viernes, 12 de mayo de 2023

Oración a María

                  del Papa Francisco

María, mujer de la escucha, abre nuestros oídos;
haz que sepamos escuchar la Palabra de tu Hijo Jesús
entre las mil palabras de este mundo;
haz que sepamos escuchar la realidad en la que vivimos,
cada persona que encontramos,
especialmente aquella que es pobre, necesitada, en dificultad.

María, mujer de la decisión,
ilumina nuestra mente y nuestro corazón,
para que sepamos obedecer a la Palabra de tu Hijo Jesús, sin titubeos;
danos el coraje de la decisión,
de no dejarnos arrastrar para que otros orienten nuestra vida.

María, mujer de la acción,
haz que nuestras manos y nuestros pies
se muevan “sin demora” hacia los otros,
para llevar la caridad y el amor de tu Hijo Jesús,
para llevar al mundo, como tú, la luz del Evangelio. Amén.

El tigre que balaba

En pleno ataque a un rebaño, una tigresa dio a luz y poco después murió. El cachorro creció entre las ovejas y llegó él mismo a creerse una de ellas, y como una oveja llegó a ser considerado y tratado por el rebaño.
Era sumamente apacible, pacía y balaba, ignorando por completo su verdadera naturaleza. Así transcurrieron algunos años.
Un día llegó un tigre hasta el rebaño y lo atacó. Se quedó estupefacto cuando comprobó que entre las ovejas había un tigre que se comportaba como una oveja más. No pudo por menos que decirle:
-- Oye, ¿por qué te comportas como una oveja, si tú eres un tigre?
Pero el tigre-oveja baló asustado.
Entonces el tigre lo condujo ante un lago y le mostró su propia imagen.
Pero el tigre-oveja seguía creyéndose una oveja, hasta tal punto que cuando el tigre recién llegado le dio un trozo de carne ni siquiera quiso probarla.
-- Pruébala -le ordenó el tigre.
Asustado, sin dejar de balar, el tigre-oveja probó la carne. En ese momento la carne cruda desató sus instintos de tigre y reconoció de golpe su verdadera y propia naturaleza.

miércoles, 10 de mayo de 2023

Por los sacerdotes

En la fiesta de san Juan de Ávila, patrono de los sacerdotes

Señor Jesús, presente en el Santísimo Sacramento,
que quisiste perpetuarte entre nosotros por medio de tus Sacerdotes,
haz que sus palabras sean las tuyas,
que sus gestos sean los tuyos,
que su vida sea fiel reflejo de la tuya.
Que ellos sean los que hablen a Dios de los hombres
y hablen a los hombres de Dios.
Que no tengan miedo al servicio,
sirviendo a la Iglesia como Ella quiere ser servida.
Que sean hombres, testigos del eterno en nuestro tiempo,
caminando por las sendas de la historia con tu mismo paso
y haciendo el bien a todos.
Que sean fieles a sus compromisos,
celosos de su vocación y de su entrega,
claros espejos de la propia identidad
y que vivan con la alegría del don recibido.
Te lo pido por tu Madre Santa María:
Ella que estuvo presente en tu vida
estará siempre presente en la vida de tus sacerdotes. Amén

El laurel

Cerca de un arroyo de aguas cristalinas había un pequeño bosque repleto de árboles y plantas. Todos gastaban las energías en ser más altos y grandes, con muchas flores y aromas, por lo que quedaban débiles y tenían poca fuerza para echar raíces. En cambio un laurel dijo:
- Voy a invertir mi savia en tener una buena raíz, así creceré y podré dar mis hojas a todos los que me necesiten.
Las otras plantas estaban muy orgullosas de ser bellas y no dejaban de admirarse y de hablar de los encantos de unas y otras, y se reían de los demás. El laurel sufría a cada instante esas burlas. Pero él estaba convencido de lo contrario, deseaba tener buenas raíces para que sus hojas crecieran sanas.
Un buen día se desató una terrible tormenta y sacudió y resopló sobre el bosque. Las plantas con flores se vieron tan fuertemente golpeadas que, por más que gritaban, no pudieron evitar que el viento las destrozara. En cambio, el pequeño laurel, como tenía pocas ramas y mucha raíz, apenas perdió unas cuantas hojas.
Fue entonces cuando todos comprendieron que lo que nos mantiene firmes en los momentos difíciles no son las apariencias, sino lo que está oculto en las raíces, dentro de tu corazón... es tu fuerza interior.

martes, 9 de mayo de 2023

Eres un regalo, Señor

Siempre nos invitas, Señor,
al sosiego, a la serenidad, a dejar de agitarnos.
Tú tienes esa maravillosa capacidad de calmarnos de nuestras prisas.
Nosotros corremos, vamos y venimos,
llenamos la agenda, hacemos mil planes,
nos inventamos continuas actividades… ¡Tenemos miedo!
Vivimos nerviosos, impacientes, desconfiados, preocupados.
Y tú nos dices: No estéis agitados; fiaos de Dios y fiaos de mí.
Tú estás con nosotros, te sentimos por dentro
en el momento en que te buscamos.
Nos sales al encuentro por todos los rincones
para marcarnos el camino,
para indicarnos la manera de conseguir esa Vida que tú eres…
porque nosotros, a veces, vivimos en un sin vivir.
Tú nos llevas de la mano porque eres el camino, la verdad y la Vida.
Tu salvación es un regalo para nosotros. Gracias, Señor.

El búho y la lechuza

Un día de primavera, sobre las ramas de un frondoso árbol, una lechuza se encontró con un búho que era conocido en la zona por su inmensa sabiduría.
- ¿Adónde vas con esas prisas?, preguntó el búho.
- Me estoy mudando al este, contestó la lechuza.
- ¿Y por qué te mudas?, inquirió el búho intrigado.
- Me voy porque la gente de aquí es demasiado estúpida y vulgar. No les gusta mi graznido y, por ese motivo, no tengo más que problemas con todo el mundo que conozco. Por eso quiero trasladarme a otro lugar, para no volver a ver más a personas tan desagradables, replicó la lechuza.
- Tras esta explicación, el búho sabio le dijo: Cambiar de lugar siempre va bien, y si quieres hacerlo, pues adelante, pero debes saber que aunque te vayas al este o al oeste dará lo mismo, porque a la gente de allí tampoco le gustará tu graznido.

Esta reflexión nos hace ver que vivimos en la ilusión de que si las cosas no funcionan bien, es suficiente con cambiar el rumbo porque muchas veces pensamos que el problema está fuera de nosotros, culpamos a las personas o a las circunstancias y creemos que cambiándolas podemos volver a empezar y tener éxito. Por más que sustituyas cosas en el exterior, la verdadera clave del cambio está siempre en el interior.

domingo, 7 de mayo de 2023

El hijo preferido

Cierta vez le preguntaron a una madre, cuál era su hijo preferido, aquel al que ella más amaba. Y ella, dejando entrever una sonrisa, respondió:
Nada es más voluble que un corazón de madre, y como madre, le respondo:
- El hijo predilecto, aquel a quien me dedico de cuerpo y alma...
- Es mi hijo enfermo, hasta que sane.
- El que se marchó, hasta que vuelva.
- El que este cansado, hasta que descanse.
- El que tiene hambre, hasta que se alimente.
- El que tiene sed, hasta que beba.
- El que está estudiando, hasta que aprenda.
- El que está desnudo, hasta que se vista.
- El que no trabaja, hasta que se emplee.
- El que se enamora, hasta que se case.
- El que se casa, hasta que conviva.
- El que es padre, hasta que los crie.
- El que prometió, hasta que cumpla.
- El que debe, hasta que pague.
- El que llora, hasta que calle.
Y ya con el semblante bien distante de aquella sonrisa, completó:
- El que ya me dejó, hasta que se reencuentre de nuevo conmigo, así es el hijo preferido y el amor de una madre...

Llamada de mama

Dos amigas estaban tomando un café y una dice en tono de queja:
– Mi madre me llama a menudo para que vaya a verla. Voy poco y en ocasiones siento que me molesta su forma de ser. Ya sabes cómo son los viejos: cuentan las mismas cosas una y otra vez. Además nunca me faltan compromisos.
– Yo en cambio, responde su amiga, hablo mucho con mi madre. Cada vez que estoy triste voy con ella, cuando me siento sola, tengo un problema y necesito fuerza acudo a ella y me siento mejor.
– Caramba… Eres mejor que yo.
– No lo creas, soy igual, responde con tristeza, visito a mi madre en el cementerio. Murió hace tiempo, pero mientras estuvo conmigo pensaba lo mismo que tú. No sabes cuánta falta me hace y cuánto la echo de menos. Si de algo te sirve mi experiencia, valora su presencia resaltando sus virtudes y trata de dejar a un lado sus errores. No esperes a que sea tarde.
De vuelta en el coche, iba pensando en las palabras de su amiga. Cuando llegó a la oficina, dijo a su secretaria:
– Voy a llamar a mi madre. Por favor, no me pases llamadas y cambia mi agenda, porque el día de hoy se lo dedico a ella.

No esperes a que alguien te haga falta, para darte cuenta de su importancia. ¡El ahora es hoy!