sábado, 10 de febrero de 2018

Por un hermano enfermo

 Mañana, 11 de febrero, fiesta de la Virgen de Lourdes es la Jornada Mundial del enfermo

Ángel Sanz Arribas, cmf 

Señor, el que amas está enfermo, y tú vas a curarlo
porque eres el médico y la medicina de Dios.
Por eso te damos gracias.
Sólo tú posees el secreto de la salud y de la vida:
regala a nuestro hermano/a N
la verdadera salud, que eres tú mismo,
la única salud que eres tú.
Cura su cuerpo con el contacto sanador del tuyo,
anima su espíritu con la fuerza curativa de tu Espíritu.
Pero hazlo, Señor, como tú sabes y quieres hacerlo,
a fin de que se cumpla en él la voluntad el Padre.
Que la cruz de nuestro hermano/a sea una participación en tu cruz;
así su dolor será fecundo y se convertirá en fuente de vida nueva.
Señor, nosotros queremos a N,
él es parte de nuestra familia, es miembro de tu Cuerpo.
Confirma su fe, alienta su esperanza,
dale la alegría de vivir el misterio de tu Pascua gloriosa.
Y por intercesión de María, nuestra Madre de Lourdes,
muéstrale la grandeza de su misión en este momento de su vida.
Y a él y a nosotros, Señor, haznos fuertes en el amor perfecto.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

La Chismosa y la gallina

Juan Jaúregui

A una mujer que se confesaba frecuentemente de hablar mal de los demás, san Felipe Neri le preguntó:
- ¿Te sucede con frecuencia hablar mal del prójimo?
- Muy a menudo, padre -responde la penitente-.
- Hija, creo que no te das cuenta de lo que haces. Es necesario que hagas penitencia. Te voy a decir lo que tienes que hacer: mata una gallina y tráemela enseguida, desplumándola por el camino desde tu casa hasta aquí.
La mujer obedeció, y se presentó ante santo con la gallina desplumada.
- Ahora –le dijo Felipe-, regresa por el mismo camino que viniste y recoge una por una las plumas de la gallina...
- Pero eso es imposible, padre –rebatió la mujer-, con el viento que hace hoy no podré encontrar más que unas pocas.
- También yo lo sé –concluyó el santo-, pero he querido hacerte comprender que si no puedes recoger las plumas de una gallina, desparramadas por el viento, tampoco puedes recoger todas las calumnias levantadas y dichas de mucha gente y en perjuicio de tu prójimo.



viernes, 9 de febrero de 2018

Oración de los sentidos

Manuel Izquierdo

Señor Jesús: abre mis oídos
para escuchar tu cálida voz en cada sonido que percibo.
Abre mis ojos para observar tu bella luz
que se refleja en todo lo creado.
Abre mi olfato para sentir
Tu fragancia exquisita y pura en cada ser humano.
Abre mi boca para saborear tu infinita bondad
en todo lo que acontece en este día.
Abre mis manos para palpar tu presencia
en cada persona que se acerca.
Abre mi corazón para amarte en todo y todos
obra perfecta de tu creación.
Abre mi voluntad para que la inundes con la tuya
y así servirte plenamente por siempre. Amén.

El enemigo está dentro


Paulo Coelho


Nasrudin vio a un hombre sentado a la orilla de un camino, con aire de absoluta desolación.
- ¿Qué es lo que le preocupa? -quiso saber.
- Amigo mío, no encuentro nada interesante en esta vida. Tengo suficiente dinero como para no tener que trabajar, y estaba viajando para ver si encontraba alguna cosa curiosa en este mundo. Sin embargo, todas las personas que me he ido encontrando no me han enseñado nada nuevo, logrando que mi apatía se haga más aguda. En fin: puedo decir sin ningún miedo que, a pesar de todo lo que he hecho, no he conseguido encontrar la paz que buscaba.
En ese mismo instante, Nasrudin agarró la maleta del hombre y salió corriendo por el camino. Como conocía la región, rápidamente consiguió distanciarse cortando por algunos atajos a través de los campos y las colinas.
Cuando se alejó lo suficiente, dejó otra vez la maleta en mitad del camino por donde el viajero acabaría pasando, y se escondió detrás de una roca. Media hora después apareció el hombre, que se sentía más miserable que nunca por haberse cruzado con aquel ladrón.
Nada más divisar la maleta, corrió hasta ella y la abrió, sin aliento. Al comprobar que su contenido estaba intacto, miró al cielo lleno de alegría, y le dio gracias al Señor por estar vivo.
“Algunas personas sólo entienden el sabor de la felicidad cuando consiguen perderla”, pensó Nasrudin, espiando la escena.

jueves, 8 de febrero de 2018

Crecer en felicidad

Señor, en este amanecer,
yo acepto tu proyecto de amor
sobre el hombre y sobre el universo,
para vencer la fuerza del mal y de la muerte.
Yo acepto vivir sobre esta tierra,
sin rendirme, realizando el proyecto de vida
que Tú, Dios mio, tienes previsto para mi,
de un modo consciente y responsable.
Yo sé que cada paso me lleva más allá
de los confines de la pobreza y el egoísmo;
porque es un paso hacia Ti,
un paso que acaba en Ti.
Ayúdame a crecer en la felicidad,
que surge del esfuerzo
por lograr estimular tu vida en mí y en los demás.

La parte más importante del cuerpo

Un día mi madre me preguntó cuál era la parte más importante del cuerpo. Durante los años siguientes trate de buscar la respuesta correcta.
Cuando era más joven, pensé que el sonido era muy importante para nosotros, por eso dije,
- Mis oídos, mamá.
- No, dijo ella, muchas personas son sordas y se arreglan perfectamente. Pero sigue pensando; te preguntaré de nuevo.
Varios años pasaron antes de que ella lo hiciera. Desde aquella primera vez, yo había creído encontrar la respuesta correcta. Y es así que le dije:
- Mamá, la vista es muy importante para todos, entonces deben ser nuestros ojos.
- Estás aprendiendo rápidamente -me dijo mirándome con ternura-, pero la respuesta no es correcta porque hay muchas personas que son ciegas, y salen adelante aun sin sus ojos.
Continué pensando cuál era la solución. A través de los años, mi madre me preguntó un par de veces más, y ante mis respuestas la suya era:
- No, pero estás poniéndote más inteligente con los años, pronto acertarás.
El año pasado, mi abuelo murió. Todos estábamos dolidos. Lloramos.
Incluso mi padre lloró. Recuerdo esto sobre todo porque fue la segunda vez que lo vi llorar.
Mi madre me miraba cuando llegó el momento de dar el adiós final al abuelo. Entonces me preguntó:
- ¿No sabes todavía cuál es la parte más importante del cuerpo, hijo?
Me asusté cuando me preguntó justo en ese momento. Yo siempre había creído que ese era un juego entre ella y yo. Pero ella vio la confusión en mi cara y me dijo:
- Esta pregunta es muy importante. Por cada respuesta que me diste en el pasado, te dije que estabas equivocado y te he dije el por qué. Pero hoy es el día en que necesitas saberlo.
Ella me miraba como sólo una madre puede hacerlo. Vi sus ojos llenos de lágrimas, y la abracé. Fue entonces cuando apoyada en mí, me dijo:
- Hijo, la parte del cuerpo más importante es tu hombro.
- ¿Es porque sostiene mi cabeza?, le pregunté.
Y ella respondió:
- No, es porque puede sostener la cabeza de un ser amado o de un amigo cuando llora. Todos necesitamos un hombro para llorar algún día en la vida, hijo mío. Yo sólo espero que tengas amor y amigos, y así siempre tendrás un hombro donde llorar cuando lo necesites, como yo ahora necesito el tuyo.

miércoles, 7 de febrero de 2018

Lo que más vale de ti

Eran niños y venían muy satisfechos de haber participado en un pase infantil de ropa de invierno. Una señora amiga de la familia les dijo:
- "De todo lo que lleváis puesto, la sonrisa es lo que mejor os queda.
La niña pequeña contestó: "¡Pues mejor! Porque la sonrisa es nuestra y la ropa nos la ha prestado una tienda."
Da para pensar ¿verdad? Porque, aunque nos guste ir bien vestidos, hay que reconocer que lo que más vale de nosotros no es la ropa que llevamos, ni la casa en que vivimos, ni el coche grande de papá. Lo que más vale de nosotros no es exterior; es lo que nos brota de dentro: nuestro cariño, nuestro respeto a todos, nuestra sinceridad, nuestra costumbre de ayudar, nuestra bondad. Todo eso siempre coincide con caras de bellas sonrisas, porque la cara es el espejo del alma.
Por el contrario, lo que peor le queda a una persona es un rostro amargo, actitudes de desprecio hacia los otros, o creerse superior por tener más.
Que la oración de hoy sea lucir la mejor de tus sonrisas, porque Dios te ama y está contigo.

Se necesitan padres

Una joven pareja entró en el mejor comercio de juguetes de la ciudad.
Hombre y mujer se entretuvieron en mirar sin prisas los juguetes alineados en las estanterías, colgados del techo, en alegre desorden sobre las mesas. Había muñecas que lloraban y reían, juegos electrónicos, cocinas en miniatura donde se hacían tartas y pasteles. No llegaban a decidirse. Se les acercó una dependienta muy simpática.
- Mire -explicó la mujer-, nosotros tenemos una niña muy pequeña, pero estamos casi todo el día fuera de casa y, a veces, hasta de noche.
- Es una cría que apenas sonríe -dijo el hombre.
- Quisiéramos comprarle algo que la hiciera feliz -añadió la mujer-, incluso cuando no estuviéramos nosotros... Algo que le diera alegría incluso cuando esté sola.
- Lo siento -sonrió la dependienta con gentileza-, pero aquí no vendemos padres.

Si unos padres no están dispuestos a perder el tiempo jugando con sus hijos, no pueden ser unos buenos padres. Aunque se desvivan trabajando para pagarles los mejores cursos y los mejores colegios… Es necesario la presencia y los gestos que vayan calando…

martes, 6 de febrero de 2018

Oración para empezar el día

Señor, desde el silencio de este día que nace,
vengo a pedirte paz, sabiduría y fortaleza.
Quiero mirar hoy el mundo con unos ojos llenos de amor;
quiero ser paciente, comprensivo y amable.
Quiero ver, más allá de las apariencias,
a tus hijos, mis hermanos, tal como tú los ves,
para no mirar nada más que lo bueno de cada uno.

Los calcetines

Rosario Bofill cuenta en un precioso libro -TIEMPO DE DIOS- una experiencia que seguro que comprenderán y compartirán muchas madres de familia.
Un día, cuando sus hijas eran ya mayorcitas, quiso comprobar qué había quedado de su educación en los años infantiles. Durante ellos, Rosario se había esforzado por meter en las cabecitas de sus hijas algunas frases que esperaba fuesen, para ellas, fundamentales. Palabras como «gracias» o «perdón» se las repitió tercamente en aquellos años, confiando en que quedarían impresas en la blanda cera de sus almas infantiles. Pero cuando quiso comprobar qué había quedado de todos aquellos consejos, comprobó que sus hijas no recordaban ni una sola de aquellas frases que ella esperaba fuesen decisivas.
De pronto, una de las niñas dijo: - «Lo que yo sí recuerdo muy bien son los calcetines.»
Ahora la sorprendida fue la madre. - «¿Qué pasaba con los calcetines?»
La pequeña lo explicó: - «Tú venías por la mañana a despertarnos. Nosotras estábamos aún llenas de sueño y de pereza y sacábamos sólo un pie entre las sábanas. Entonces tú nos ponían un calcetín. Luego sacábamos el otro pie y nos ponías el otro, mientras nosotras nos íbamos despertando. De eso sí tenemos un buen recuerdo.»
La madre se quedó pensando que las palabras eran sólo palabras y se las llevaba el viento. Y que, en cambio, un gesto de amor queda para siempre.

Ahí está la clave de toda educación. Y de todo influjo en los seres humanos. Los niños -que son mucho más listos de lo que creemos- lo saben muy bien y distinguen perfectamente entre las palabras bonitas y la gente que les quiere de veras. Pero los adultos parece que no queremos enterarnos. Y un día nos sorprendemos al ver que los pequeños se han quedado con todo lo que menos esperábamos. 

Recuerdo de mis años de profesor que mis alumnos se combinaban para sacarme siempre, al principio, todos los temas imaginables de conversación para acortar así el tiempo de la clase y retrasar, sobre todo, mis preguntas. Yo era perfectamente consciente de sus intenciones, pero no me preocupaba «perder» diez minutos de explicaciones para charlar con ellos sobre los sucesos del día. Hablábamos de la vida, del mundo, y yo siempre pensé que enseñarles una asignatura no era sólo explicarles las formas de expresión, sino ayudarles a comprender lo que les rodeaba. Y muchos años después, charlando con mis antiguos alumnos, he comprobado que a todos les eran más útiles aquellos minutos «perdidos» que todas mis explicaciones teóricas posteriores. Aunque sólo fuera porque en aquellos prologuillos de la clase yo conseguía ser su amigo además de su profesor. 
Hemos creído demasiado, me parece, en las ideas y poco en las vivencias, olvidando que el hombre es mucho más que su cabeza. 
Y no hemos querido entender -tal vez porque las palabras son más cómodas que las acciones- que a todos nos sale por un oído lo que por el otro nos entra y que, en cambio, permanece lo que nos entra por los ojos y se queda en el corazón. 
Por eso, los que se dedicaron a sembrar las infancias de sus muchachos de gestos de amor saben que, antes o después, cuando pase el tiempo de las palabras, cuando el viento se lleve las ideologías que alguien les prendió con alfileres, lo que les quedará en el recuerdo serán aquellos gestos, el cariño con que pusieron unos calcetines, la ternura que hubo durante una enfermedad, el amor silencioso de las horas oscuras. 
Cierro ahora mis ojos y os invito a cerrar los vuestros ¿Qué queda de nuestra infancia?
Nada recuerdo de los verbos irregulares, seguro que no sé resolver los quebrados, me atascaría en la lista de los ríos de Europa. Pero no se me olvidó ni uno sólo rostro de los que me quisieron y me enseñaron a ser feliz.