domingo, 4 de agosto de 2024

Oración por los sacerdotes

            San Juan María Vianney (cura de Ars). Su fiesta se celebra hoy, 4 de agosto

Omnipotente y eterno Dios, mira el rostro de tu Divino Hijo
y por amor a Él, ten piedad de tus sacerdotes.
Recuerda que no son sino débiles y frágiles criaturas,
mantén vivo en ellos el fuego de tu amor y guárdalos
para que el enemigo no prevalezca contra ellos
y en ningún momento se hagan indignos de su santa vocación.
Te ruego por tus sacerdotes fieles y fervorosos,
por los que trabajan cerca o en lejanas misiones
y por los que te han abandonado.
¡Oh Jesús! te ruego por tus sacerdotes jóvenes y ancianos,
por los que están enfermos o agonizantes
y por las almas de los que estén en el purgatorio.
¡Oh Jesús! te ruego por el sacerdote que me bautizó,
por los sacerdotes que perdonan mis pecados,
por aquellos a cuyas misas he asistido y asisto,
por los que me instruyeron y aconsejaron,
por todos para los que tengo algún motivo de gratitud.
¡Oh Jesús! guárdalos a todos en tu Corazón,
concédeles abundantes bendiciones en el tiempo y en la eternidad Amen.

Sagrado Corazón de Jesús, bendice a tus sacerdotes
Sagrado Corazón de Jesús, santifica a tus sacerdotes
Sagrado Corazón de Jesús, reina por tus sacerdotes.
María, madre de los sacerdotes, ruega por ellos.
Danos, Señor, vocaciones sacerdotales y religiosas.

Muñecas en lugar de enfados

El anciano y la anciana llevaban casados más de 50 años. Nunca tuvieron secretos el uno para el otro, pero había una cosa que la mujer le pidió a su esposo: nunca mirar en la vieja caja de zapatos que guardaba en el estante superior en su armario.
El esposo ni siquiera llegó a preguntar acerca de la caja misteriosa… pero una vez, cuando su esposa enfermó y estando en el hospital, decidió contarle al viejo su secreto y le pidió que llevara la caja allí.
El anciano fue a casa, tomó la caja y la abrió. Dentro había dos muñecas hechas a mano y también 20.000 € atados con una simple goma.
— Pero… ¿por qué? ¿De qué manera?, preguntó tartamudeando, el sorprendido esposo.
— Antes de que nos casáramos... – comenzó a contar la mujer– mi abuela me contó el secreto para tener un matrimonio feliz y sin peleas. Ella me aconsejó que, si yo me enfadaba contigo, no tenía que gritarte ni pelear, sino callarme y coser una muñeca. Eso me ayudaría a tranquilizarme.
El anciano estaba conmovido. En la caja solamente había dos muñecas cosidas… parece ser que ella se había enfadado con él solamente dos veces durante tantos años de matrimonio.
Él se acercó a ella, la abrazó y la besó y le preguntó a su esposa
— Pero dime, ¿de dónde sacaste tanto dinero?
— Ahhh… ¿tú preguntas sobre eso? -dijo ella con una sonrisa- este es el dinero que gané vendiendo las muñecas.