limpia, para que podamos ver claro
y así poder ayudar a nuestros hermanos a deshacerse de la mota del ojo.
Sin la viga que nos deforma, volvemos a ser como tú quieres
Y vemos el mundo con tus ojos. Tu mirada nos purifica.
Que nuestra mirada sea suficientemente transparente
para ser capaces de transformar el mundo.
Que nuestro corazón sea suficientemente limpio
para que sus ventanas, nuestros ojos,
te puedan ver en todas partes, en todo lo que nos rodea,
y sobre todo en la mirada de nuestros hermanos.

La princesa de fuego


                            Pedro Pablo Sacristán

Hubo una vez una princesa increíblemente rica, bella y sabia. Cansada de pretendientes falsos que se acercaban a ella para conseguir sus riquezas, hizo publicar que se casaría con quien le llevase el regalo más valioso, tierno y sincero a la vez. El palacio se llenó de flores y regalos de todos los tipos y colores, de cartas de amor incomparables y de poetas enamorados. Y entre todos aquellos regalos magníficos, descubrió una piedra; una simple y sucia piedra. Intrigada, hizo llamar a quien se la había regalado. A pesar de su curiosidad, mostró estar muy ofendida cuando apareció el joven, y este se explicó diciendo:
- Esa piedra representa lo más valioso que os puedo regalar, princesa: es mi corazón. Y también es sincera, porque aún no es vuestro y es duro como una piedra. Sólo cuando se llene de amor se ablandará y será más tierno que ningún otro.
El joven se marchó tranquilamente, dejando a la princesa sorprendida y atrapada. Quedó tan enamorada que llevaba consigo la piedra a todas partes, y durante meses llenó al joven de regalos y atenciones, pero su corazón seguía siendo duro como la piedra en sus manos. Desanimada, terminó por arrojar la piedra al fuego; al momento vio cómo se deshacía la arena, y de aquella piedra tosca surgía una bella figura de oro. Entonces comprendió que ella misma tendría que ser como el fuego, y transformar cuanto tocara separando lo inútil de lo importante.
Durante los meses siguientes, la princesa se propuso cambiar en el reino, y como con la piedra, dedicó su vida, su sabiduría y sus riquezas a separar lo inútil de lo importante. Acabó con el lujo, las joyas y los excesos, y las gentes del país tuvieron comida y libros para todos. Cuantos trataban con la princesa salían encantados por su carácter y cercanía, y su sola presencia transmitía tal calor humano y pasión por cuanto hacía, que comenzaron a llamarla cariñosamente "La princesa de fuego".
Y como con la piedra, su fuego deshizo la dura corteza del corazón del joven, que tal y como había prometido, resultó ser tan tierno y justo que hizo feliz a la princesa hasta el fin de sus días.

miércoles, 27 de marzo de 2019

Yo le había pedido a Dios

Yo le había pedido a Dios poder para ser amado... 
y me he encontrado con el amor para no necesitar ser poderoso.
Yo le había pedido a Dios la salud para hacer grandes cosas...
y me he encontrado con la enfermedad para hacerme grande.
Yo le había pedido la riqueza para ser feliz...
y me he encontrado con la felicidad para poder vivir la pobreza.
Yo le había pedido a Dios leyes para dominar a los otros...
y me he encontrado con la libertad para liberarlos.
Yo le había pedido a Dios admiradores para estar rodeado de gente...
y me he encontrado amigos para no estar solo.
Yo le había pedido a Dios ideas para convencer...
y me he encontrado espacio para convivir.
Yo le había pedido dinero para comprar cosas...
y me he encontrado personas para compartir mi dinero.
Yo le había pedido milagros para creer...
y él me ha dado fe para hacer milagros.
Yo le había pedido una religión para ganarme el cielo...
y él sólo me ha dado su Hijo para acompañarme por la tierra.
Yo le había pedido todo para gozar en la vida...
y él me ha dado la vida para que goce de todo.
Yo le había pedido ser un dios...
y él sólo pudo hacerme un hombre.

La sabiduría del águila


Se cuenta que el águila es el ave con mayor longevidad. Llega a vivir 70 años, pero para llegar a esa edad, a los 40 debe tomar una seria y difícil decisión ya que:
       *Sus uñas están apretadas y no consiguen agarrar a sus presas con las que se alimenta.
       *Su pico largo y puntiagudo, se curva demasiado, apuntando contra el pecho.
       *Sus alas están envejecidas, pesadas y sus plumas gruesas. Volar se le hace difícil y más costoso.
Entonces, el águila, tiene solamente una alternativa: morir o enfrentarse a un doloroso proceso de renovación que durara 150 días.
Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí, en un nido cercano a un paredón, donde no tenga la necesidad de volar.
Después de encontrar ese lugar, el águila comienza a golpear su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo. Luego debe esperar el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una sus uñas.
Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, comenzará a arrancar sus plumas viejas para que renazcan las nuevas.
Después de cinco meses, sale para su vuelo de renovación y… ¡a vivir 30 años más!


martes, 26 de marzo de 2019

Caminaré siempre en tu presencia

Caminaré siempre en tu presencia por el camino de la vida.
Te entrego, Señor, mi vida, hazla fecunda.
Te entrego mi voluntad, hazla idéntica a la tuya.
Caminaré a pie descalzo,
con el único gozo de saber que Tú eres mi tesoro.
Toma mis manos, hazlas acogedoras. Toma mi corazón, hazlo ardiente.
Toma mis pies, hazlo incansables. Toma mis ojos, hazlo transparentes.
Toma mis horas grises, hazlas novedad.
Hazte compañero inseparable de mis caídas y tribulaciones
Y enséñame a gozar en el camino de las pequeñas cosas que me regalas,
sabiendo siempre ir más allá, sin quedarme al borde del camino.
Toma mis cansancios, hazlo tuyos. Toma mis veredas, hazlas tu camino.
Toma mis mentiras, hazlas verdad. Toma mis muertes, hazlas vida.
Toma mi pobreza, hazla tu riqueza. Toma mi obediencia, hazla tu gozo.
Toma mi nada, haz lo que quieras. Toma mi familia, hazla tuya.
Toma mis pecados. Toma mis faltas de amor, mis eternas omisiones,
mis permanentes desilusiones, mis horas de amarguras.
Tómalo todo Señor y camina conmigo; acércate a mis pisadas.
Hazme nuevo en la entrega, alegría en la entrega
gozo desbordante al dar la vida, gastándola en tu servicio. Amén

Milagros


               José Luis Martín Descalzo ("Razones para el amor")

Recuerdo haber escrito hace años un extraño poema en el que me imaginaba que, por un día, Cristo se dedicaba a hacer los milagros que a él le gustaban y no los puramente prácticos que la gente le pedía. Y que, en un camino de Palestina, una muchacha hermosísima se presentaba ante Él planteándole la más dolorosa de las curaciones: ella era tan bella, que todos la querían, pero ella no quería a nadie. Deseada por todos, arrastraba una belleza inútil e infecunda. Y le pedía a Cristo el mayor de los milagros: que la concediera el don de amar.
Cristo, entonces, la miraba con emoción y compasión y le preguntaba:
- "¿Sabes que si amas tendrás que vivir cuesta arriba?"
La muchacha respondía:
- "Lo sé, Señor, pero lo prefiero a este gozo muerto, a esta felicidad inútil."
Ahora Cristo le sonreía y le decía:
- "Ea, levántate y ama, muchacha. Entra en el mundo terrible de los que han preferido amar a ser amados."
Y la muchacha se alejaba con el alma multiplicada, dispuesta a nadar felizmente a contracorriente de la vida.
La fábula seguramente es disparatada, pero verdadera. Porque -los recientes enamorados lo saben- amar a la corta es dulcísimo; a la larga, cansado; más a la larga, maravilloso.

domingo, 24 de marzo de 2019

Déjala un poco más

                        F. Ulibarri

No es la primera vez que vienes
y que la higuera muestra sus hojas arrogante
–verdes, grandes, ásperas, sin fruto–, engañándote.
Sabes que ocupa terreno fértil,
que sudaste y te esforzaste cuidándola
para que diera los 
mejores higos, inútilmente.
Y aunque tienes ganas de cortarla
tu corazón hortelano se resiste.
Le cavarás la tierra, le echarás abono nuevamente...
Hablo robándote las palabras
que me dijiste al encontrarme
e invitarme a tu causa y buena nueva urgentemente.
Déjala un poco más.
Déjanos un poco más.
Déjame un poco más, Señor, y cuídanos.

Las cosas no son siempre como parecen


Érase una vez dos ángeles que viajaban por el país. Llamaron a la puerta de una familia rica y ésta los alojó en el sótano. Mientras hacían la cama en el duro suelo, el ángel más viejo vio un pequeño agujero en la pared y lo tapó. El más joven le preguntó por qué lo hacía y le contestó:
- Las cosas no son siempre lo que parecen.
Al día siguiente viajaron a un pueblecito y una familia pobre les ofreció de cenar y les dieron la mejor cama para pasar la noche.
A la mañana siguiente los dos ángeles encontraron al matrimonio llorando. Su única vaca había muerto.
El ángel más joven indignado y furioso le dijo a su compañero:
- ¿Cómo has permitido semejante desgracia? Ayudaste a los ricos que nos trataron tan mal y por esta familia que nos ha dado todo no has hecho nada.
- Las cosas no son siempre como parecen, le contestó el ángel más viejo.
Cuando nos hospedamos en aquella casa rica vi que había oro en el agujero y lo tapé para que esa familia egoísta y avariciosa nunca lo encontrara.
Y esta noche cuando dormíamos, el ángel de la muerte vino a buscar a la esposa de esta casa. Yo le dije que se llevara a la vaca en lugar de la esposa.
Como ves las cosas no son siempre como parecen.