sábado, 7 de marzo de 2020

Menú de cuaresma

              Mauricio Jazo

1. Tener a mano: abrelatas para corazón endurecido; cuchillo para cortar vicios; destapador para las relaciones familiares; colador para pasar por alto ofensas; gotas bactericidas, para purificar intenciones.
2. Abstenerse: de comer prójimo (chismes y calumnias); menos condimento de desquites; evitar consumo de grasas de egoísmo; no tomar vinagre de mal genio; lavar bien el corazón, para que no se infecte de cólera; no tomar helados que congelen el afecto; no exageres algo que hiciste; privarse de engañar y prometer lo que no puedes cumplir.
3. Menú recomendado: plato principal: exquisita caridad con todos; caldo de atención a los desamparados y enfermos; ensalada de detalles de afecto; pan y vino de alegría para hambrientos y desanimados; sopa de letras para escribir más a familiares y amigos; sopa de zanahoria para ver con buenos ojos a los demás; pan para los afligidos, ya que “las penas con pan son menos”.
4. Postre: perita en dulce, para ser buena persona; melón para tapar los defectos de los otros; yogur de guayaba para repetir los gestos de perdón; naranja dulce y limón partido “dame un abrazo que yo te lo pido” (abrazar a los seres queridos, y besos de verdad, no de chocolate).
5. No olvides: “Donde come uno, comen dos” y “échale más agua a las alubias”: comparte. Finalmente, el chef celestial recomienda sobre todo el alimento espiritual: El que come mi Carne y bebe mi Sangre…

El espejo


Había una exposición de pinturas en una gran ciudad. Como sucede en esas exposiciones, hay muchos que van para pasar por entendidos en arte o para exhibirse. En la antesala de la exposición a la que nos referimos, habían colocado un gran espejo, tal vez para ayudar a los visitantes a arreglarse después de haber caminado por las agitadas calles. Uno de los primeros visitantes fue una señora bien vestida y muy maquillada. Al encontrarse de frente con el gran espejo, se llenó de indignación y comenzó a protestar:
– ¡Mirad eso! ¡Ya se ve por la muestra, que tipo de exposición va a ser esta. Mirad ese fantasma, ese espantajo en el cuadro!
Cuando le dijeron que aquello era simplemente un espejo, se llenó de vergüenza. Pero ya era tarde. El engaño se explica: Después de cierta edad, la mujer había dejado de mirarse al espejo.

Quien pasa mucho tiempo sin hacer una revisión de vida, es como el que pasa años enteros sin mirarse al espejo. Cuando lo hace, no se reconoce. ¿Acostumbras pensar en tu vida, o sólo en la de los demás?
A veces hace falta detenerse un poco para que la gente se ubique, comparar los relojes, corregir el rumbo.

jueves, 5 de marzo de 2020

Enséñame, Señor, tus caminos

Enséñame, tus caminos, ingeniero de las almas,
enséñame desde dentro, márcalos en mis entrañas.
Camino hecho carne en tu Madre, camino de fe y esperanza,
camino alfombrado de amores, camino de entrega y de gracias.
Camino ya recorrido por peregrinos del alma,
y que dejaron estela entre signos y palabras.
Quiero andar por los caminos de esa entrañable alianza
que sellaste con los pobres, tan dolorida calzada.
Quiero llegar hasta ti, Cristo, autopista de gracia,
meta de nuestros deseos, nuestra cima y nuestra casa.

(Cáritas España, Adviento-Navidad 2000, p. 87)

Las piedrecitas azules


Había dos piedrecitas que vivían en medio de otras en el lecho de un torrente. Se distinguían entre todas porque eran de un intenso color azul. Cuando les daba el sol, brillaban como dos pedacitos de cielo caídos al agua. Ellas conversaban de lo que serían cuando alguien las descubriera: Acabaremos en la corona de una reina, se decían.
Un día por fin fueron recogidas por una mano humana. Varios días estuvieron sofocándose en diversas cajas, hasta que alguien las tomó y apretó contra una pared, igual que otras, introduciéndolas en un lecho de cemento húmedo. Lloraron, suplicaron, insultaron, amenazaron, pero dos golpes de martillo las hundieron todavía más en aquel cemento.
A partir de entonces solo pensaban en huir. Trabaron amistad con un hilo de agua que de cuando en cuando corría por encima de ellas y le decían:
- Fíltrate por debajo de nosotras y arráncanos de esta maldita pared. 
Así lo hizo el hilo de agua y al cabo de unos meses las piedrecitas ya bailaban un poco en su lecho. Finalmente en una noche húmeda las dos piedrecitas cayeron al suelo y yaciendo por tierra echaron una mirada a lo que había sido su prisión. La luz de la luna iluminaba un espléndido mosaico.
Miles de piedrecitas de oro y de colores formaban la figura de Cristo. Pero en el rostro del Señor había algo raro, estaba ciego. Sus ojos carecían del iris. Las dos piedrecitas lo comprendieron: eran ellas los ojos de Cristo. 
Por la mañana un sacristán distraído tropezó con algo extraño en el suelo. En la penumbra pasó la escoba y las echó al cubo de la basura.

Tú eres los ojos de Cristo. Él te necesita para mirar con amor a cada persona que se acerca a tu vida. Tú también has sido encontrado y eres parte del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia.

miércoles, 4 de marzo de 2020

Caminar a la luz de tu Palabra

Queremos, Señor, caminar a la luz de tu Palabra,
caminar animados por tu ayuda y compañía.
No queremos vivir tranquilos, como si no pasara nada.
Queremos caminar en las tinieblas del mundo
llevando la luz del Evangelio,
para que todos vean y puedan seguir adelante.
Queremos que nuestro camino abra caminos a otros,
que nuestra fe, despierte confianza,
que nuestra esperanza recoja todas las esperanzas de los hombres.
Queremos vivir en permanente Cuaresma,
esperando llegar a la fiesta de la Pascua.
Estamos dispuestos a correr sin desmayo,
codo con codo y mano y con mano, con todos,
hasta que el mundo sea una casa común
y podamos llegar, unidos, a la Meta Final.
Acompáñanos, no nos abandones, Señor.

El árbol


                           Osho
Volvía a casa después del colegio, que estaba como a un kilómetro y medio de distancia. A mitad de camino había un enorme árbol Ficus Religioso. Pasaba junto a ese árbol todos los días, al menos cuatro veces: al ir al colegio, al volver a casa para comer, después otra vez al ir al colegio y otra vez al volver a casa. Había pasado junto al árbol miles de veces, pero ese día ocurrió algo.
Hacía mucho calor, y al aproximarme al árbol iba sudando. Al pasar bajo el árbol hacía tanto fresco que me quedé allí un rato, sin saber por qué, sin pensarlo. Me acerqué al tronco, me senté y lo toqué. No puedo explicar qué ocurrió pero me sentí inmensamente feliz, como si algo transpirase entre el árbol y yo. El frescor no podía ser la causa, porque había pasado muchas veces bajo la sombra del árbol mientras iba sudando.
También me había detenido allí alguna vez, pero hasta entonces no se me había ocurrido tocar el tronco y sentarme como cuando te encuentras con un viejo amigo. Ese momento sigue brillando como una estrella. En mi vida han ocurrido muchas cosas, pero la intensidad de ese momento no ha disminuido: aún la conservo.
Siempre que lo recuerdo sigue ahí. Ni ese día comprendí con claridad lo que había ocurrido ni hoy puedo decirlo, pero algo ocurrió. Y a partir de ese día se estableció una relación con el árbol que no había notado hasta entonces, ni siquiera con un ser humano. Me hice más amigo de ese árbol que de nadie en el mundo. Para mí se convirtió en una costumbre: siempre que pasaba junto al árbol, me sentaba durante unos segundos o unos minutos y acariciaba el tronco.
Aún lo veo, ese algo que iba desarrollándose entre nosotros. El día que acabé el colegio y me trasladé a otra ciudad para entrar en la universidad, me despedí de mi padre, de mi madre, de mis tíos y de toda mi familia, sin llorar. Nunca he sido de los que lloran con facilidad. Pero ese mismo día lloré al despedirme del árbol Ficus Religioso. Sigue siendo como un faro. Y mientras lloraba, tuve la absoluta certeza de que el árbol tenía lágrimas en los ojos, aunque yo no podía ver ni sus ojos ni sus lágrimas. Pero sí podía sentir... Cuando acaricié el tronco del árbol noté su tristeza, y que me decía adiós, que me daba su bendición.
Y fue mi último encuentro con él, porque cuando volví, al cabo de un año, por alguna absurda razón lo habían derribado y se lo habían llevado.

domingo, 1 de marzo de 2020

Contigo en el desierto, Señor

                 J. Leoz

Escucharé al silencio que habla y la Palabra que resuena.
Me sentiré preparado para la misión para así,
ofrecerme hasta desgastarme contigo y por Ti, mi Señor.
¿Por qué vas a un desierto, Jesús?
¿Qué te brindan la arena y las montañas
sin alimento ni nada con lo que sustentarte?
El desierto habla, cuando el mundo calla.
Hace al cuerpo y a la fe, fuertes y resistentes
ante tantas cosas que los debilitan.
Llévame contigo al desierto, Señor.
porque sin necesidad de estar en la aridez de esa tierra desértica
también aquí y ahora soy tentado:
por el afán de tener, por el deseo del poder,
por la ambición de ser adorado.
Contigo en el desierto, Señor, seré fiel hasta el final,
me prepararé a la dureza de la cruz,
saldré victorioso frente al mal.
Romperé con aquella tentación,
que me persigue como si fuera mi misma sombra.
Dame, Señor, valor para triunfar sobre ellas.
Concédeme, la valentía necesaria
para demostrarte mi fidelidad y mí entrega.
Quiero estar contigo en el desierto:
con Dios, fortaleza con Dios, salvación,
con Dios, poderoso, con Dios, santo, con Dios, único Dios.
Quiero subir contigo, Señor a celebrar tu Pascua, Señor. Amén.

Dos historietas de tentaciones


Muchos caen en la tentación, pero otros muchos la planifican con antelación.
- Padre a su hijo: Hijo mío, no te bañes en el canal.
- De acuerdo, contesta el hijo. Pero aquella misma tarde volvió a casa con el bañador mojado.
- ¿Dónde has estado? Le preguntó el padre.
- Bañándome en el canal, contestó el hijo.
- ¿No te dije que no te bañaras en el canal? Le preguntó el padre.
- Sí, es cierto.
- ¿Por qué lo hiciste?
- Porque llevaba puesto el bañador y no pude resistir la tentación.
- ¿Y por qué lo llevabas puesto?
- Para estar preparado para nadar en caso de ser tentado.

 La Tira Cómica de Eva
A Eva le gustan las golosinas. En esta tira, Eva intenta no caer en la tentación de comer golosinas.
* Eva decide dar un paseo para no pensar en las golosinas.
* Se dice: daré un paseo pero no entraré en la tienda.
* Piensa: Sí, me detendré pero no entraré.
* Después: Entraré pero no me acercaré a la sección de las golosinas.
* En la sección: Cogeré unas golosinas pero no las compraré.
* En la mano: Las compraré pero no las abriré.
* Piensa mejor: Las abriré pero no las oleré.
* Las oleré pero no las probaré.
Final de la tira: Eva, COME, COME, COME.