sábado, 18 de mayo de 2019

Letanía de alabanzas a María

Hija del Padre, María! Madre del Hijo. Esposa del Espíritu.
                           Dios te salve, María...
Esposa de José. Madre de la Iglesia.
Peregrina de Fe. Reina de los Apóstoles.
Esperanza de tu Pueblo, Madre de un Mundo Nuevo.
Dios te salve, María...
Catequista de los Pobres. Amparo de los Enfermos.
María de los Desamparados. Amiga de los Niños.
Dios te salve, María...
Modelo de la Juventud. Protectora de la Familia.
Consuelo de los Ancianos, Madre de los Sacerdotes.
Dios te salve, María...
Madre del Perdón. Virgen del Dolor.
Hermana de los Hombres.   Señora de la Oración. 
Dios te salve, María...
María de los Trabajadores. Virgen del Compromiso. 
Mujer del Silencio. Madre de la Historia.
                            Dios te salve, María
María de la Reconciliación
María de la Anunciación. Virgen Pobre de Belén.
María Exiliada en Egipto. Señora de Nazaret. 
                          Dios te salve María.

El Tesoro


Era un día cualquiera cuando un pobre labrador escuchó un ruido bajo la rueda del arado; desconcertado miró y descubrió un tronco lleno de monedas de oro. Toda una fortuna para él. El hombre arrastró el tronco hasta su rancho y lo enterró profundamente en su jardín.
Pasaron los días y no sabía qué debía hacer con toda esa fortuna. Imaginó todo lo que podría comprar y decidió dejarlo enterrado durante un tiempo prudencial y usarlo poco a poco. Con ese tesoro, cualquier cosa podía resolverse y por fin tenía una seguridad ante cualquier imprevisto, calamidad o escasez.
Pero contar con ese tesoro, no sólo le dio seguridad, también cambió el carácter de nuestro hombre, que empezó a mostrarse relajado y de ser una persona gruñona y taciturna, pasó a ser un hombre chispeante y agradable. Su temor e intolerancia dejaron paso a la confianza, la fe y la compasión. De hecho, empezó a ver la vida como una experiencia hermosa y feliz, sabiendo que, aunque lleguen situaciones duras, sería capaz de hacerles frente.
Toda la vida de este hombre, dio un giro radical para su propio bien y el de su familia, amigos y allegados, llegando incluso a transformar el estado de su pueblo, pues al volverse un hombre esforzado, positivo e influyente, su marco de acción se engrandeció tanto que la abundancia y la prosperidad caracterizaba ahora su vida.
Y así pasaron los años, hasta que le llegó el tiempo de partir. Antes de expirar, reunió a sus hijos y les reveló su increíble y bien guardado secreto. Después de eso, ya podía morir en paz.
Al día siguiente, muy temprano, sus hijos cavaron afanosamente en el lugar indicado, y encontraron el tronco. Pero, para sorpresa de todos, estaba totalmente vacío. Lo que nadie nunca supo, es que las monedas habían sido robadas por unos aventureros desde hacía más de diez años.

¿Cuál es el verdadero tesoro? No fue el hecho de ser rico lo que dio seguridad y felicidad a nuestro héroe, sino más bien el pensamiento de que tal riqueza existía y que estaba a su disposición, lo que despertó una nueva actitud en él.
Esta historia nos da una perspectiva acerca del poder que tienen nuestros pensamientos y actitudes ante la vida.

viernes, 17 de mayo de 2019

María, Madre de la Iglesia

Oh María, Madre de la Iglesia,
inspiradora y guía nuestra:
nos acogemos a tu protección materna,
y fieles a nuestra misión te prometemos
trabajar siempre por la mayor gloria de Dios,
por nuestra propia santificación
y por la salvación de las almas.
Con la confianza de hijos,
te rogamos por la Iglesia y por la Parroquia
y por todos los redimidos por Cristo, tu Hijo,
sobre todo por los más pobres y abandonados.
Tú que eres maestra de muchas generaciones,
enséñanos a imitarle fielmente,
sobre todo en la unión con Dios  en tu vida humilde y pobre,
en tu amor al trabajo y en tu generosa entrega
al servicio de la Iglesia y de los hombres.
Concédenos que siguiendo tu ejemplo,
seamos fieles y generosos hasta el final de nuestra vida,
para que podamos, así, llegar a la comunión plena
en la casa del Padre común.  Amén.

El saco de carbón


Historias de Luz y Sabiduría

Un día, Juanito entró a su casa dando patadas en el suelo y gritando muy molesto.
Su padre, lo llamó y Juanito lo siguió, diciendo en forma irritada:
- Papá, ¡Te juro que tengo mucha rabia! Pedrito no debió hacer lo que hizo conmigo. Por eso, le deseo todo el mal del mundo. ¡Tengo ganas de darle un buen puñetazo!
Su padre, un hombre sin estudios, pero lleno de sabiduría, escuchaba con calma al hijo que continuaba diciendo:
- Imagínate que el estúpido de Pedrito me humilló delante de mis amigos. ¡No acepto eso! Me gustaría que le entrara una enfermedad para que no pudiera ir más a la escuela.
El padre siguió escuchando y se dirigió hacia una esquina del garaje de la casa, cogió un saco lleno de carbón, lo llevó hasta el final del jardín y le propuso:
- ¿Ves aquella camisa blanca que está en el tendedero? Hazte la idea de que es Pedrito y cada pedazo de carbón que hay en este saco es un mal pensamiento que va dirigido a él. Tírale todo el carbón hasta el último pedazo. Después ya volveré para ver como ha quedado.
El niño lo tomó como un juego y comenzó a lanzar los trozos de carbón, pero como el tendedor estaba lejos, pocos de ellos acertaron a la camisa.
Cuando, el padre regresó le preguntó:
- Hijo ¿qué tal te sientes?
- Cansado pero contento. Acerté algunos pedazos de carbón a la camisa.
El padre cogió al niño de la mano y le dijo:
- Ven conmigo, quiero mostrarte algo.
Lo colocó frente a un espejo que le permitía ver todo su cuerpo.... ¡Qué susto! Estaba todo negro y sólo se le veían los dientes y los ojos. En ese momento el padre dijo:
- Hijo, como puedes observar, la camisa quedó un poco sucia, pero no es comparable a lo sucio que has quedado tú. El mal que deseamos a otros se nos devuelve y multiplica en nosotros. Por más que queremos o podamos perturbar la vida de alguien con nuestros pensamientos, los residuos y la suciedad siempre queda en nosotros mismos.
Ten mucho cuidado con tus pensamientos porque se transforman en palabras.
Ten mucho cuidado con tus palabras porque se transforman en acciones.
Ten mucho cuidado con tus acciones porque se transforman en hábitos.
Ten mucho cuidado con tus hábitos porque moldean tu carácter.
Y ten mucho cuidado con tu carácter porque de él dependerá tu destino.

jueves, 16 de mayo de 2019

A María, Reina de la Paz

Tú, que recibiste el saludo del Espíritu de paz,
Tú, que acogiste en tu seno el Verbo de paz,
Tú, que engendraste al santo hijo de la paz,
concédenos el don de la paz.
Tú, que secundas a Aquél que hace que por doquier reine la paz,
Tú, la llena de gracia por quien todo lo perdona,
Tú, que eres prenda de su eterna misericordia,
concédenos el don de la paz.
Para que los cautivos sean al fin liberados,
Para que los desterrados encuentren al fin su patria,
Para que los que sufren, encuentren la fortaleza,
concédenos el don de la paz.
Por la angustia de los hombres y mujeres,
Por los recién nacidos que duermen en su cuna,
Por los ancianos que tanto desean morir en su lecho,
te pedimos el don de la paz.
A ti que eres la madre de los desamparados,
A ti que eres la enemiga de los duros de corazón,
A ti que eres la estrella que brilla en el cielo gris de los descarriados,
te pedimos el don de la paz.
A ti, la esposa del Dios vivo,
A ti, que eres la Madre del Dios resucitado,
A ti, que eres la Reina en el reino del Dios lleno de Paz,
te pedimos el don de tu paz.

Suegra y nuera


Una joven llamada Lili se casó y se fue a vivir con su marido y su suegra. Después de un tiempo, no se entendía con ella; sus personalidades eran muy diferentes y Lili fue irritándose con las costumbres de su suegra, por lo que los problemas fueron agravándose.
Los meses pasaron, y las discusiones, eran cada vez más fuertes. De acuerdo con una antigua tradición china, la nuera tiene que cuidar a la suegra y obedecerla en todo, pero Lili, al no soportarla, decidió tomar una decisión y visitar a un amigo de su padre.
Después de oírla, él tomó un paquete de hierbas y le dijo:
– No deberás usarlas de una sola vez para liberarte de tu suegra, porque ello causaría sospechas. Deberás darle varias hierbas que la irán envenenando lentamente. Cada dos días pondrás un poco de estas hierbas en su comida. Ahora, para tener certeza de que cuando ella muera nadie sospechará de ti, deberás tener mucho cuidado y actuar de manera muy amigable. No discutas, ayúdala a resolver sus problemas. Recuerda: Tienes que seguir todas mis instrucciones al pie de la letra.
– Sí, Sr. Huang, haré todo lo que usted me dice, respondió Lili
Y regresó para comenzar el proyecto de asesinar a su suegra,
Pasaron las semanas y cada dos días, Lili servía una comida especial a su suegra. Siempre recordaba lo que el Sr. Huang le había recomendado sobre evitar sospechas, y así controló su temperamento; obedecía a la suegra y la trataba como si fuese su propia madre.
Después de seis meses, la casa entera estaba completamente cambiada. Lili había controlado su temperamento y casi nunca la aborrecía. En esos meses, no había tenido ni una discusión con su suegra, que ahora parecía mucho más amable y más fácil de lidiar con ella. Las actitudes de la suegra también cambiaron y ambas pasaron a tratarse como madre e hija.
Un día Lili fue nuevamente a visitar al Sr. Huang, para pedirle ayuda y le dijo:
– Querido Sr. Huang, por favor ayúdeme a evitar que el veneno mate a mi suegra, ella se ha transformado en una mujer agradable y la amo como si fuese mi madre. No quiero que ella muera por causa del veneno que le di.
El Sr. Huang sonrió y le dijo:
– Lili no tienes por qué preocuparte. Tú suegra no ha cambiado, la que has cambiado has sido tú. Las hierbas que te di, eran vitaminas para mejorar su salud. El veneno estaba en su mente, en su actitud, pero fue echado fuera y sustituido por el amor que tu empezaste a darle.

La mayor parte de las veces recibiremos de las otras personas lo que les damos por eso acuérdate siempre: «Ya que la cosecha es segura, tengamos cuidado con lo que sembramos»

miércoles, 15 de mayo de 2019

Como Tú, San Isidro Labrador

Queremos  un día luminoso para  buscar la luz del cielo
Una  tierra firme y bien dispuesta en  la que sembrar un futuro mejor.
¿Nos  ayudarás en el surco, amigo? Préstanos  tu arado;
Bien  sabemos que, por ser de tal amo,
a  la fuerza ha de ahondar regueros divinos
Déjanos  tu calzado; Bien  sabemos que, por calzar la humildad,
hemos  de llegar hasta el final del tajo.
Como Tú, San Isidro, con  los dos ojos labraremos la tierra:
Con  uno mirando al cielo, para  que Dios bendiga nuestro esfuerzo,
y  con el otro, en la zanja, para  que no nos falte el alimento.
Ayúdanos,  San Isidro, a  empujar con aliento divino
el arado sobre el duro suelo.
Hoy,  como nunca, amigo labriego, necesitamos  de tus manos
para  saber guiar el timón de nuestra fe, de nuestro ser, vivir y trabajar.
Te  pedimos que, ante Dios, hagas  presente la oración
de  este pueblo que, con espigas en sus manos,
oraciones  en sus labios, con  cestas de mimbres rebosando frutos,
vinos  generosos o miel silvestre o  pan recién sacado del horno
ama  a Dios sobre todas las cosas
y  proclama con la fe de nuestros padres:
¡Bendito  sea el Señor que  nos da la tierra
que nos devuelve el  ciento por uno
cuando  se la trata con mano  humana y abono divino. Amén.

Las siete maravillas


Un grupo de estudiantes de Geografía, estudiaban las Siete Maravillas del Mundo. Al término de la clase, se les pidió que hicieran una lista de las que ellos consideraban las Siete Maravillas del Mundo, en el día de hoy. A pesar de algunos desacuerdos, la mayoría votó por lo siguiente:
Las Pirámides de Egipto...
El Taj Mahal de la India...
El Gran Cañón de Arizona...
El Canal de Panamá…
El Empire State de Nueva York...
La Basílica de San Pedro en Roma…
La Muralla China…
Mientras votaban, el maestro notó que una estudiante permanecía callada y no había entregado aún su lista. Así que le preguntó si tenía algún problema para hacer su elección.
La joven tímidamente respondió:
- Sí, un poco; no puedo decidirme pues son tantas las maravillas.
- Bueno, le dijo el maestro, dinos lo que has escrito, tal vez podamos ayudarte.
- Creo que las Siete Maravillas, más importantes de este mundo son:
PODER TOCAR...
PODER SABOREAR...
PODER VER...
PODER ESCUCHAR...
PODER SENTIR...
PODER REIR...
PODER AMAR...
Al terminar de leerlas, todos los presentes quedaron en un absoluto silencio, nadie supo qué decir.

Siempre nos sorprendemos por las maravillas arquitectónicas que hizo el hombre a través de los siglos, restando importancia a todas aquellas que Dios hizo a través de la creación, como si estuvieran ahí por casualidad. “Tú fuiste creado y eres la maravilla más preciosa del universo, ¿sabes por qué?, porque Dios te creó a su imagen, con todos los sentidos, para que puedas disfrutar de todas las maravillas, que te rodean día a día”

martes, 14 de mayo de 2019

A la Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra

Madre de Dios y Madre Nuestra, 
a quien con devoción veneramos,
en este mes de mayo a Ti dedicado:
Manifiesta a tus hijos tu ternura,
amparando a quienes hoy, te invocan de todo corazón.
Socórrenos en nuestras necesidades,
consuélanos en nuestra aflicción.
Danos el auxilio de tu ayuda para salir del pecado.
Y alcánzanos del Señor el perdón de las muchas culpas,
con que hemos ofendido a tu Hijo Jesús.
Señora Madre Nuestra: Intercede por nosotros,
para que, libres de los males espirituales y temporales,
sirvamos al Señor en Santidad y justicia,
todos los días de nuestra vida.
Así, bajo tu amparo y patrocinio,
llegaremos a tener parte contigo
en el gozo del reino de los Cielos. Amén.

El suplente del equipo


Un muchacho vivía solo con su padre; ambos tenían una relación extraordinaria y muy especial.
El joven pertenecía al equipo de fútbol de su colegio, pero normalmente no tenía oportunidad de jugar; bueno, casi nunca. Sin embargo, su padre acudía siempre a las gradas haciéndole compañía.
El joven era el más bajo de su clase; cuando comenzó secundaria, insistió en participar en el equipo de fútbol del colegio; su padre siempre le orientaba y le explicaba claramente que «él no tenía que jugar a fútbol si no lo deseaba en realidad». Pero al joven le gustaba el fútbol, no faltaba a un entrenamiento ni a un partido, estaba decidido a dar lo mejor de sí, se sentía felizmente comprometido. Durante su Etapa de Secundaria lo conocían como el «calentador del banquillo» porque siempre permanecía sentado. Su padre, con su espíritu de luchador, siempre estaba en las gradas haciéndole compañía, con palabras de aliento era el mejor apoyo que hijo alguno podría esperar.
Cuando comenzó la universidad, intentó entrar al equipo de fútbol; todos estaban seguros que no lo lograría, pero superó las pruebas y entró en el equipo. El entrenador le dio la noticia, admitiendo que lo había aceptado al ver cómo entregaba su corazón y su alma en cada uno de los entrenamientos y, al mismo tiempo, el entusiasmo perfecto que les daba a los demás miembros del equipo. La noticia le llenó de alegría; corrió al teléfono más cercano y llamó a su padre, quien compartió con él la emoción. Le enviaba, todas las temporadas, las entradas para que asistiera a los partidos de la universidad.
El joven era muy persistente: nunca faltó a un entrenamiento ni a un partido durante los cuatro años de la universidad, y nunca tuvo la oportunidad de jugar de titular en ningún partido. Era el final de la temporada, y justo unos minutos antes de que comenzara el partido recibió un telegrama.
El joven lo leyó y lo guardó en silencio; temblando, le dijo al entrenador:
- ¡Mi padre murió esta mañana! ¿No hay problema de que falte al partido hoy?
El entrenador le abrazó, y le dijo:
- ¡Tómate el resto de la semana libre, hijo! Y no se te ocurra venir el sábado.
Llegó el sábado y el partido no estaba muy bien; en el tercer cuarto, cuando el equipo tenía diez puntos de desventaja, el joven entró al vestuario y, calladamente, se colocó el uniforme y corrió hacia donde estaba el entrenador y su equipo, quienes estaban impresionados al ver a su luchador compañero de regreso.
- Entrenador, por favor, permítame jugar... ¡tengo que jugar hoy!, imploró el joven.
El entrenador no quería escucharle; de ninguna manera podía permitir que su peor jugador entrara en el último partido de las eliminatorias. Pero el joven insistió tanto, que finalmente el entrenador, sintiendo lástima, lo aceptó:
- ¡De acuerdo, hijo, puedes entrar! El campo es todo tuyo.
Minutos después, el entrenador, el equipo y el público no podían creer lo que estaban viendo. El pequeño desconocido, que nunca había participado en un partido, estaba haciendo todo perfectamente de manera brillante; nadie podía detenerlo en el campo, corría fácilmente como toda una estrella.
Su equipo comenzó a ganar puntos, hasta que empataron el partido. En los últimos segundos de cierre, el muchacho interceptó un pase y corrió todo el campo hasta ganar el punto definitivo.
La gente que estaba en las gradas gritaba emocionada, y su equipo lo llevaba a hombros por todo el campo. Finalmente, cuando todo terminó, el entrenador observó que el joven estaba sentado callado y solo en una esquina, se acercó y le dijo:
- Muchacho, no puedo creerlo; ¡estuviste fantástico! Dime, ¿cómo lo lograste?
El joven miró al entrenador, y le dijo:
- Usted sabe que mi padre murió... Pero ¿sabía que mi padre era ciego? -el joven hizo una pausa y trató de sonreír-. Mi padre asistía a todos mis partidos, pero hoy era la primera vez que él podría verme jugar... ¡y yo quise demostrarle que sí podía hacerlo!

lunes, 13 de mayo de 2019

Magnificat

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.
Nadie ha hecho tanto por nosotros como nuestro Dios:
nos salvó desde siempre sin ser nosotros conscientes de ello;
nos ha colmado de tantos favores, que muchos envidian nuestra suerte.
Por eso, con María y como ella, decimos:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.
Nosotros se lo debemos todo a nuestro Dios,
que es santo y poderoso, que es fiel y nunca falta a su palabra,
que está en el corazón de cada uno y desea nuestro bien.
Por eso, exultamos de gozo y con María le cantamos:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mí salvador.
A Dios no le agradan los que están seguros de sí mismos
pues se dejan engañar por su corazón.
Le complacen los sencillos y limpios de corazón.
A los pobres y humildes que viven sin pretensiones
les pone por encima de los de corazón engreído
y por encima de los que buscan a Dios en el dinero y el poder
Llenos de gozo, digamos, pues, con María:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.
A nosotros nos ha llamado Dios a estar disponibles para la misión.
El está siempre con nosotros, animando con su Espíritu
nuestra existencia y nuestra palabra.
Por eso, gozosos y agradecidos le cantamos, con María:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.
El nos ha hecho depositarias de su gracia,
de su paz y de su amor, de su palabra y su perdón,
y nos ha enviado para que lo transmitamos
a todos los hombres de buena voluntad,
de generación en generación.
ÉI nos ha dado como madre a María.
Por eso, con ella, exultantes de gozo le cantamos:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

Bajo la chimenea


A los jóvenes que venían a su escuela por primera vez, Rabí Bunam les contaba la historia de Rabí Ezequías, hijo de Rabí Jekel de Cracovia. Después de pasar años y años en medio de la pobreza y la miseria que, sin embargo, no le hicieron perder la confianza en Dios, un día recibió en sueños la orden de ir a Praga para buscar un tesoro bajo el puente que conduce al palacio real.
Al principio no le hizo caso, pero cuando el sueño se repitió por tercera vez, Ezequías se puso en camino y llegó a pie a Praga. Pero el puente estaba vigilado día y noche por centinelas que hacían guardia y él no se atrevió a ponerse a excavar en el sitio indicado. No obstante, volvía al puente todas las mañanas, dando vueltas a su alrededor hasta la noche. Por fin un día, el capitán de la guardia real, que había notado su continuo ir y venir en torno al puente, se le acercó y le preguntó si había perdido algo o esperaba a alguien. Ezequías le contó el sueño que lo había llevado hasta allí desde su lejano pueblo. El Capitán estalló en carcajadas:
- Pero infeliz, ¿por hacer caso de un sueño has venido andando desde tan lejos y estás aquí perdiendo el tiempo? ¡¡Estás fresco si te fías de los sueños!! Entonces también yo debería haberme puesto en camino y llegar hasta Cracovia, a casa de un judío, un tal Ezequías, hijo de Jekel, para buscar un tesoro que tiene bajo su chimenea... Ya ves, me vería dando vueltas por toda Cracovia, llamando a todas las puertas y poniendo patas arriba todas las casas en una ciudad donde la mitad de los judíos se llaman Ezequías y la otra mitad Jekel!! Y se echó a reír de nuevo.
Ezequías se despidió muy cortésmente y volvió a su casa lo más rápido que pudo... buscó bajo la chimenea y encontró el Tesoro, lo desenterró y con él construyó la sinagoga del pueblo...

Y nosotros ¿dónde buscamos nuestros "Tesoros"? Párate a pensar, pues, quizá, estás buscando a cientos de kilómetros algo que tienes muy cerquita... en el interior de nuestra propia casa, bajo la chimenea... en nuestro interior, ya que parece que los sueños... a veces, se cumplen.

domingo, 12 de mayo de 2019

Oración al Buen Pastor

No te alejes de nosotros, Señor...
Mi Señor, mi Buen Pastor, Hijo del Padre,
fuente de luz, tormenta de fe,
que vienes a sacudir nuestra dormida esperanza,
que nos envías a Tu Madre para enamorar nuestros fríos corazones,
que luchas con amor para conquistar los espíritus inquietos
por las angustias del mundo.
Óyenos Señor, escucha a tus hermanos aquí, juntos queremos seguirte,
donde Tú quieras que nuestros pasos se dirijan.
Nuestros corazones quieren pertenecerte, por siempre.
Nuestras almas sedientas de Tu luz
solo quieren verte sonreír junto a Tu Madre.
Envíanos tus ángeles y tus santos,
consuélanos con su presencia celestial.
Danos el consuelo infinito de tu Misericordia
Haznos fuertes, Señor, haznos fuertes en la entrega a Ti, nuestro Dios.
Haznos pequeños y dóciles para que dejemos actuar
a Tu Santo Espíritu en nosotros y te hagas cargo de nuestra vida.
Haznos confiados corderos de Tu rebaño, Señor,
danos el abrazo de Tu Voluntad, Señor.
Que seas Tu quien nos guíe, que sea tu Madre quien nos proteja.
No te alejes de nosotros, Señor,
perdona nuestros errores y pecados, y nuestra falta de fe. Amén.

Conocer al Pastor

Después de una elegante cena en una mansión de Hollywood, un famoso artista entretenía a sus invitados recitando textos de poetas. Al final de la velada aceptó una última petición. Un sacerdote mayor y algo tímido le preguntó si sabía el salmo 22. Sí, lo conozco pero lo diré con una condición que cuando yo termine lo diga usted también. El sacerdote se asustó pero aceptó.
Cuando el actor terminó: "El Señor es mi pastor nada me puede faltar"… los invitados aplaudieron a rabiar y luego empezó el sacerdote. Éste dijo las mismas palabras pero esta vez no hubo aplausos, sólo un emocionado silencio y alguna lágrima en los ojos.
El actor se quedó en silencio unos minutos y después se levantó:
- Señores y señoras, dijo, espero hayan comprendido lo que acaba de pasar aquí esta noche. Yo conozco las palabras del salmo, pero este sacerdote además conoce al pastor.