sábado, 4 de mayo de 2019

Corazón de madre

                  Isabel Minhós Martins

El corazón de una madre no es solo un músculo que late sin parar.
Es un lugar mágico donde suceden las cosas más extraordinarias…
El corazón de una madre está unido al corazón de cada hijo por un hilo muy fino, casi invisible.
Gracias a este hilo, todo lo que le sucede a un hijo
hace que algo pase también en el corazón de una madre.
Cuando un hijo se ríe a carcajadas, el corazón de una madre se pone a bailar…
Pero si su hijo está triste, el corazón de su madre se parte en mil pedazos.
Cuando un hijo enferma, el corazón de una madre se arruga y se hace mucho más pequeño…
Pero no se olvida de crecer apenas su hijo se siente mejor.
Cuando un hijo se cae y se da un buen batacazo,
el corazón de una madre se queda blanco como el papel.
Y se hiela hasta dejar de latir si su hijo se pierde entre la multitud.
Cuando no entiende a su hijo, el corazón de una madre es como un laberinto.
Y una nube oscura pasa por él siempre que un hijo es descortés.
Cuando pasa mucho tiempo sin ver a un hijo, el corazón de su madre se oxida…
Pero cuando llega la hora de ir a buscar a su hijo es un avión a propulsión.
Cuando un hijo dice algo gracioso, el corazón de una madre se ilumina.
Y cada vez que su hijo aprende una palabra nueva en su interior se abre una ventanita.
Si un hijo hace un disparate, el corazón de su madre se convierte en un volcán en erupción…
Pero cuando un hijo necesita ayuda es una campana que repica sin parar.
Si alguien quiere hacer daño a uno de sus hijos,
del corazón de su madre brotan garras y dientes afilados…
Pero cuando llegan las vacaciones, late suavemente al compás de las olas.
El corazón de una madre es un pajarillo cuando va de merienda al campo.
Y un buen día, en el corazón de una madre nacen flores…
cuando un hijo dice “hola” por primera vez, a otro hijo.

El corazón de una madre


Esta historia es de hace mucho tiempo en un pueblito donde una mujer de mediana edad tuvo un hijo al cual amaba más que a la vida misma por considerarlo un regalo divino, a su edad era difícil tener uno. Lo crió con mucho amor como solo las madres saben hacerlo.
El niño creció sano, fuerte y bien parecido siempre bajo el amor de su madre, pues su padre falleció tiempo atrás, sin embargo nunca tuvo carencias ni contratiempo alguno por lo que creció feliz. Pero como todos sabemos llega un momento en que los jóvenes comienzan a pensar por sí mismos y muchas veces desprecian el tutelaje protector el cual más que prohibir pretende guiar.
Paso un tiempo en que el hijo comenzó a salir a reuniones y conoció a una mujer muy hermosa, nueva en el pueblo. El joven comenzó a sentir amor hacia ella y le hacía regalos, promesas de amor todas las noches. De aquella mujer no recibió ni un saludo, ni una mirada, en fin ningún interés. Y es así que en cada rechazo solo su madre lo consoló, secaba sus lágrimas, lo apoyaba para que siguiera intentándolo
Paso así un tiempo en que la mala mujer ignoro al joven, pero después se dio cuenta de la hermosura de este y pensó que tal vez no fuera mala idea salir con él. Y así fue, pero hasta ahora si el joven tenía respeto por su casa y por su madre, al lado de esa mujer lo perdió. Pasaban días en que no aparecía y cuando lo hacía era para dormir días enteros, se desentendía de cualquier quehacer y solo esperaba la noche para volver a perderse.
Y así con malas compañías y visitando lugares de dudosa decencia fue olvidando todo lo aprendido y reemplazándolo por comportamientos perversos, delincuentes y mezquinos.
El joven tenía mala reputación siendo llamado delincuente, perezoso, ladrón, vago y, a pesar de su buena apariencia no inspiraba confianza a los que lo conocían, incluso los que eran sus amigos llegaron a evitarlo alimentando más su dejadez y despreciando todo cuanto lo rodeaba. Mas la única que siempre lo defendió fue su madre, que intentó encauzarlo por el buen camino sin descanso.
La mala mujer manejaba al joven a su antojo y veía la unión de éste con su madre con recelo de mujer celosa, sintiendo a aquella madre como una enemiga. Y le manifiesta al joven que tal vez el amor que él le profesa sea solo pasajero, efímero y puede que hasta una mentira.
El joven sorprendido, promete, jura y vuelve a prometer que su amor por ella es sincero, puro y que él le daría la luna, cruzaría el mar a nado, le construiría un castillo y muchas cosas más. Para la mujer eran solo palabras bonitas. Hasta que maquinó en su mente una petición diabólica que solo de pensarla, hace sentir escalofríos.
Con una voz dulce le dijo: “ Esas cosas que me dices son imposibles, sin embargo quiero un regalo con el que puedes demostrarme que en verdad me amas”.
El joven ansioso dijo, “dime que es, pídeme lo que sea y te demostrare con ese regalo que en verdad si te amo”
Ella, sonriendo dulcemente le dijo, “quiero que me traigas en una bolsa, el corazón de tu madre…, si no lo haces nunca más quiero volver a verte”, diciendo esto se levantó y se fue dejando perplejo al joven.
“¡¿Está loca?!...”, “¡Es imposible!”, eran los pensamientos que pasaban por la mente del joven, y mil veces se dijo que no y mil veces la idea de no ver más a la mujer que amaba se le agolpó en la cabeza.
Con esos oscuros pensamientos llegó de madrugada a su casa, intentó dormir… pero no pudo. No paraba de darle vueltas a la cabeza de demostrar por encima de todo que su amor era sincero Un nudo  se le agolpó en la garganta, y con una determinación maligna fue a la cocina y cogió el cuchillo.
En el cuarto más pequeño de la humilde casa la anciana madre dormía. En un acto de locura le clavó el cuchillo que llevaba en la mano. Unas frías manos arrancaron el corazón aún caliente y lo metió a una bolsa. Con la mirada perdida salió corriendo de su casa hacia una dirección que ya conocía; asustado, avergonzado, horrorizado y, al mismo tiempo, determinado en demostrar a su diabólica amada que su amor es verdadero.
Pero una piedra en el camino le hizo tropezar tirando el preciado objeto que llevaba en sus manos hiriéndose la rodilla, y entonces, a pesar de todo lo ocurrido, una voz conocida para el joven sale de la bolsa y dice: ¡Hijo!, ¡¿te has hecho daño?!

viernes, 3 de mayo de 2019

Dame, Señor, a María

Dame, Señor, la alegría de descubrir a tu madre
y tomarla como mía.
Dame, Señor, la alegría de estar a la espera de tu palabra.
como lo estuvo Ella.
Dame, Señor, la finura de acoger y hacer vida tu palabra
como tu madre la acogió y vivió.
Dame, Señor, ojos de sorpresa para contemplar
y descubrir tu presencia en la debilidad de la vida.
Dame, Señor, fe para conocerte y servirte
en la gente que me rodea.
Dame, Señor, manos para acogerte y tratarte
en mis amigos y amigas
como María te acogió y te abrazó a Ti.

Y tu... ¿estás dejando huellas?


Un hombre que acababa de encontrarse con Jesús Resucitado, iba a toda prisa por el camino de la vida, mirando por todas partes y buscando. Se acercó a un anciano que estaba sentado al borde del camino y le preguntó:
- "Por favor, señor, ¿ha visto pasar por aquí a algún cristiano?"
El anciano, encogiéndose de hombros le contestó:
- "Depende del tipo de cristiano que ande buscando".
- "Perdone", dijo contrariado el hombre, "pero soy nuevo en esto y no conozco los tipos que hay. Sólo conozco a Jesús".
Y el anciano añadió:
- "Pues sí, amigo; hay de muchos tipos y maneras. Los hay para todos los gustos: hay cristianos por cumplimiento, cristianos por tradición, cristianos por costumbres, cristianos por superstición, cristianos por obligación, cristianos por conveniencia, cristianos auténticos..."
- "¡Los auténticos! ¡Esos son los que yo busco! ¡Los de verdad!", exclamó el hombre emocionado.
- "¡Vaya!", dijo el anciano con voz grave. "Esos son los más difíciles de encontrar. Hace ya mucho tiempo que pasó uno de esos por aquí, y precisamente me preguntó lo mismo que usted".
- "¿Cómo podré reconocerle?"
Y el anciano contestó tranquilamente:
- "No se preocupe amigo. No tendrá dificultad en reconocerle.
Un cristiano de verdad, no pasa desapercibido en este mundo de sabios y engreídos. Lo reconocerá por sus obras. Allí donde van, siempre dejan huellas. Y tú... ¿estás dejando huellas?

miércoles, 1 de mayo de 2019

Oración a San José Obrero

¡Oh bendito Patriarca san José!,
insigne protector de todo aquel que lo solicita,
modelo de hombre justo y paciente, ejemplo de virtud y santidad;
varón de alma pura y un enorme corazón bondadoso,
que con fe aceptaste los designios de Dios,
y por amor fuiste fiel esposo de la madre del Señor.
Glorioso san José obrero, que con el sudor de tu frente
y tus manos trabajadoras, proporcionaste sustento a tu Familia,
en esta ocasión acudo con plena confianza a ti
para que a través de tu Santa Esposa, la Inmaculada Virgen María,
me asistas en mi necesidad.
San José bondadoso, intercede ante Dios.
San José obrero, santo mío
enséñame a amarle y servirle como tú siempre lo hiciste.
Bienaventurado san José concédeme tu protección,
a fin de que, animado por tu ejemplo y asistencia,
pueda vivir santamente y piadosamente morir,
y alcanzar la eterna beatitud de la Patria Celestial.

Historias breves


                                    Paulo Coelho
El alumno ladrón 
Un discípulo del maestro zen Bankei fue sorprendido robando durante la clase. Todos los otros pidieron su expulsión, pero Bankei decidió no hacer nada. Días después, el alumno volvió a robar y el maestro continuó callado. Disconformes, los otros discípulos exigieron que el ladrón fuera castigado, ya que el mal ejemplo no podía continuar.
- ¡Cuán sabios sois! -dijo Bankei-. Habéis aprendido a distinguir lo correcto de lo equivocado, por lo que ya podéis estudiar en cualquier otro lugar. Pero este pobre hermano no sabe lo que está bien y lo que está mal, y solo me tiene a mí para enseñárselo.
Los discípulos nunca más olvidaron la sabiduría y generosidad del maestro Bankei, y el ladrón nunca más volvió a robar.

Que valga la pena 
El joven contemplaba el océano en la cubierta de un navío carguero cuando una ola inesperada lo tiró al mar. Después de mucho esfuerzo, un marinero consiguió rescatarlo y sacarlo a flote.
- Le estoy muy agradecido por haberme salvado la vida -dijo el joven.
- De nada -respondió el marinero-. Pero procure vivirla como algo que ha valido la pena salvar.

martes, 30 de abril de 2019

Cuando todo parezca inútil

             Henri Nouwen

Querido Señor,
en medio de tanta confusión e inquietudes internas
existe en mí un pensamiento consolador:
...quizás estás trabajando en mí de una forma
que no puedo sentir, experimentar o comprender.
Mi mente no es capaz de concentrarse en Ti,
mi corazón no puede mantenerse centrado,
parece como si estuvieras ausente o me hubieses dejado solo.
Pero me aferro a Ti en la fe.
Creo que tu Espíritu alcanza algo más profundo y más lejano
que lo que alcanza mi mente o mi corazón,
y que los movimientos profundos no son los primeros en ser notados.
Por lo tanto, prometo que no escaparé, no abandonaré,
no dejaré de rezar, aún cuando todo parezca inútil
y una pérdida de tiempo y esfuerzo.
Quiero que sepas que te amo,
a pesar de que a veces no me sienta amado por Ti.
Y que tengo esperanza en Ti,
aunque muchas veces experimento desesperación.
Permite que esto sea una pequeña muerte
que pueda hacer contigo y para vos
como una forma de experimentar algo de solidaridad
con los millones de personas que sufren mucho más que yo en este mundo.
Amén.

La actitud interior lo es todo


Samuel era el tipo de persona que te encantaría envidiar. Siempre estaba de buen humor y siempre tenía algo positivo que decir. Cuando alguien le preguntaba cómo le iba, él respondía:
- Para poder estar mejor tendría que ser mi gemelo.
Era el gerente de un restaurante único, porque tenía varias camareras que lo habían seguido de restaurante en restaurante. La razón por la que las camareras seguían a Samuel era por su actitud interior. Era un motivador natural. Si un empleado tenía un mal día Samuel estaba allí para decirle cómo ver el lado positivo de la situación. Ver este estilo de persona realmente me causó curiosidad, así que un día fui a buscar a Samuel, y le pregunté:
- No lo entiendo... No es posible ser una persona tan positiva todo el tiempo... ¿Cómo lo haces?
Samuel respondió:
- Cada mañana me despierto y me digo a mí mismo: ¡Samuel, tienes dos opciones hoy! Puedes escoger estar de buen humor o puedes escoger estar de mal humor. Elijo estar de buen humor. Cada vez que sucede algo malo puedes escoger entre ser una víctima o aprender de ello. Cada vez que alguien viene a mí para quejarse, puedo aceptar su queja o puedo señalarle el lado positivo de la vida. Elijo el lado positivo de la vida.
- Sí, claro. Pero no es tan fácil -contesté.
- ¡Sí, lo es!, dijo Samuel, cuando quitas todo lo demás, todo en la vida es cosa de elegir. Cada situación es una elección. Tú eliges cómo reaccionar en cada situación. Tú eliges cómo la gente afectará a tu estado de ánimo. Tú eliges estar de buen humor o de mal humor. En resumen: «Tú eliges cómo vivir la vida.»
Reflexioné en lo que Samuel me dijo. Poco tiempo después, dejé la sección de los restaurantes para iniciar mi propio negocio. Perdimos el contacto, pero cuando tenía que hacer una elección en la vida, con frecuencia seguía el ejemplo de Samuel en vez de reaccionar contra ella.
Varios años más tarde me enteré que Samuel cometió el error de dejar la puerta trasera del restaurante abierta una mañana y fue asaltado por tres ladrones armados. Mientras le forzaban para que abriera la caja fuerte sus dedos, temblando por el nerviosismo, resbalaban en las combinaciones. Los asaltantes sintieron pánico y le dispararon. Con mucha suerte, Samuel fue encontrado relativamente pronto y llevado a urgencias del hospital. Después de dieciocho horas de quirófano y semanas de rehabilitación intensiva, Samuel fue dado de alta, teniendo fragmentos de bala en el cuerpo.
Me encontré con Samuel seis meses después del accidente. Cuando le pregunté cómo estaba, me respondió:
- Para poder estar mejor tendría que ser mi gemelo.
Le pregunté qué pasó por su mente en el momento del asalto. Contestó:
- Lo primero que vino a mi mente fue que debí haber cerrado la puerta con llave. Cuando estaba tirado en el suelo, recordé que tenía dos opciones: podía elegir vivir o podía elegir morir. Elegí vivir.
- ¿No sentiste miedo?, le pregunté.
- Los médicos fueron geniales, continuó Samuel, no dejaban de decirme que todo iba a salir bien. Pero cuando me llevaron al quirófano y vi las expresiones en las caras de médicos y enfermeras, realmente me asusté. Podía leer en sus ojos: «Es hombre mueeeerto...» Supe entonces que debía tomar una decisión.
- ¿Qué hiciste?, pregunté.
- Bueno, uno de los médicos me preguntó si era alérgico a algo, y respirando profundamente grité: ¡Sí, a las balas! Mientras reían, les dije: ¡señores, estoy escogiendo vivir! Opérenme como si estuviera vivo, no muerto.

Samuel vivió por la pericia de los médicos, pero sobre todo por su asombrosa actitud interior.
Aprendí que cada día tenemos plenamente la elección de vivir.
La actitud interior, finalmente, lo es todo.

domingo, 28 de abril de 2019

Vienes a traernos la paz

Fue lo primero que decías a tus discípulos: «paz a vosotros».
Porque tu sola presencia ya nos llena de paz,
nos sosiega por dentro y nos ayuda a vivir serenos.
y una vez que nos has pacificado, que nos has relajado,
que nos has quitado los agobios de la vida,
entonces, y sólo entonces, nos pones en misión,
enviándonos a acompañar la vida de los hermanos.
Nos invade tu Espíritu y nos convierte en sanadores,
en amigos confidentes, en compañeros de vida, impulsadores de sueños.
Descansando en ti, cuando estamos agobiados,
nos envías a llevar paz a los que viven angustiados,
comprensión y disculpa para los marginados,
perdón y compañía para los solos y entristecidos.
Con tu fuerza y tu impulso nos conviertes en amigos,
en la mano tendida al que lo necesita,
en la defensa justa de lo que no funciona,
en la voz del que no puede gritar y pedir lo que le es debido.
Envueltos en tu amor podemos transformar el mundo entero
con pequeñas vivencias cotidianas, con gestos, con ternuras,
con mil detalles, con tareas y posturas concretas
de amor, de convivencia, de tolerancia y de solidaridad.

Ladrones en el jardín


                       Pedro Pablo Sacristán

Se había corrido la noticia de que en el jardín había ladrones y el señor escarabajo temía que su casa fuera la siguiente, pues todos sabían que acababa de recoger su gran cosecha anual de comida, así que ese día montó guardia en la ventana. Vigilaba con un catalejo todo lo que se movía, y vio como a un tiempo se acercaban una peligrosa araña negra, y una preciosa mariquita.
El escarabajo hubiera ido a hablar con la mariquita, pero tenía que vigilar su casa para defenderla de la araña.
La araña de acercaba más, así que armándose de valor, salió a la puerta y se encaró con la araña. Le costó tiempo asustar a la araña, hasta que finalmente se alejó.
El escarabajo volvió triunfante a su casa, pero al llegar a la puerta la encontró abierta y toda su comida había desaparecido. Al volver fuera tuvo el tiempo justo para ver de lejos a la mariquita huir con toda su comida.
Apenado, fue a contarlo a la policía del jardín, donde le contaron que suponían que sería el siguiente, y habían enviado a su mejor agente, una araña recién llegada como refuerzo, para ayudarle. Así, el escarabajo aprendió a no dejarse llevar por los prejuicios y las apariencias.