jueves, 20 de mayo de 2021

Decir “Tú”…

                    Florentino Ulibarri

Decir Tú
es descentrarme de mi yo,
de mis soledades y ambiciones,
de mis egoísmos y construcciones,
de mis miedos y seguridades.
Decir Tú
es agarrarme al diálogo,
al encuentro, al hallazgo,
a la novedad que trae vida
y que recrea todo lo que comparto.
Decir Tú
es jugar a las claridades,
a dar nombres y sentirme nombrado,
a tener comunidad e intuir trinidades,
a bañarme en tus realidades.
Decir Tú
es romper círculos y prisiones,
prenderme a tus alas para vivir libertades,
llamar tu atención osadamente
y reconocer que me quieres e intento quererte.
Tú...

Soltar al caballo...

Una vez un caballo estaba atado y se esforzaba para soltarse. Vino un demonio y lo soltó.
El caballo se metió en la finca de un campesino y comenzó a comerse la siembra.
El dueño de la finca se enfadó tomó su rifle y mató al caballo.
Entonces el dueño del caballo también se enfadó tomó su rifle por venganza mató al dueño de la finca.
La mujer del dueño de la finca lo vio, cogió el rifle y mató al dueño del caballo.
Entonces el hijo del dueño del caballo, enloquecido, mató a la mujer del dueño de la finca.
Los vecinos enfurecidos, mataron al muchacho y quemaron su casa. Entonces le preguntaron al demonio;
- ¿Por qué hiciste todo eso?
El demonio respondió: - yo sólo solté al caballo.

MORALEJA: El Diablo hace cosas simples, porque sabe que la maldad está en nuestros corazones y solitos hacemos el resto. Por eso es bueno pensar antes de actuar, no sea que una cosa sin importancia cause mucho daño. Recuerda: la palabra tiene poder, para dar vida y para dar muerte, para bendecir o para maldecir... Piensa antes de actuar. Piensa antes de hablar

miércoles, 19 de mayo de 2021

Estar en el mundo sin ser del mundo

 Señor, ayúdanos a estar en el mundo,

sin miedo a mancharnos o a equivocarnos,
sin contagiarnos de sus miserias;
Ayúdanos a emplear el dinero y todo lo que tenemos
sin convertirlo en un dios, con espíritu generoso.
Ayúdanos a convivir con las personas y los grupos
sin utilizar a nadie, con espíritu fraterno.
Ayúdanos a esforzarnos en el estudio y el trabajo,
sin buscar únicamente el dinero, con espíritu solidario.
Ayúdanos a disfrutar de la diversión y la fiesta,
sin perder la cabeza, con espíritu alegre.
Ayúdanos a participar en la política y en la economía,
sin buscar nuestro interés, con espíritu de servicio.
Ayúdanos a utilizar las nuevas tecnologías,
sin depender de ellas, con espíritu de encuentro.
Ayúdanos a apostar por la familia y por la Iglesia,
sin encerrarnos en ellas, con espíritu universal.
Ayúdanos a aportar nuestras ideas y propuestas
sin condenar a nadie, con espíritu humilde.
Señor, ayúdanos a estar en el mundo,
contagiando el amor y la esperanza que Tú nos das
y aprendiendo de todas las personas de buena voluntad.
Amén.

El labrador y el diablo

                            Un cuento de los hermanos Grimm

Érase una vez un labradorzuelo tan listo como astuto, de cuyas tretas podrían contarse no pocas historias, aunque la más graciosa de todas es la burla y mala pasada que le hizo al diablo.
Un día en que el campesino había terminado su labor y se disponía a regresar a su casa a la hora del crepúsculo, vio, en medio del campo, un montón de carbones encendidos. Se acercó muy extrañado y vio a un diablillo negro que estaba sentado encima.
- ¿Estás sentado sobre un tesoro? -le preguntó el labrador.
- Sí -respondió el diablillo-. Sobre un tesoro en el que hay más oro y plata que jamás viste en tu vida.
- El tesoro está en mi campo, y, por tanto, me pertenece -dijo el labrador.
- Tuyo será -replicó el diablillo- si durante dos años te comprometes a darme la mitad de lo que produzca tu campo. Dinero me sobra, pero me gustan los frutos de la tierra.
El campesino aceptó el trato, con una objeción:
- Para que no haya peleas a la hora de repartir, tú te quedarás con lo que haya sobre el suelo, y yo, con lo que haya debajo.
Le pareció bien al diablillo, sin saber que el astuto labrador había sembrado nabos. Cuando llegó el tiempo de la cosecha se presentó el diablo para llevarse su parte; pero sólo encontró marchitas hojas amarillas, mientras el labrador, alegre y satisfecho, se quedaba con los nabos.
- Esta vez has llevado ventaja -protestó el diablo-, pero a la próxima no te valdrá. Será tuyo lo que crezca encima del suelo, y mío lo que haya debajo.
- Conforme -dijo el campesino. Pero a la hora de la siembra no plantó nabos, como la vez anterior, sino trigo. Ya maduro el cereal, el hombre se fue al campo y segó los tallos a ras del suelo, y cuando se presentó el diablillo, al no encontrar más que rastrojos, enfurecido se precipitó por un despeñadero.
- Así se caza a los zorros -dijo el campesino mientras se llevaba el tesoro.

domingo, 16 de mayo de 2021

Con la ardiente esperanza

                 Prefacio Solemnidad Ascensión

Porque Jesús, el Señor, el rey de la gloria,
vencedor del pecado y de la muerte,
ha ascendido hoy ante el asombro de los ángeles
a lo más alto del cielo, como mediador entre Dios y los hombres,
como juez de vivos y muertos.
No se ha ido para desentenderse de este mundo,
sino que ha querido precedernos como cabeza nuestra
para que nosotros, miembros de su Cuerpo,
vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su reino.

Elefantes blancos y negros

Hace ya mucho tiempo, todos los elefantes del mundo eran o negros o blancos. Amaban a los demás animales, pero se odiaban entre sí, por lo que ambos grupos se mantenían apartados: los negros vivían a un lado de la selva y los blancos en el lado opuesto.
Un día los elefantes negros decidieron matar a todos los elefantes blancos y los elefantes blancos decidieron matar a todos los elefantes negros.
Los elefantes de ambos grupos que querían la paz se internaron en lo más profundo de la selva. Y nunca más se les volvió a ver.
Comenzó la batalla. Y duró mucho, mucho tiempo. Hasta que no quedó ni un solo elefante vivo.
Durante años no se volvió a ver a ningún elefante sobre la Tierra.
Hasta que un día, los nietos de los elefantes pacíficos salieron de la selva. Eran grises.
Desde entonces los elefantes han vivido en paz.
Pero desde hace algún tiempo, los elefantes que tienen orejas pequeñas y los elefantes que tienen orejas grandes se miran unos a otros de forma un tanto extraña (e inquietante)…