jueves, 30 de marzo de 2017

Hoy Dios te convoca

Hoy Dios te convoca.
Hoy Dios sale a tu paso.
Hoy Dios te sugiere, con susurro de invitación:
Vuélvete a mí. Te estoy esperando.
Rasga tu corazón y purifícalo de todo lo que le aparta de mí.
Pregúntate: ¿Quién es tu dios? ¿A quién o a qué adoras?
Hoy Dios te dice:
Este es el tiempo oportuno.
Esta es una nueva oportunidad.
Este es un día de salvación.
En nombre de Dios: “Déjate reconciliar con Dios”.
Hoy Dios te dice:
No vivas de apariencias.
Trabaja en secreto tu corazón hasta hacerlo semejante a Dios.
Entra en el secreto de tu vida. Atrévete.
Dios está en lo escondido, en tu adentro más íntimo.
Entra allí, en tu adentro.
Atraviesa la superficialidad que te rodea.
Entra en tu adentro y ora.
Dios escucha tu secreta oración.
Dios tiene ganas de intimar contigo.
Dios te está esperando.
Hoy Dios espera: Hacerte nuevo. Alegrar tu vida.

Autodominio



 J. R. Ayllón 

Cada vez que una persona, en contra de lo que debe hacer, cede a las pretensiones de su pereza, de su estómago o de su mal carácter, debilita su voluntad, pierde autodominio y reduce su autoestima.
Unas viñetas de Mafalda dibujan perfectamente esta situación.
Felipe encuentra en su camino una lata vacía y siente el deseo de pegarle una patada. Pero piensa interiormente: "¡El grandullón pateando latitas!". Y pasa de largo, venciendo lo que él mismo juzga un impulso infantiloide.
El problema es que, a los pocos metros, da la vuelta y suelta la tentadora patada. Ésta es su segunda reflexión: "¡Qué desastre! ¡Hasta mis debilidades son más fuertes que yo!".

martes, 28 de marzo de 2017

Me has seducido, Señor

Grupo Kairoi

Señor, no soy nada.
¿Por qué me has llamado?
Has pasado por mi puerta
y bien sabes que soy pobre y soy débil.
¿Por qué te has fijado en mí?
Me has seducido Señor con tu mirada.
Me has hablado al corazón y me has querido.
Es imposible conocerte y no amarte.
Es imposible amarte y no seguirte.
¡Me has seducido Señor!
Señor, yo te sigo y quiero darte lo que pides
aunque hay veces que me cuesta darlo todo.
Tú lo sabes, yo soy tuyo. Camina, Señor, junto a mí.
Señor, hoy tu nombre es más que palabras:
es tu voz que hoy resuena en mi interior
y me habla en el silencio.
¿Qué quieres que haga por ti?

El precio de un milagro


"Historias de Luz y Sabiduría"
 
Tess era una niña precoz de 8 años. Un día escuchó a su madre y a su padre hablar acerca de su hermanito Andrés. Ella sólo sabía que su hermano estaba muy enfermo y que su familia no tenía dinero. Planeaban mudarse a una zona de apartamentos al mes siguiente porque su padre no tenía el dinero para pagar las facturas médicas y la hipoteca de la casa. Sólo una operación costosísima podría salvar a Andrés. Escuchó que su padre estaba gestionando un préstamo pero no lo conseguía. Su padre le dijo a su madre, que tenía los ojos llenos de lágrimas, sólo un milagro puede salvarlo.
Tess fue a su cuarto y sacó un frasco que mantenía escondido. Vació todo su contenido en el suelo y lo contó cuidadosamente. Lo contó una segunda vez, la tercera... La cantidad tenía que ser perfecta. No había margen para errores. Luego colocó todas las monedas en el frasco nuevamente, lo tapó y salió por la puerta trasera y caminó hasta la farmacia que tenía un jefe indio color rojo en el marco de la puerta. Esperó pacientemente su turno. El farmacéutico parecía muy ocupado y no le prestaba atención.
Tess movió su pie haciendo ruido. Nada. Tosió fuerte. Nada. Finalmente, sacó una moneda del frasco y golpeó el mostrador.
- ¿Qué deseas?, le preguntó el farmacéutico en un tono bastante desagradable. Y le dijo sin esperar respuesta: Estoy hablando con mi hermano que acaba de llegar de Chicago y hace años que no lo he visto.
- Bueno, yo quiero hablarle acerca de mi hermano, le contestó Tess en el mismo tono que usó el farmacéutico. Está muy enfermo y quiero comprar un milagro.
- ¿Qué dices? dijo el farmacéutico.
- Su nombre es Andrés, tiene algo creciéndole dentro de la cabeza y mi padre dice que sólo un milagro lo puede salvar. Así que, ¿cuánto cuesta un milagro?
- Aquí no vendemos milagros, pequeña. Lo siento pero no te puedo ayudar, le contestó el farmacéutico, ahora en un tono más dulce.
- Mire, yo tengo el dinero para pagarlo. Si no es suficiente, conseguiré el resto. Sólo dígame cuánto cuesta.
El hermano del farmacéutico era un hombre elegante. Se inclinó y le preguntó a la niña:
- ¿Qué clase de milagro necesita tu hermanito?
- No lo sé, contestó Tess con los ojos llorosos, sólo sé que está muy enfermo y mi mami dice que necesita una operación. Pero mi papá no puede pagarla, así que yo quiero usar mi dinero para ayudar a mi hermanito.
- ¿Cuánto dinero tienes?, le preguntó el hombre de Chicago.
- Un dólar con once centavos, contestó Tess en una voz que casi no se entendió. Es todo el dinero que tengo pero puedo conseguir más si lo necesita.
- Pues qué coincidencia, dijo el hombre sonriendo, un dólar con once centavos, justo el precio de un milagro para hermanos menores.
Tomó el dinero en una mano y con la otra cogió a la niña del brazo y le dijo:
- Llévame a tu casa. Quiero ver a tu hermano y conocer a tus padres. Veamos si yo tengo el milagro que tú necesitas.
Ese hombre de buena apariencia era un cirujano especialista en neurocirugía.
La operación se efectuó sin cargos y en poco tiempo Andrés estaba de vuelta a casa y con buena salud. Los padres de Tess hablaban felices de las circunstancias que llevaron a este doctor hasta su puerta.
- Esa cirugía, dijo su madre, fue un verdadero milagro. Me pregunto cuánto habría costado.
Tess sonrió. Ella sabía exactamente cuánto costaba un milagro, un dólar con once centavos más la fe de una pequeña.

domingo, 26 de marzo de 2017

Quiero ver, Señor

 Isidro Lozano

Limpia mis ojos, Señor:
pon tu mano sobre mi mirada para que despierte de mi ceguera.
Confundo la verdad con mis propias verdades,
tu voluntad con mis oportunos caprichos.
Quiero ver, Señor, con la misma profundidad de tus ojos,
para que aprenda a vivir
como canta el pájaro sin saber que canta
o como juega el niño sin saber que juega.
Que no me conforme con lo puramente externo
con descubrir que, cada día, me regalas la luz que necesito.
Que contemple las maravillas del mundo
pero que lo haga con ojos agradecidos,
porque, a veces, pienso que todo lo que me rodea
es obra exclusiva de la invención del hombre
o un producto de mi propia conquista.
Quiero ver, Señor, con la misma profundidad de tus ojos,
para que aprenda a vivir
como canta el pájaro sin saber que canta
o como juega el niño sin saber que juega.
Que sepa descubrirte, Señor, como lo más importante.
Que no me falle, hoy ni nunca, la mirada de la fe
que es capaz de llegar adonde el ojo humano no alcanza,
una mirada profunda para sentirte y reconocerte como “el Señor”.
Ayúdame, Señor, a creer en ti, a esperar en ti
sin condiciones, sin pruebas, sin exigencias.
Ayúdame, Señor, a verte por encima de toda apariencia
y por encima de todos los engaños de mi fabricada ceguera.
Que vea, Señor, con la misma profundidad de tus ojos,
para que aprenda a vivir
como canta el pájaro sin saber que canta
o como juega el niño sin saber que juega.
¡Enséñame a ver, Señor, con la profundidad de tu mirada!

Luz y vida



Llevaron a seis ciegos a ver el elefante y les permitieron tocarlo.
Uno toco su enorme tripa y dijo que era una pared.
Otro tocó su trompa y dijo que era una serpiente.
Otro tocó su colmillo y dijo que era una lanza.
Otro tocó una pata y dijo que era un árbol.
Otro tocó una oreja y dijo que era un abanico.
Otro tocó su cola y dijo que era una soga.
Cada uno de los hombres ciegos tenía parte de razón, pero todos estaban equivocados. Tocaron una partecita del elefante, se les escapó el todo.

 ************             *************              ************

La cueva oyó un día una voz que le decía:
- “Sal a la luz. Ven y contempla el brillo del sol.”.
La cueva respondió:
- “No sé lo que dices, yo soy todo oscuridad”.
Después de muchas invitaciones, la cueva se aventuró, salió y se sorprendió al ver tanta luz por todas partes.
La cueva miró al sol y le dijo:
- “Ven conmigo y contempla mi oscuridad”.
El sol aceptó y entró en la cueva.
- "Ahora, le dijo el sol, enséñame tu oscuridad, pero ya no había oscuridad, todo era luz".