martes, 7 de mayo de 2024

Himno a la alegría


El 7 de Mayo de 1824 tuvo lugar el estreno en Viena 
de la 9ª Sinfonía de Beethoven 
que contiene la Oda a la Alegría

 

Os llamo amigos

          José María R. Olaizola, SJ.

No esperéis de mí mentiras o adulación.
No escucharéis palabras fáciles, pero engañosas,
ni os envolveré en silencios, cómodos, pero cómplices.
No os ofrezco todas las ventajas al menor de los costos,
plazos cómodos para la justicia, el triunfo sin batalla
No tendréis de mí una caricatura, del amor un medio.
Os llamo amigos, y al hacerlo,
os prometo hondura, pasión y verdad.
Os ofrezco mi cruz y mi cielo,
mi amor y mi fuego, mi luz y mi tiempo.
Os presento mi camino, mis pasos y mi evangelio.
Cuando lo sintáis prepararse, os espero.

La camisa del hombre feliz

Había una vez un rey muy anciano que enfermó de gravedad. Era un hombre muy poderoso, y se resistía a morir, así que mandó llamar a los mejores médicos del reino. Como ninguno consiguió dar con el remedio a su mal, ordenó traer médicos de todo el mundo, pero la respuesta siempre era la misma:
– Es usted muy anciano, majestad, y no hay remedio contra la edad. Morirá en poco tiempo, pero porque su vida llega a su fin.
El rey, a pesar de todas las explicaciones, mandó traer a un hombre muy sabio que vivía en una montaña lejana. Estaba considerado el hombre más sabio del reino. Después de hablar con el rey, le dijo:
– Solo conseguirá curarse si encuentra al hombre más feliz del reino y se pone su camisa. Tendrá que ser aquel que sea feliz con lo que tiene, que no le pida nada a la vida.
El rey se puso muy contento. ¡Al fin tenía un remedio! Mandó a sus consejeros a buscar a aquel hombre.
Y ellos encontraron muchos que decían ser ricos y felices, pero cuando les preguntaban si echaban de menos algo, siempre respondían. ¡Nunca estaban del todo satisfechos!
Hasta que una noche, en unas tierras lejanas, los consejeros escucharon a un hombre en un bar dar un golpe en la mesa con una cerveza en la mano y decir:
– ¡Yo no le pido más a mi vida!
Era un hombre bastante pobre, porque tenía el abrigo remendado y los pantalones raídos, pero sin duda, podía ser el que buscaban.
– Tienes que nos acompañes. El rey te está buscando. Puedes curarle y hacerte muy rico, le dijeron.
– ¿Rico? Yo ya soy rico y feliz. ¿Para qué viajar tan lejos para salvar a un rey viejo? Estoy bien donde estoy, gracias.
– No lo has entendido… te hablamos de oro, mucho oro.
Pero no había manera. ¡Imposible sobornar a ese hombre! Definitivamente, era el que buscaban. No había nadie tan feliz con lo que tenía. Así que los consejeros decidieron llevárselo a la fuerza. Le dieron un golpe, lo metieron en un saco y se fueron de vuelta al castillo.
Cuando lo vio, el rey dijo:
– ¡Rápido, quitadle la camisa y dádmela para que me cure!
Pero entonces, los consejeros, al quitarle el abrigo al pobre, solo encontraron un viejo chaleco.
– Majestad… es tan pobre que no tiene camisa…
El rey entonces, dando un profundo suspiro, murió.
Los consejeros se dieron cuenta entonces de lo que el sabio quería decir: en no existe en el mundo ninguna persona que tenga todo lo que necesita, pero sí lo que desea. Y por supuesto, también entendieron que ni siquiera los reyes pueden vivir para siempre.

domingo, 5 de mayo de 2024

En el día de la madre

MADRE es la palabra más bonita de la tierra.
Es la que todos más queremos.
Es el único cariño que no engaña.
Es un ángel desprendido de los cielos.
Con ella nunca estamos solos.
A nuestro lado, con el cuerpo o con el alma,
siempre está la mujer buena, de ojos grandes,
siempre está la dulce madre sonriendo…
¡Verdad! ¡Cien veces verdad! la madre es lo más bueno,
porque la madre es flor y es cielo,
porque la madre es luz y caricia, es ternura y alegría,
y al tenerla poseemos lo más grande,
y al perderla, perdemos lo más bello.
Virgen María, Madre querida del cielo,
cuida siempre a nuestras madres.

La visita de Dios

Érase una vez un zapatero ya muy anciano y cansado. Deseaba morir para ir con el Señor y deseaba también que el Señor lo visitara en su tienda.
Un día mientras rezaba oyó una voz que le dijo: Mañana iré a tu tienda.
Se puso a trabajar más feliz que nunca pero no pasó nada especial. Al rato entró una señora quejándose de unos niños que la insultaban y le robaban parte de la compra. El zapatero habló con ellos y prometieron no hacerlo más.
Más tarde entró un forastero preguntando por una dirección y lo acompañó hasta el lugar indicado.
Luego entró una niña que tenía el padre enfermo y juntos se fueron en busca de un médico para que lo visitara.
Poco antes de cerrar la tienda llegó un mendigo que quería comer, lo llevó a la Cantina y le pagó la cena.
Cerró su tienda y se dijo, el Señor no ha venido a verme. Ya en casa y antes de acostarse oró diciendo: “Señor, he estado muy ocupado hoy, espero no hayas venido a visitarme mientras estaba fuera”.
Y una voz dijo:
"Vine a visitarte en cada persona que ayudaste. Sé que disfrutaste con mi presencia. Estoy muy contento del buen trato que me diste".