sábado, 24 de junio de 2017

Letanías a San Juan Bautista

San Juan Bautista, ruega por nosotros.
San Juan Bautista, precursor de Cristo, ruega por nosotros.
San Juan Bautista, precursor glorioso del Sol de Justicia, ruega por nosotros.
San Juan Bautista, ministro del bautismo de Jesús, ruega por nosotros
San Juan Bautista, lámpara que ardía y alumbraba el mundo, ruega por nosotros.
San Juan Bautista, ángel de pureza antes de tu nacimiento, ruega por nosotros.
San Juan Bautista, amigo especial y favorito de Cristo, ruega por nosotros.
San Juan Bautista, alma de oración y contemplación, ruega por nosotros.
San Juan Bautista, intrépido predicador de la verdad, ruega por nosotros.
San Juan Bautista, voz que clama en el desierto, ruega por nosotros.
San Juan Bautista, ejemplo de mortificación y penitencia, ruega por nosotros.
San Juan Bautista, modelo de profunda humildad, ruega por nosotros.
San Juan Bautista, mártir glorioso por la santa ley de Dios, ruega por nosotros.
San Juan Bautista, que cumpliste fielmente tu misión, ruega por nosotros.
San Juan Bautista, Protector amadísimo de nuestra Familia, ruega por nosotros.

El punto negro

Un día la maestra entró en el aula y les dijo a sus alumnos que iban a hacer un examen sorpresa. Pese al nerviosismo que cundió entre los muchachos, fue repartiendo una hoja a cada uno con la parte frontal hacia abajo. Cuando terminó, la profesora les permitió girar el folio y vieron que era una superficie completamente en blanco, a excepción de un punto negro en el centro.
Viendo las caras de extrañeza de los alumnos, la maestra les dijo:
- Tenéis que escribir una redacción sobre lo que veis en el papel. 
Cuando hubieron terminado, se puso a revisar los textos y todos, sin excepción, hablaban del punto negro de diferentes maneras.
Cuando acabó de leerlos, la maestra se dirigió a los niños y les replicó:
- Mi pretensión es que este examen sea una lección de vida. Todos os habéis centrado en el pequeño punto negro, pero ninguno de vosotros ha hablado de la parte blanca del folio que es la que ocupa mayor espacio.”

A menudo es lo que nos pasa cada día: solemos fijarnos en los minúsculos puntos negros y no vemos todo lo demás, que es blanco. La vida está llena de amor, amistad y cosas maravillosas. Hay motivos para ser feliz, no os obsesionéis con las desgracias y fracasos.
Y tú, ¿cuantas veces te fijas en los diminutos puntos negros sin mirar todo lo blanco que los rodea?

viernes, 23 de junio de 2017

Buenos días, Señor

Señor Jesús,
enséñame a vivir a fondo cada instante,
cada segundo que me es dado.
Haz que aprenda a actuar con serenidad,
a empujar sin precipitación,
a unir paz y valentía, sensatez y decisión.
Y justamente ahora que comienzo, 
ayúdame, porque soy débil.
Permanece conmigo cuando trabajo,
llena el vacío de lo que hago,
de mis obras, de manera que lleguen a ser
fruto de tu mismo amor.
Y no permitas que el orgullo me traicione.
Porque todo, absolutamente todo,
Señor, te lo debo a Ti.

El ingenio de la hormiga

Hace un tiempo me puse a observar detenidamente la vida de las hormigas, y confieso que quedé asombrado al verlas trabajar con tanto orden y empeño.
Pero una hormiga en particular atrajo mi atención. Negra y de tamaño mediano, la hormiga llevaba como carga una pajita que era seis veces más larga que ella misma.
Después de avanzar casi un metro con semejante carga, llegó a una especie de grieta, estrecha pero profunda, formada entre dos grandes piedras. Probó cruzar de una manera y de otra, pero todo su esfuerzo fue en vano. Hasta que por fin la hormiguita hizo lo insólito.
Con toda habilidad apoyó los extremos de la pajita en un borde y otro de la grieta, y así se construyó su propio puente, sobre el cual pudo atravesar el abismo. Al llegar al otro lado, tomó nuevamente su carga y continuó su esforzado viaje sin inconvenientes.
La hormiga supo convertir su carga en un puente, y así pudo continuar su viaje. De no haber tenido esa carga, que bien pesada era para ella, no habría podido avanzar en su camino…

¿Cuántos de los problemas, cargas y pruebas que tienes que soportar podrían convertirse en puentes y peldaños que te ayuden a triunfar?

jueves, 22 de junio de 2017

Oración del buen humor

   Santo Tomas Moro, cuya fiesta se celebra hoy.

Concédeme, Señor, una buena digestión,
y también algo que digerir.
Concédeme la salud del cuerpo,
con el buen humor necesario para mantenerla.
Dame, Señor, un alma santa 
que sepa aprovechar lo que es bueno y puro, 
para que no se asuste ante el pecado,
sino que encuentre el modo de poner
las cosas de nuevo en orden.
Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento,
las murmuraciones, los suspiros y los lamentos 
y no permitas que sufra excesivamente 
por ese ser tan dominante que se llama ‘yo’.
Dame, Señor, el sentido del humor.
Concédeme la gracia de comprender las bromas,
para que conozca en la vida un poco de alegría 
y pueda comunicársela a los demás.

La familia del pan y del queso

Una familia del este de Europa decidió emigrar a América. Sus familiares y amigos se reunieron para despedirles y como regalo de despedida les dieron pan y queso. Eran pobres como ellos y no podían ofrecerles nada más. La familia reunió pan y queso suficientes para que les durara durante toda la travesía.
Viajaron en un viejo barco de vapor recluidos en su camarote durante todo el viaje para no malgastar sus pocos ahorros. Todas sus comidas consistían en pan y queso. La víspera del desembarco, el más pequeño de los hijos, un muchacho de nueve años, suplicó insistentemente a su padre que le dejara salir para comprarse una manzana, estaba ya enfermo de tanto pan y queso. El padre después de regañarle y, de mala gana, le dio una moneda para que subiera a cubierta y se comprara la manzana. Y le ordenó que volviera inmediatamente al camarote.
El muchacho salió, el tiempo pasaba y no regresaba, su padre preocupado por la tardanza fue en su búsqueda. Lo buscó en el comedor del barco y cual no fue su sorpresa al verle comiendo una cena suculenta. Pensando en el gasto, se indignó y empezó a echarle una reprimenda.
El muchacho se levantó y le dijo: 
- Papá es todo gratis. Lo podíamos haber comido todos los días. La comida está incluida en el pasaje.

Como en la historia del pan y del queso, muchos cristianos corren el riesgo de encerrarse en sus devociones: sus rezos, sus novenas, su grupo… y no enterarse de que hay un alimento gratis y más importante para la vida cristiana que todas las devociones: El Cuerpo de Cristo.

miércoles, 21 de junio de 2017

Mi misión cotidiana

Que mi oído esté atento a tus susurros.
Que el ruido cotidiano no tape tu voz.
Que te encuentre, te reconozca y te siga.
Que en mi vida brille tu luz.
Que mis manos estén abiertas para dar y proteger.
Que mi corazón tiemble con cada hombre y mujer que padecen.
Que acierte para encontrar un lugar en tu mundo.
Que mi vida no sea estéril.
Que deje un recuerdo cálido en la gente que encuentre.
Que sepa hablar de paz, imaginar la paz, construir la paz.
Que ame, aunque a veces duela.
Que distinga en el horizonte las señales de tu obra.
Todo esto deseo, todo esto te pido, todo esto te ofrezco, Padre. Amén.

La pequeña orquesta

En el día internacional de la música

Había una vez tres instrumentos musicales que no se llevaban nada bien. La flauta, la guitarra y el tambor, siempre estaban discutiendo por ver quién era el mejor. La flauta decía que su sonido era el más dulce de todos. La guitarra decía que ella era la que hacía mejores melodías. Y el tambor decía que él llevaba el rimo mejor que nadie. Todos se creían los mejores y despreciaban a los otros. Por eso, cada uno se iba a tocar a una parte distinta de la habitación donde vivían. Pero el sonido del tambor molestaba a la flauta, la flauta molestaba a la guitarra y la guitarra molestaba al tambor.
Allí no había quien pudiera tocar tranquilo. En lugar de hacer música hacían ruido. Y si alguien se paraba a escucharles, pronto sentía un fuerte dolor de cabeza. Siempre pasaba lo mismo. Hasta que un día llegó una batuta a vivir con ellos. Al ver lo que ocurría, les dijo que ella podría ayudarles si querían. Pero los tres instrumentos estaban convencidos de que nadie podía ayudarles. La mejor solución era separarse y que cada uno se marchara a vivir a otra parte. Así podrían tocar a gusto, sin tener que soportar los ruidos que tocaban los demás.
La batuta les propuso intentar hacer una cosa: tocar juntos una misma canción. Ella les ayudaría a hacerlo. Al principio no estaban muy convencidos, pero al final, aceptaron. Les dijo lo que tenía que tocar cada uno y, después de un breve ensayo, comenzó a sonar la canción.
Los tres instrumentos miraban fijamente a la batuta, que les indicaba a cada momento cómo y cuándo tenían que tocar. La canción iba sonando muy bien. La flauta, la guitarra y el tambor, no salían de su asombro. Estaban tocando juntos una misma canción y les estaba saliendo bien. Habían comenzado a hacer música.
Cuando acabaron de tocar, estaban tan contentos de cómo les había salido, que se felicitaron. Era la primera vez que se ponían de acuerdo en algo. Le pidieron a la batuta que les hiciera tocar otra vez la misma canción. La estuvieron tocando todo el día cientos de veces. Todo el que pasaba por allí, al escucharles, se quedaba admirado de lo bien que tocaban.
Al unirse y poner en común lo mejor de cada uno, habían conseguido formar una pequeña orquesta. Desde entonces, se dedicaron a dar conciertos por todas partes y se hicieron famosos por lo bien que tocaban juntos.

martes, 20 de junio de 2017

La vida es un camino

La vida es un camino.
Desde que nacemos es preciso partir.
Hay que ir dejando atrás muchas cosas: infancia, familia, hogar,...
salir del presente y orientarse hacia el futuro... y caminar...
No podemos pararnos porque la vida sigue.
Lo importante es no dejar la propia ruta y no salirse del camino,
aunque a veces resulta difícil y cuesta arriba.
Pero no vamos solos.
Caminamos con los otros,
y Cristo también se hace compañero de camino.
Y el camino tiene una meta.
La vida tiene un sentido.
Al final del camino cenaremos juntos. Y se hará luz.
Entonces percibiremos que el corazón ardía mientras hacíamos el camino.
Y nos vendrán las ganas de reemprender el camino,
de volver al encuentro de los que quedaron atrás.
Porque los otros también esperan que vayamos a decirles:
“Hemos visto al Señor".

El inquisidor y el hereje

Un famoso inquisidor murió de repente al llegar a su casa tras el auto de fe en que habían quemado a un hereje condenado por él. Y cuentan que ambos llegaron a la vez al juicio de Dios y se presentaron, como todos los hombres, ante el Tribunal Celestial. 
Dios comenzó su juicio preguntando a los dos qué pensaban de él. Comenzó el hereje un complicado discurso exponiendo sus teorías sobre Dios, precisamente las mismas por las que en la tierra había sido condenado. Dios le escuchaba con asombro, y por más preguntas que hacía y más precisiones con las que el hereje respondía, seguía Dios sin entender nada.
Habló después, lleno de orgullo, el inquisidor. Desplegó ante Dios su engranaje de ortodoxia, el mismo cuya aceptación había exigido al hereje y por cuya negación le había llevado a la hoguera. Y descubrió, con asombro, que Dios seguía sin entender una palabra y que, por segunda vez, no se reconocía a sí mismo en la figura de Dios que el ortodoxísimo inquisidor le presentaba.
¿Cuál de los dos era el hereje?, se preguntaba Dios. Y no lograba descubrirlo. Porque los dos no sabía si le parecían herejes, si dementes o simples charlatanes. Como la noche caía y cuantas más explicaciones daban el uno y el otro más claro quedaba que Dios no era eso y más confusa la respectiva condición de hereje o de inquisidor en cada uno, acudió Dios al supremo recurso: Encargó a sus ángeles que extrajeran el corazón de los dos y que se los trajeran. Y entonces fue cuando se descubrió que ninguno de los dos tenía corazón.

domingo, 18 de junio de 2017

Gracias por hacerte pan y vino

 José María Fernández Nieto

Señor, cuanto agradezco que me digas
lo que me dices, sin decir, callado,
derramando tu Amor sacramentado,
como el sol se derrama en las espigas.
Qué júbilo, Señor, que me bendigas
como la lluvia, que bendice al prado,
y que de rosas hayas enjambrado
mi corazón de cardos y de ortigas.
Señor, cuanto agradezco que me ames
como si fuera yo el único amado
y Tú el único amor que hay en mi vida.
Que en vino generoso te derrames,
que te me des en pan recién cortado,
que me ames tan sin peso y sin medida.


¡Que Dios viene por la calle! 
Antonio y Carlos Murciano
Que viene por la calle Dios, que viene
como de espuma o pluma o nieve ilesa;
tan azucenamente pisa y pesa
que sólo un soplo de aire lo sostiene.
Otro milagro, ¿ves? Él, que no tiene
ni tamaño ni límites, no cesa
nunca de recrearnos la sorpresa
y ahora en un arco de aire se contiene.
Se le rinde el romero y se arrodilla;
se le dobla la palma ondulante;
las torres en tropel campaneado.
Dobla también y rinde tu rodilla,
hombre, que viene Cristo caminante
-poco de pan, copo de pan- pasando.

Dios es un terrón de azúcar

Una profesora preguntó a sus alumnos:
- ¿Cómo sabemos que Dios existe? 
Cada uno fue dando su propia respuesta. Pero la profesora seguía insistiendo como si no estuviese satisfecha con las respuestas. Queriendo echarles una mano añadió:
- Y ¿cómo saber que Dios existe si ninguno lo hemos visto? 
Todos se quedaron callados. Para los niños lo que no se ve o se toca no existe. Hasta que un pequeño que era muy reservado, levantó la mano y, tímidamente, respondió:
- Señorita. Dios es como el azúcar. Mi madre me ha dicho que DIOS ES COMO EL AZÚCAR en el tazón de leche que ella me prepara todas las mañanas. Yo no veo el azúcar que está dentro de la taza con la leche, pero si la leche no tiene azúcar se queda sin sabor. 
- Dios existe, y está siempre en el medio de nosotros, solo que no lo vemos. Yo quería enseñaros y sois vosotros quienes me habéis enseñado a mí. Ahora sé que Dios es nuestro azúcar en la vida. 
La profesora, emocionada, le felicitó y le dio un beso.

¿A alguien de nosotros se le ocurriría definir a Dios como una cucharada o un terrón de azúcar? Seguro que nosotros daríamos una definición de Dios mucho más técnica y científica.
Estoy seguro que aquella mamá no entendía mucho de teología, pero sí tenía algo que es fundamental cuando se trata de hablar de Dios. Hablaba no del Dios que se nos explica con ideas, sino del Dios que ella experimentaba en su corazón.