sábado, 9 de diciembre de 2023

Despiertos...

Despiertos para sembrar esperanza.
Despiertos para sembrar esperanza en nuestros hijos.
Despiertos para sembrar esperanza en nuestros padres.
Despiertos para sembrar esperanza en vecinos.
Despiertos para sembrar esperanza en los colegios.
Despiertos para sembrar esperanza en nuestra parroquia.
Despiertos para sembrar esperanza en la vida de los ancianos.
Despiertos para sembrar esperanza
en las mujeres que no encuentran salida a sus problemas por sí mismas.
Despiertos para sembrar esperanza en quien busca un futuro mejor,
de aquí o de otros países.
Despiertos para sembrar esperanza en las familias sin recursos.
Despiertos para sembrar esperanza en los niños 
a los que se les ha robado la inocencia.
Despiertos para sembrar esperanza en los que trabajan por los demás.
Despiertos para sembrar esperanza en los desalentados,
en los que han perdido el sentido a sus vidas,
en los que se refugian en la impotencia o en el cinismo.
Despiertos para sembrar esperanza en nuestros corazones y nuestras vidas.

En todo mira al fin

Seguramente, habéis oído hablar del filósofo griego Diógenes, el Cínico. Un día fue al mercado. Colocó un puesto y encima de él puso un letrero que decía: "se vende sabiduría ".
Un griego que pasaba por allí cerca, oyó comentar el texto del letrero y se echó a reír. Llamó a su criado y dándole tres monedas de plata le dijo entre carcajadas.
-- "Anda y dile a Diógenes que te venda tres duros de Sabiduría".
Así lo hizo. Diógenes tomó las tres monedas de plata mientras le decía al criado:
-- "Dile a tu amo que en todo lo que haga mire al fin, que no vaya por la vida a tontas y a locas. Que dé sentido a su vida”.
Al amo le gustó tanto la sentencia que la hizo esculpir en oro en el dintel de la puerta de su casa: "En todas las cosas, mira al fin".

jueves, 7 de diciembre de 2023

María, Madre de la Misericordia

Santa María, Madre de la Misericordia,
eres feliz porque creíste que para Dios nada es imposible:
que nuestra fe se parezca cada vez más, a la tuya.
Tu María, Madre de la Misericordia,
dijiste un SÍ que llenó toda tu vida, confiaste en la Palabra del Señor,
y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros:
enséñanos a aceptar lo que Él nos pida.
Tu María, Madre de la Misericordia, viviste unida a Jesús,
pobre y humilde, sufriste con Él: ayúdanos en las dificultades.
Tu María, Madre de la Misericordia, amaste a Jesús como nadie le amó:
que vuestro amor llene nuestras vidas,
y nos enseñe el camino de la compasión y de la misericordia.
Tu María, Madre de la Misericordia, seguiste a Jesús hasta la Cruz,
y allí El te señaló como nuestra Madre:
concédenos que, cada día, vivamos más unidos a Jesús, misericordiosos
como nuestro Padre, el Buen Dios, es misericordioso.
Madre del Adviento, Virgen de la Esperanza,
Madre de la Misericordia, ruega por nosotros. Amén.

El Milagro de la Fuente

En aquella época en que María y José y también el pequeño burro caminaban en dirección a Belén, no existía el agua corriente.
Las mujeres iban con su cántaro a sacar agua de la fuente. Allí se encontraban para charlar. La fuente era un lugar de encuentro, el sitio en el que intercambiaban las últimas novedades.
Esa tarde, Ruth tomó su cántaro para ir a la fuente. Al salir de su casa la luz intensa de una estrella la deslumbró, tenía tal resplandor que las otras estrellas, y hasta la luna, parecían completamente pálidas. Ruth maravillada, se quedó quieta en el lugar. No podía quitar sus ojos de esta estrella resplandeciente. Se olvidó de la hora y de lo que tenía que hacer. ¿Qué mensaje anunciaba este astro luminoso?
El viento la sacó de su sueño. Tomó su cántaro y se dirigió rápidamente hacia la fuente. Allí no había nadie. Todos habían vuelto a sus casas. Ruth colgó su cántaro en la cadena, y se detuvo: la estrella se reflejaba en el fondo del pozo. El agua brillaba como el oro. La joven maravillada susurró:
-- “¡Que luminoso resplandor, si por lo menos la abuela lo pudiese ver!”
Pero la abuela estaba sentada en casa, en su sillón. Sus piernas debilitadas por la edad, casi no la podían sostener. Ruth bajó lentamente su cántaro en el pozo para no enturbiar el agua.
Cuando lo volvió a subir, la joven se maravilló otra vez. Pues el agua del cántaro brillaba tanto como el oro. Entonces mojó la punta de su dedo y la probó: el agua tenía el mismo gusto que de costumbre. Ruth levantó su cántaro y volvió rápidamente a casa. En cuanto abrió la puerta gritó:
-- “¡Abuela, mira lo que te traigo!” Y le hizo contemplar el agua que relucía como oro puro. “¡Mira! Ha guardado el destello de la estrella para que tu la pudieses ver”.
La anciana miró el agua pensativamente y dijo: “¿Cuál será esta luz que comienza a brillar sobre el mundo y que al agua pura le gusta conservar su destello?” Después volviéndose hacia Ruth añadió: “yo veo el reflejo de tus ojos. Guárdalo como lo más precioso”.
La noticia del agua de oro se extendió rápidamente y todos venían al pozo. Sacaban muchas cantidades, pero el agua de oro no se agotaba. Guardó su resplandor hasta… ¿hasta cuándo justamente? Hasta el día en que el niño Jesús nació en belén. Desde entonces él empezó a iluminar el mundo con su luz.

miércoles, 6 de diciembre de 2023

Programa para Adviento

         Florentino Ulibarri

Salir con los ojos bien abiertos, ligero de peso y erguido, libre y dispuesto.
Andar por las calles sin miedo,
otear el horizonte serenamente, saludar y tocar a la gente.
Escuchar el rumor de la vida, dejarse empapar por ella
y regalar cántaros de esperanza todos los días.
No dormirse en los laureles,
vigilar todo lo que acontece y esperar día y noche al que viene.
Volver con los pies polvorientos,
el corazón enternecido y preñadas las entrañas.
Entrar alegre en su casa, dejarse lavar y curar las llagas
y sentarse a comer en compañía.
Contar lo que me ha sucedido, escuchar a todos como amigo
y cantar con voz humana sus alabanzas.
Permanecer largo tiempo en silencio contemplando el misterio
y cuidando la vida que está floreciendo.
Eso es Adviento. Esto es Adviento.

Las tres pipas

Una vez un miembro de la tribu se presentó furioso ante su jefe para informarle que estaba decidido a tomar venganza de un enemigo que lo había ofendido gravemente. Quería ir inmediatamente y matarlo sin piedad. El jefe lo escuchó atentamente y luego le propuso que fuera a hacer lo que tenía pensado, pero antes de hacerlo llenara su pipa de tabaco y la fumara con calma al pie del árbol sagrado del pueblo. El hombre cargó su pipa y fue a sentarse bajo la copa del gran árbol. Tardó media hora en terminar la pipa.
Luego sacudió las cenizas y decidió volver a hablar con el jefe para decirle que lo había pensado mejor, que era excesivo matar a su enemigo pero sí le daría una paliza grande para que nunca se olvidara de la ofensa.
Nuevamente el anciano lo escuchó y aprobó su decisión, pero le ordenó que, ya que había cambiado de parecer, llenara otra vez la pipa y fuera a fumarla al mismo lugar. También esta vez el hombre cumplió su encargo y estuvo media hora meditando.
Después regresó a donde estaba el jefe y le dijo que consideraba excesivo castigar físicamente a su enemigo, pero que iría a echarle en cara su mala acción y le haría pasar vergüenza delante de todos. Como siempre, fue escuchado con bondad, pero el anciano volvió a ordenarle que repitiera su meditación como lo había hecho las veces anteriores. El hombre un tanto molesto, pero mucho más sereno se dirigió al árbol centenario y allí sentado fue convirtiendo en humo su tabaco y su bronca.
Cuando terminó, volvió al jefe y le dijo:
-- "Pensándolo mejor veo que la cosa no es para tanto. Iré donde me espera mi agresor para darle un abrazo. Así recuperaré un amigo que seguramente se arrepentirá de lo que ha hecho".
El jefe le regaló dos cargas de tabaco para que fueran a fumar juntos al pie del árbol, diciéndole:
-- "Eso es precisamente lo que tenía que pedirte, pero no podía decírtelo yo; era necesario darte tiempo para que lo descubrieras tu mismo".

domingo, 3 de diciembre de 2023

Vigilad, Esperad, Orad, Amad

VIGILAD, porque no sabéis cuándo es el momento.
VIGILAD, porque siempre es el momento.
VIGILAD, para que no hagáis esperar al Señor que llega a vuestra casa.
VIGILAD, para descubrir las huellas que el Señor va dejando a su paso.
VIGILAD, para no caer en la tentación y saber desenmascarar las mentiras y engaños.
VIGILAD, porque Dios está siempre despierto.
VIGILAD, porque hay un hermano llorando.
VIGILAD, porque todas las cosas tienen su misterio.
VIGILAD, porque Dios está en cada encuentro y en cada acontecimiento.
VIGILAD, porque Cristo está siempre naciendo.
VIGILAD, porque Cristo está siempre muriendo.
VIGILAD, porque Cristo está siempre resucitando.
VIGILAD, porque hoy se nos ofrece una nueva oportunidad.
ESPERAD, porque Dios es sorpresa y promesa.
ESPERAD, porque la generosidad del Padre no tiene límites.
ESPERAD, porque Dios viene cada día.
ESPERAD, porque Dios es Enmanuel: Dios-con-nosotros.
ESPERAD, porque cada día puede ser Navidad.
ESPERAD, porque Cristo es inagotable.
ESPERAD, porque Dios nos sonríe en el Niño, en los niños.
ESPERAD, pero como la mujer en estado de "buena esperanza".
ORAD, pidiendo el pan de cada día: ¡Hoy!
ORAD, partiendo el pan de cada día: ¡Sí!
ORAD, pidiendo el don de cada día: ¡Ya!
ORAD, pidiendo el ángel del consuelo: ¡Paz!
ORAD, pidiendo la venida del Reino: ¡Venga!
ORAD, pidiendo el triunfo de la Pascua: ¡Aleluya!
ORAD, pidiendo: ¡Marana-tha! ¡Ven, Señor Jesús!
ORAD, preparando el camino al Señor.
ORAD, haciendo rectas las sendas al Señor.
AMAD, para que Cristo se haga presente.
AMAD, y sed así luz del mundo y sal de la tierra.
AMAD, haciendo así carne el Evangelio.
AMAD, para que las esperanzas y anhelos se cumplan.
AMAD, atentos a quienes más os necesiten.
AMAD, para abrir espacios de nueva humanidad.
AMAD, abriendo caminos a la fraternidad.
AMAD, y así, en vosotros, podrán tocar la eternidad de Dios.
AMAD, pero que sea de corazón, desde el fondo del alma.
AMAD, con el amor de Cristo, del Padre, don del Espíritu.

El Secreto de la gran piedra

Un día, yendo María y José hacia Belén, se encontraron con una piedra enorme. Estaba en medio del camino y lo ocupaba todo. Así es que todos los que por ahí pasaban tenían que buscarse un sendero entre los arbustos de ambos lados, o trepar por la enorme piedra.
Esta piedra tiene una historia muy especial.
Cuando se estaba construyendo el camino, siete hombres fuertes tuvieron que tratar de quitar con mucho esfuerzo la gran piedra hasta que la echaron a un lado.
Pero al día siguiente, cuando volvieron al trabajo, la piedra se encontraba otra vez en el mismo lugar de antes, como si siempre hubiera estado allí. Entonces los hombres protestaron furiosos, se remangaron y repitieron el duro trabajo. Pero al día siguiente la encontraron donde había estado antes. Estaban rojos de cólera, y con todas sus fuerzas la hicieron rodar nuevamente fuera del camino. Al día siguiente volvió a estar donde siempre había estado.
Esta vez no se enojaron, sino que se miraron desconcertados por este misterio. Decidieron entonces ir donde un ermitaño que vivía en el bosque y le contaron lo que había sucedido. El les escuchó atentamente, asintiendo con la cabeza y con aire comprensivo les dijo:
-- “Aquel que debe apartar del camino esta enorme piedra no ha llegado aún. Por lo tanto, dejad la piedra donde está y permitid que Aquel que tiene la misión de hacerlo, la haga rodar fuera del camino”.
Los hombres volvieron a su trabajo y siguieron su consejo. Así la piedra quedó allí, en medio, fastidiando a muchos viajeros.
También María y José se detuvieron delante de la piedra, pues José no podía hacerla rodar, ni siquiera con la ayuda del burrito.
Cuando estaban ahí, pensativos delante de esta enorme piedra, José tocó sin darse cuenta la piedra con su bastón. Fue un golpe muy suave, pero apenas la hubo tocado, ésta se rompió en dos partes, cayendo cada una de las dos mitades a ambos lados del camino. Y se pudo observar que la enorme piedra estaba llena de cristales que brillaban refulgentes a la luz del sol.
Poco tiempo después, el ermitaño pasó por este camino. Cuando vio la piedra rota y los cristales que brillaban en su interior, sus ojos se iluminaron y se dijo:
-- “Aquel a quien estaba destinado abrir el camino ha aparecido”, y su corazón se llenó de alegría y esperanza.