sábado, 11 de noviembre de 2017

Dónde está la Vida sin límite

 José María Rodríguez Olaizola, sj

Me dicen que triunfe a toda costa,
que pise fuerte, sin vacilar jamás,
mostrando siempre dominio
de las situaciones, de las gentes, de mí mismo.
Me dicen que escriba mi nombre
con letras hermosas en tarjeta noble,
que la impresión es lo que cuenta
y hay que lucir estilo, títulos, rango y riqueza.
Me dicen que me cerciore de tener todo bien atado,
de asegurar el futuro, de dominar el presente,
para así vivir al límite.
Pero llegas tú y te ríes de esos consejos,
y me dices que desde arriba no se ve a las personas,
que escriba mi nombre en las horas regaladas,
en las puertas abiertas de mi vida, en las manos ofrecidas
para apoyar al próximo.
Llegas tú y descolocas mi orden,
y me dices que salte al vacío.
Y me recuerdas que es en los sencillos,
los mansos, los pequeños y los pobres
donde está la Vida sin límite.

El barril de vino

Cierto día se organizó en el pueblo una gran fiesta. Todo estaba preparado para el gran evento. En la plaza del pueblo habían construido un gran barril para el vino. Se habían puesto todos de acuerdo en que cada uno iba a llevar una botella de vino para verterla en el gran barril, y así disponer de abundante bebida para la fiesta.
Se acercaba la noche, y Juan, viendo que llegaba la hora de partir hacia la plaza, tomó su botella vacía para llenarla con vino de su barril. Pero de pronto lo asaltó un pensamiento:
- "Yo soy muy pobre, y para mí es un sacrificio muy grande comprar el poco vino que hay en mi casa. ¿Por qué tengo que llevar igual que todos los demás? Voy a hacer una cosa: llenaré mi botella con agua, y cuando llegue a la plaza la verteré en el barril, así todos verán que hago mi aporte, y no vaciaré mi barril de vino. De todos modos somos muchos, y mi poquitito de agua se mezclará con el vino de los demás y nadie notará la falta".
Así lo hizo. Llegada la noche, se acercó ante la vista de todos los vecinos y vació el contenido de su botella en el barril de la plaza. Nadie sospechó nada. Todo el resto del pueblo fue aportando su parte de vino en el gran barril.
Comenzó la fiesta, la música, la danza. Y cuando llegó la hora de servir el vino ¡oh sorpresa! Abrieron la canilla del barril y... ¡salió solamente agua cristalina! ¿Quién iba a pensar que a todos se les iba a ocurrir pensar lo mismo que Juan? Y todos los del pueblo, avergonzados, agacharon la cabeza y se retiraron a sus casas. Y la fiesta se terminó."

En la vida parroquial  todos aportamos nuestro granito de arena y, por pequeño que parezca nuestro aporte, es importante. Todos tenemos un papel que jugar en la tarea evangelizadora, pequeño o grande, pero el nuestro, y nadie puede hacerlo por nosotros.

viernes, 10 de noviembre de 2017

Alfarero del hombre

Alfarero del hombre, mano trabajadora
que, de los hondos limos iniciales,
convocas a los pájaros a la primera aurora,
al pasto, los primeros animales.
De mañana te busco, hecho de luz concreta,
de espacio puro y tierra amanecida.
De mañana te encuentro, Vigor, Origen, Meta
de los sonoros ríos de la vida.
El árbol toma cuerpo, y el agua melodía,
tus manos son recientes en la rosa;
se espesa la abundancia del mundo a mediodía,
y estás de corazón en cada cosa.
No hay brisa, si no alientas,
monte, si nos estás dentro,
ni soledad en que no te hagas fuerte.
Todo es presencia y gracia.
Vivir es ese encuentro:
Tú, por la luz; el hombre, por la muerte.
¡Que se acabe el pecado! 
¡Mira que es desdecirte
dejar tanta hermosura en tanta guerra!
Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte
de haberle dado un día las llaves de la tierra.

El perrito cojo

En el escaparate de un pequeño comercio había el siguiente anuncio: "Se venden cachorros de perro".
Un adolescente entró y preguntó el precio:
- ¿Quieres verlos?, le preguntó el tendero.
El muchacho asintió con la cabeza. El tendero silbó y del fondo del local apareció su perra seguida de cuatro cachorros.
Detrás, rezagado, entró un quinto, cojeando. El dueño dijo:
- El veterinario me dijo que había nacido con un defecto en la cadera y que no sería capaz de correr ni de saltar como los otros perros. Descártalo.
- Señor, quiero comprar el perrito cojo", dijo el niño, a la par que se subía el pantalón de la pierna derecha y mostraba un aparato ortopédico que protegía una pierna maltrecha.
El niño añadió:
- ¿Ve, señor? Yo tampoco puedo correr ni saltar como los demás.
El tendero maravillado y enternecido.., le regaló el perrito cojo.

Moraleja: "En la vida no importa quién eres... sino que alguien te aprecie... Te acepte... Y te quiera... Tal como eres.
Un verdadero amigo es aquel que llega cuando el resto del mundo se ha ido,
No necesitamos personas perfectas, sino que, con nuestras limitaciones; estemos dispuestos a entender..."

jueves, 9 de noviembre de 2017

La casa de mis sueños

Florentino Ulibarri

Hay una casa en mis sueños que es casa solariega
con mucha historia, espaciosa, bien asentada y acogedora.
Está abierta a cualquiera que pasa y detiene su marcha
para compartir lo que lleva en su alforja y en su alma.
Es casa con umbral ventanas y limpia, que ofrece siempre
descanso y paz, diálogo, alimento y fresca agua.
Tiene muchas estancias, muy diversas y bien preparadas,
pues está pensada con amor 
para hijos e hijas diferentes que andan errantes.
Dicen los más ancianos que su hacedor y Señor
marchó, a otros lares a abrir nuevos horizontes,
y nos dejó su casa solariega para ser felices.
Hoy día parece estar fuera de los caminos 
que frecuentan la mayoría de los hombres y mujeres,
poco atractiva y necesitada de gran reforma.
Pero dicen los que cuentan historias,
que quienes entran en ella desnudos y sin prejuicios,
a pesar de las apariencias,
tarde o temprano, vuelven y se aposentan.
Hay una casa en mis sueños, Señor,
que es tu casa solariega, 
que me atrae y emociona con su historia,
con sus inquilinos y sus celebraciones.

El zorro mutilado

Fábula del místico árabe Sa'di

Un hombre que paseaba por el bosque vio un zorro que había perdido sus patas, por lo que el hombre se preguntaba cómo podría sobrevivir. Entonces vio llegar a un tigre que llevaba una presa en su boca. El tigre ya se había hartado y dejó el resto de la carne para el zorro.
Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre. El comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios y se dijo a sí mismo: «Voy también yo a quedarme en un rincón, confiando plenamente en el Señor, y éste me dará cuanto necesito».
Así lo hizo durante muchos días; pero no sucedía nada y. el pobre hombre estaba casi a las puertas de la muerte cuando oyó una Voz que le decía: - «¡Oh, tú, que te hallas en la senda del error, abre tus ojos a la Verdad!
Sigue el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre zorro mutilado».
Por la calle vi a una niña aterida y tiritando de frío dentro de ligero vestidito y con pocas perspectivas de conseguir una comida decente. Me encolericé y le dije a Dios: 
- «¿Por qué permites estas cosas? ¿Por qué no haces nada para solucionarlo?». 
Durante un rato, Dios guardó silencio. Pero aquella noche, de improviso, me respondió:
- «Ciertamente que he hecho algo. Te he hecho a ti».

martes, 7 de noviembre de 2017

Gracias, Señoir

Gracias, Señor, 
por todas las personas humildes y limpias de corazón, 
que se fían de Dios; 
por las que comparten con misericordia 
las lágrimas de los tristes y se duelen con las injusticias; 
por las que tienen hambre de justicia y trabajan por la paz; 
aunque sean incomprendidas y perseguidas.
Gracias, Señor, 
porque crees en mis posibilidades de mejorar 
y me llamas para que avance por el camino del Evangelio, 
camino de la santidad. 
Con la ayuda de la comunidad y la fuerza del Espíritu, 
con el ejemplo de los santos y de tantas personas buenas, 
crecerá mi amor a Ti y a cuantos me rodean.

Tú eliges cómo vivir la vida

Pepe era el tipo de persona que te encantaría ser. Siempre estaba de buen humor y siempre tenía algo positivo que decir. Cuando alguien le preguntaba cómo le iba, él respondía: "Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo". 
Era un gerente único porque tenía varias camareras que lo habían seguido de restaurante en restaurante. La razón por la que las camareras seguían a Pepe era por su actitud. Él era un motivador natural: si un empleado tenía un mal día, Pepe estaba ahí para decirle al empleado como ver el lado positivo de la situación. Ver este estilo realmente me causó curiosidad, así que un día fui a buscar a Pepe y le pregunté: 
- No lo entiendo... no es posible ser una persona positiva todo el tiempo ¿Cómo lo haces?
Pepe respondió: 
- Cada mañana me despierto y me digo a mi mismo: Pepe, tienes dos opciones hoy: puedes escoger estar de buen humor o puedes escoger estar de mal humor. Escojo estar de buen humor.
Cada vez que sucede algo malo, puedo escoger entre ser una víctima o aprender de ello. Escojo aprender de ello.
Cada vez que alguien viene a mí para quejarse, puedo aceptar su queja o puedo señalarle el lado positivo de la vida. Escojo señalarle el lado positivo de la vida.
- Si, claro, pero no es tan fácil, protesté.
- Si lo es, dijo Pepe. Todo en la vida está en elegir, y elegir bien. Cuando quitas todo lo demás, cada situación es una elección. Tú eliges cómo reaccionas ante cada situación, tú eliges cómo la gente afectará a tu estado de ánimo, tu eliges estar de buen humor o mal humor. En resumen, tú eliges como vivir la vida.
Reflexioné en lo que Pepe me dijo...
Poco tiempo después, deje la industria hotelera para iniciar mi propio negocio. Perdimos contacto, pero con frecuencia pensaba en Pepe, cuando tenía que hacer una elección en la vida en vez de reaccionar contra ella.
Varios años más tarde, me enteré que Pepe hizo algo que nunca debe hacerse en un restaurante, dejó la puerta de atrás abierta y una mañana fue asaltado por tres ladrones armados. Mientras trataba de abrir la caja fuerte, su mano, temblando por el nerviosismo, no acertaba con la combinación.
Los asaltantes sintieron pánico y le dispararon. Con mucha suerte, a Pepe lo encontraron pronto y llevado a Urgencias. Después de ocho horas de quirófano y semanas en el hospital, Pepe fue dado de alta, llevando fragmentos de bala en su cuerpo. 
Me encontré con Pepe seis meses después del accidente y cuando le pregunté como estaba, me respondió: 
- Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo.
Le pregunté qué pasó por su mente en el momento del asalto. Contestó: 
- Lo primero que vino a mi mente fue que debí haber cerrado con llave la puerta de atrás. Cuando estaba tirado en el suelo, recordé que tenía dos opciones: podía elegir vivir o podía elegir morir. Elegí vivir.
- ¿No sentiste miedo?, le pregunté.
- Los médicos fueron geniales, continúo Pepe, no dejaban de decirme que iba a estar bien. Pero cuando me llevaron al quirófano y vi las expresiones en las caras de los médicos y enfermeras, realmente me asusté. Podía leer en sus ojos: "es hombre muerto." Supe entonces que debía tomar una decisión.
- ¿Qué hiciste?, pregunté.
- Bueno, uno de los médicos me preguntó si era alérgico a algo y respirando profundo grité: sí, a las balas. Mientras reían, les dije: estoy escogiendo vivir, opérenme como si estuviera vivo, no muerto.
Pepe vivió por la maestría de los médicos, pero sobre todo por su asombrosa actitud. Aprendió que cada día tenemos la elección de vivir plenamente, la actitud, al final, lo es todo. 

domingo, 5 de noviembre de 2017

Tu comunidad

 Patxi Loidi

En tu casa, nadie es mayor que nadie.
Los cargos no son cargos.
La autoridad no es autoridad. 
No hay honores, no hay dignidades,
no hay méritos, no hay privilegios.
Aquí el primero es el último, y el último el primero.
No hay padres, ni maestros, ni jefes.
No hay más que un Señor.
Aquí todos somos hermanos
porque sólo Tú eres nuestro Padre,
y nuestro hermano mayor, Jesús.
Aquí aprendemos a lavar los pies.
Aquí venimos a servir a los demás.
Aquí venimos a amar desinteresadamente.
Aquí venimos a llenarnos de tu Palabra.
Aquí venimos a alimentarnos del Pan Vivo.
Aquí venimos a seguir las huellas de tu hijo Jesús.

La pregunta más importante

Durante mi segundo trimestre en la escuela de enfermería, nuestro profesor nos puso un examen sorpresa.  Yo era un estudiante consciente y leí rápidamente todas las preguntas, hasta que leí la última: “¿Cuál es el nombre de la mujer que limpia la escuela?”
Seguramente esto era algún tipo de broma, yo había visto muchas veces a la mujer que limpiaba la escuela. Ella era alta, cabello oscuro, como de cincuenta años, pero, ¿cómo iba yo a saber su nombre?
Antes de que terminara la clase, alguien le preguntó al profesor si la última pregunta contaría para la nota del examen.  
- Absolutamente, dijo el profesor, en sus carreras ustedes conocerán muchas personas. Todas son importantes. Ellos merecen su atención y cuidado, aunque sólo les sonrían y digan “Hola”.