sábado, 28 de noviembre de 2020

Déjame ir contigo, Señor

                        Javi Montes S.J.

Señor, déjame ir contigo
sólo quiero caminar detrás, pisar donde pisas,
mezclarme entre tus amigos.
Recorrer esas aldeas que habitan los olvidados,
los que no recuerda nadie y ver como los recuperas.
Quiero escuchar tu palabra, simple y preñada de Dios,
que aunque a muchos incomode, a tanta gente nos sana.
Quiero sentarme a tu mesa, comer del pan compartido,
que con tus manos repartes a todos los que se acercan.
Y un día tocar tu manto, como aquella pobre mujer,
suave, sin que tú lo notes, arrancarte algún milagro.
Esa que todos marginan, se atreve a abrazar tus pies
y derrama su perfume, porque en ti se ve querida.
Que de tanto ir junto a ti pueda conocerte más,
tú seas mi único amor y te siga hasta morir.

Yo elijo al Rey

Érase una vez un rey que quiso compartir sus bienes con todos sus súbditos.
Proclamó un bando invitándoles a reunirse en el patio de armas; allí, en el día asignado, cada uno podría coger lo que quisiera.
Llegó el día y en el gran patio estaban expuestas todas las riquezas del rey: Joyas, relojes, alfombras, muebles, coches…
En medio del patio, un gran trono desde el cual el rey examinaba a sus súbditos. En sus ojos brillaba la avaricia mientras admiraban aquel enorme mercadillo gratis del jueves real.
Una anciana se acercó al trono del rey y le preguntó:
- ¿Es verdad, majestad, que puedo elegir lo que quiera de lo que aquí veo?
- Sí, puede elegir lo que usted quiera, le contestó el rey.
- Entonces, yo elijo al rey, dijo la anciana.
- Por haber elegido al rey, todo lo mío es también suyo.
La ancianita, sabia y nada avariciosa, eligió lo mejor, el rey, el dueño de las cosas, el señor del reino. Y entró a formar parte de la familia del Rey. 

viernes, 27 de noviembre de 2020

Consagración a la Virgen de la Medalla Milagrosa

Oh Virgen, Madre de Dios, Inmaculada María,
nos ofrecemos y consagramos a ti,
bajo el título de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa.
Que esta Medalla sea para cada uno de nosotros,
prenda del amor que nos tienes,
y nos recuerde nuestros deberes para contigo.
Que siempre que la llevemos nos bendiga tu amorosa protección,
y nos conserve en la gracia de tu Hijo.
Oh Virgen poderosa, consérvanos siempre a tu lado
en todos los instantes de nuestra vida.
Concede a estos hijos, la gracia de una buena muerte,
para que en unión contigo podamos gozar para siempre de la eterna felicidad. Amén.

Valorar a las personas

Un padre le dijo a su hija
- Te has graduado con matrícula de honor, ahora quiero regalarte este coche que compré hace muchos años. Es viejo, pero antes de dártelo quiero que vayas a un taller de venta de coches usados y digas que se lo quieres vender, a ver cuánto te ofrecen.
La hija así lo hizo y regresó a su padre y le dijo que le habían ofrecido 1000 € porque esta desgastado.
- De acuerdo, ahora llévalo a una casa de empeño, dijo su padre.
La hija fue a una casa de empeño y regresó a su padre y le dijo:
- La casa de empeño me ofreció 100 € porque es muy viejo.
Su padre le pidió que lo llevara a un club de coches clásicos, y cuando ella regresó le dijo:
- Algunas personas en el Club ofrecieron 100,000 €, ya que es un Nissan Skyline R34, un coche icónico y buscado por muchos.
- El lugar correcto te valora de la manera correcta, le dijo su padre.


Si a ti no te valoran no te sientas mal, solo significa que, tal vez, no estás en el lugar correcto. Los que te conocen son los que te valoran.
Nunca te quedes en un lugar donde nadie ve tu valor. ¡¡¡Y nunca te adaptes a lo que no te hace feliz!!!

martes, 24 de noviembre de 2020

Fijar mis ojos en ti, Señor

Señor, dame una mirada como la tuya,
una mirada que no se quede en la superficie,
que sepa bucear a lo más profundo de la realidad.
Señor, convencerme de que sólo permanece lo que se construye
sobre el cimiento sólido del amor y la verdad,
aunque parezca pequeño y débil.
Ayúdame a darme cuenta de que no quedará piedra sobre piedra
de todo lo que se levanta sobre la mentira y el egoísmo,
por grande y bello que parezca.
Señor, orienta y dirige mi trabajo y mi vida,
para que no pierda el tiempo y la fuerza
con lo que no tiene fundamento y desaparece;
para que todas mis obras broten de ti, como de su fuente,
y tiendan siempre a ti, como a su fin.

El anciano en el restaurante

Un hijo llevó a su padre a un restaurante para disfrutar de una deliciosa cena. Su padre ya era bastante anciano y tenía un ligero temblor en las manos. Mientras comía, un poco de la comida caía en su camisa y pantalón. Los demás comensales observaban al anciano con cara de asco, pero su hijo permanecía tranquilo.
Cuando ambos terminaron de comer, el hijo, con naturalidad, ayudó a su padre y lo llevó al servicio. Limpió las sobras de comida de su arrugado rostro, e intentó lavar las manchas de comida de su ropa; cariñosamente peinó su cabello gris y finalmente le acomodó las gafas.
Al salir del servicio, un profundo silencio reinaba en el restaurante. Nadie podía entender cómo alguien podía hacer el ridículo así. El hijo pagó la cuenta, y antes de salir, un hombre, también de avanzada edad, se levantó de entre los comensales, y le preguntó al hijo del anciano:
- “¿No te parece que te has dejado algo aquí? “
El joven respondió: - “No, no me he dejado nada”.
Entonces el extraño le dijo: “Sí has dejado algo! ¡Has dejado una lección para cada hijo, y una esperanza para cada padre anciano!”
El restaurante entero estaba tan silencioso, que se podía escuchar cae un alfiler.
Uno de los mayores honores que existen, es poder cuidar de aquellos ancianos que alguna vez nos cuidaron también. Nuestros padres, y todos esos ancianos que sacrificaron sus vidas, con todo su tiempo, dinero y esfuerzo por nosotros, merecen nuestro máximo respeto. Si también sientes respeto hacia los adultos mayores, 

domingo, 22 de noviembre de 2020

Venid, benditos de mi

                   Álvaro Ginel y Mari Patxi Ayerra

Me dirás, Señor, ven bendito, a disfrutar de la Vida eterna:
porque vivo cerca de ti y tenías palabras cálidas cada mañana,
porque comprabas en la tienda y eras cercano y tierno,
porque cuando estuve pachucho me cuidaste y dedicaste tu tiempo,
porque cuando me sentí triste, siempre intentaste levantarme el ánimo,
porque cuando estaba sólo tenías un rato para mí,
porque cuando hice mal un trabajo, supiste disculparme,
porque cuando nadie me entendía, encontré tu apoyo incondicional,
porque cuando barría tu calle, con tu mirada me dignificabas,
porque cuando te hice una obra, valorabas mi trabajo y me hacías sentir importante,
porque cuando me rechazaron, tú te molestaste en escucharme,
porque cuando llamé a tu puerta, me sentaste en tu mesa, sin miedo ni ascos,
porque cuando te pedí un favor, me hiciste sentir que te lo hacía yo a ti,
porque cada vez que me pedías algo, me diste la oportunidad de ser solidario,
porque cuando tenía mal aspecto, te acercaste sin reparos,
porque cuando otros me increpaban, tú encontraste algo positivo en mí,
porque cuando estaba cansado, adivinaste mi necesidad y me descansaste,
porque cuando nadie creía en mí, tú me defendiste y apostaste por mi persona,
porque cuando trabajamos juntos, tú creaste clima de fiesta y de alegría,
porque cuando subimos juntos en el ascensor, tú me alegraste el día con tu sonrisa,
porque antes de que tuviera una ilusión, tú ya estabas intentando satisfacérmela,
porque cuando viajamos juntos en el metro, tú mirada me hizo sentir único,
porque llenaste mi vida de sorpresas, porque no se te olvidó una fecha importante,
porque tus llamadas de teléfono alegraron mis noches,
porque tus caricias sacaron música de mi cuerpo,
porque tú hiciste que la vida de mucha gente fuera un poco más bonita,
porque te regalaste en gestos de ternura, sinceridad, escucha…
Por haber sido un regalo en este mundo, ven aquí bendito de mi Padre.

Música para las nubes

                            Pedro Pablo Sacristán

Había una vez un pequeñísimo país castigado por una larga sequía. Llevaba tanto tiempo sin llover que la gente comenzaba a pasar hambre por culpa de las malas cosechas.
Coincidió que en esos mismos días un grupo de músicos cruzaba el lugar tratando de conseguir unas monedas como pago por sus conciertos. Pero con tantos problemas, nadie tenía ganas de música.
- Pero si la música puede ayudar a superar cualquier problema -comentaban los músicos, sin conseguir ni un poquito de atención.
Así que los artistas trataron de descubrir la causa de que no lloviera. Era algo muy extraño, pues el cielo se veía cubierto de nubes, pero nadie supo responderles.
- Lleva así muchos meses, pero ni una sola gota han dejado caer las nubes, les dijeron.
- No os preocupéis, nosotros traeremos la lluvia a esta tierra -respondieron-, e inmediatamente comenzaron a preparar su concierto en la cumbre de la montaña más alta.
Todos los que lo oyeron subieron a la montaña, llenos de curiosidad. Y en cuanto el director de aquella extraña orquesta dio la orden, los músicos empezaron a tocar.
De sus instrumentos salían pequeñas y juguetonas notas musicales, que subían y subían hacia las nubes. Era una música tan saltarina, alegre y divertida, que las simpáticas notas comenzaron a juguetear con las suaves y esponjosas barrigotas de las nubes, y tanto las recorrieron por arriba y por abajo, por aquí y por allá, que se formó un gran remolino de cosquillas, y al poco las gigantescas nubes estaban riendo soltando grandes truenos.
Los músicos siguieron tocando animadamente y unos minutos más tarde las nubes, llorando de pura risa, dejaron caer su preciosa lluvia sobre el pequeño país, con gran alegría para todos.
Y en recuerdo de aquella lluvia musical, cada habitante aprendió a tocar un instrumento y, por turnos, suben todos los días a la montaña para alegrar a las nubes con sus bellas canciones.