viernes, 11 de mayo de 2018

Corazón de María

Es justo y bueno darte gracias, 
siempre y en todo lugar, a ti, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo nuestro Señor.
Pues has dado a la Virgen María
un corazón prudente y dócil,
para que en ella se cumpliera perfectamente tu voluntad.
Un corazón nuevo y dulce,
donde pudieras grabar la ley de la nueva Alianza. 
Un corazón sencillo y puro,
para que pueda concebir tu Hijo en su virginidad, 
y verte para siempre.
Un corazón firme y vigilante,
para llevar sin desfallecer la espada de dolor,
y esperar, con fe, la resurrección de tu Hijo.

El vendedor de zapatos

Hay un cuento sobre dos vendedores de zapatos que viajan a un país del tercer mundo en busca de nuevas oportunidades de negocios.
Uno de ellos llama a su esposa al momento en que aterriza y le dice,
- "Querida, voy de regreso a casa. No hay esperanza aquí. Nadie usa zapatos, así que no hay a quien venderle".
Y aborda el siguiente vuelo para regresar.
El segundo llama a su esposa y le dice,
- "Querida, no vas a creer lo que encontré aquí. Hay tantas oportunidades. Nadie usa zapatos ¡Puedo venderle al país entero!"

Hay oportunidades en todos lados. Cuando tenemos la conciencia de esperar que la magia suceda, sucederá. Encontraremos a las personas correctas, nos moveremos en los círculos correctos, nos "toparemos" con las soluciones correctas. Todo empieza con una apertura en la mente. 

jueves, 10 de mayo de 2018

Oración a la Virgen de la sonrisa

           Fray Fernando Rodríguez ofm

Virgen de la sonrisa, Madre de la alegría,
vengo a ponerme delante de tus ojos buenos,
necesito esa luz de tus ojos serenos
y esa esperanza de tu rostro amable.
Te doy gracias, María,
porque estás a mi lado en todos los momentos:
cuando sufro, tengo tu consuelo,
cuando estoy feliz, compartes mi gozo.
Vengo a buscar tu ayuda de Madre
para mi y para todos mis seres queridos
Te pido que hagas nacer en nosotros a Jesús
así podremos vivir con alegría y salir adelante,
en medio de las dificultades de la vida.
Danos fortaleza, paciencia, valentía,
y mucha esperanza para seguir caminando.
Madre de la alegría, derrama tu consuelo
en todos los que están tristes y cansados,
deprimidos y desalentados.
Que la hermosura de tu rostro,
lleno de fuerza y de ternura,
nos llene a todos de confianza,
porque comprendes lo que nos pasa
y somos valiosos para tu corazón de madre. Amén 

El árbol de los deseos

Una vez un hombre estaba viajando y entró al paraíso por error. En la tradición india del paraíso, hay árboles que conceden los deseos. Simplemente te sientas bajo uno de estos árboles, deseas cualquier cosa e inmediatamente se cumple. No hay espacio alguno entre el deseo y su cumplimiento.
El hombre estaba cansado, así que se durmió bajo un árbol dador de deseos. Cuando despertó, tenía hambre, entonces dijo:
- “¡Tengo tanta hambre! Ojala pudiera tener algo de comida”.
E inmediatamente apareció flotando en el aire la comida, una comida deliciosa.
Tenía tanta hambre que no prestó atención de dónde había venido la comida. Cuando tienes hambre, no estás para filosofías. Inmediatamente empezó a comer y la comida estaba tan deliciosa. Una vez que su hambre estuvo saciada, miro a su alrededor. Ahora se sentía satisfecho. Otro pensamiento surgió en él:
- “¡Si tan sólo pudiera beber algo!”
Y de inmediato apareció un vino estupendo. Mientras bebía este vino tranquilamente y soplaba una suave y fresca brisa bajo la sombra del árbol, comenzó a preguntarse:
- “¿Qué está pasando? ¿Estoy soñando o hay fantasmas que están gastándome una broma?”
Y aparecieron fantasmas feroces, horribles, nauseabundos. Comenzó a temblar y pensó:
- “¡Seguro que me matan!”
Y lo mataron.

martes, 8 de mayo de 2018

Saludo a la Bienaventurada Virgen María

                  San Francisco de Asís

Salve, Señora, santa Reina,
santa Madre de Dios, María,
que eres virgen hecha iglesia
y elegida por el santísimo Padre del cielo,
a la cual consagró Él
con su santísimo amado Hijo
y el Espíritu Santo Paráclito,
en la cual estuvo y está
toda la plenitud de la gracia y todo bien.
Salve, palacio suyo; salve, tabernáculo suyo;
salve, casa suya; salve, vestidura suya;
salve, esclava suya; salve, Madre suya
y todas vosotras, santas virtudes,
que sois infundidas por la gracia
e iluminación del Espíritu Santo
en los corazones de los fieles,
para que de infieles hagáis fieles a Dios.

Olvidar lo que no merece la pena recordar

Un discípulo se acercó hasta su maestro espiritual y le preguntó:
- Maestro entonces, perdonar al enemigo, ¿implica ser un incauto, estar desprevenido o incluso ser tomado por necio?
Y el maestro le contestó:
- En cierta ocasión un buen hombre iba caminando por la calle de una gran ciudad cuando, de repente, le cayó encima un jarro de agua desde una de las ventanas situadas sobre la acera.
En un principio reaccionó con indignación y con furia profiriendo toda clase de improperios contra aquel despistado vecino. Al día siguiente volvió, con toda naturalidad y como era su costumbre, paseando por la misma calle pero dirigiendo levemente su cabeza hacia el lugar desde donde, el día anterior, le sobrevino la desagradable sorpresa. El vecino observando la reacción del afectado, sin pensárselo dos veces, bajó a la calle y le preguntó:
- ¿Cómo se fía usted a pasar de nuevo por debajo de mi casa?
A lo que aquel le contestó:
- Sólo se puede ser libre en la vida si dejas atrás aquello que no merece la pena recordar.

lunes, 7 de mayo de 2018

Ruega por nosotros, pecadores

            Juan Pablo II

Madre de la Iglesia, bajo tu patrocinio nos acogemos
y a tu inspiración nos encomendamos.
Te pedimos por la Iglesia, para que sea fiel en la pureza de la fe,
en la firmeza de la esperanza, en el fuego de la caridad,
en la disponibilidad apostólica y misionera,
en el compromiso por promover la justicia y la paz
entre los hijos de esta tierra bendita.
Te suplicamos que toda la Iglesia
se mantenga siempre en perfecta comunión de fe y de amor,
con estrechos vínculos de obediencia y de caridad.
Te encomendamos la fecundidad de la nueva evangelización,
la fidelidad en el amor de preferencia por los pobres
y la formación cristiana de los jóvenes,
el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas,
la generosidad de los que se consagran a la misión,
la unidad y la santidad de todas las familias.
¡Ahora y en la hora de nuestra muerte!
¡Virgen, Madre nuestra! Ruega por nosotros ahora.
Concédenos el don inestimable de la paz,
la superación de todos los odios y rencores,
la reconciliación de todos los hermanos.
Que cese la violencia y la guerrilla.
Que progrese y se consolide el diálogo
y se inaugure una convivencia pacífica.
Que se abran nuevos caminos de justicia y de prosperidad.
Te lo pedimos a ti, a quien invocamos como Reina de la Paz.
¡Ahora y en la hora de nuestra muerte!
Te encomendamos a las víctimas de la injusticia y de la violencia,
a todos los que han muerto en las catástrofes naturales,
a todos los que en la hora de la muerte acuden a ti como Madre.
Sé para todos nosotros Puerta del cielo, vida, dulzura y esperanza,
para que, juntos, podamos contigo glorificar
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. ¡Amén!

Un simple plátano

Después de 11 años trabajando como médico en uno de los países que hemos bautizado como ‘Tercer Mundo’, debí volver a mi casa por asuntos personales.
En una cena familiar, un pariente cercano me preguntó que para qué había estudiado Medicina si estaba malviviendo en una zona perdida de la selva. Sin ni siquiera darme tiempo a responder, justificaba socarronamente su duda afirmando que, para vivir así, mejor me hubiera hecho misionera y no habría tenido que ¿malgastar? los mejores años de mi juventud estudiando.
Lo realmente curioso es que casi todos los allí presentes le daban la razón haciéndome sentir un animal raro.
Quizá yo pensaría como ellos si me faltase la experiencia de estos años: muchos pacientes han llegado a ofrecerme un plátano como agradecimiento por haber ayudado en un parto o haber aliviado un dolor innecesario de una enfermedad incurable.
Un simple plátano, qué miseria para nuestros estómagos saciados, ¿verdad? Lo que muchos no saben es que dos plátanos son la cena incluso la comida de un día completo de un matrimonio con tres niños. Sin embargo, en una acción de máxima gratitud (eso que a los occidentales nos falta) han reconocido mi modesto trabajo compartiendo conmigo lo máximo que tienen. ¿Puede un profesional sentir mayor satisfacción?

domingo, 6 de mayo de 2018

Por las madres

Señor Jesús:
Gracias por la madre que me has dado.
Los más nobles sentimientos que tenemos,
los sembró en nosotros nuestra madre:
la fe, la honestidad, el amor al trabajo.
Señor Jesús:
En esta hora de retos y desafíos,
las madres necesitan de tu ayuda:
para atender a la casa y al trabajo,
para educar en los valores cristianos,
para defenderse de la tentación.
Señor Jesús:
Que la Virgen Madre las llene de fortaleza.
Señor Jesús:
Que la Virgen María
siga siendo modelo de todas las madres.
Señor Jesús:
Que también ellas luchen por la justicia
y confíen en el Dios de los pobres:
El Dios que quiere pan en todas las mesas
y paz en todos los hogares;
el Dios que protege a los indefensos y humillados.
Señor Jesús:
Ilumina la vida de nuestras madres.
Premia sus desvelos y trabajos.
Da paz a las madres ya difuntas…
Bendice todos los hogares, todas las familias.
Y que los hijos sean siempre
gloria y corona de las madres. Amén.

El valor de la honestidad

"... Se cuenta que allá por el año 250 A.C., en un Reino lejano, un Príncipe de la región norte del país estaba a punto de ser coronado Rey, pero de acuerdo con la ley, antes debía casarse. Sabiendo esto, decidió hacer una prueba entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.
Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe, pero pensaba que su hija no estaría a la altura del desafío. Al llegar a casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración.
Sin poder creerlo le preguntó:
- "¿Hija mía, qué vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Quítate esa idea insensata de la cabeza, sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura".
Y la hija respondió:
- "No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Es posible que jamás sea escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos algunos momentos cerca de mi amado Príncipe. Esto me hará feliz"
Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones. Entonces, finalmente, el Príncipe anunció el desafío:
- "Daré a cada una de vosotras una semilla, aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida como mi esposa y futura Reina".
La propuesta del Príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, además de las costumbres, amistades, relaciones, etc.
El tiempo pasó, la dulce joven no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, pero cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado.
Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo. Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado.
Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas sólo para estar unos momentos cerca del Príncipe.
A la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas, tamaños y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto unas flores tan bellas.
Finalmente, llegó el momento esperado y el Príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar una a una por todas, anunció su resultado. Aquella bella joven con su vaso vacío sería su futura esposa.
Nadie de los presentes entendía por qué había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada. Entonces, con calma el Príncipe explicó:
- "Ésta ha sido la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en mi Esposa y Reina: La flor de la honestidad, todas las semillas que entregué eran estériles".

Maravilloso relato, ¿no? En tiempos donde lo importante parecen ser los resultados, los logros, el éxito, lo visible, cultivar el valor de la honestidad parece un valor perdido, el cual casi hemos olvidado, somos capaces de inventar los más variados argumentos para excusarnos, por no decir me equivoqué, para ser humildes y reconocer que otros tienen la razón, o para decir no sé acerca de esto.