sábado, 8 de junio de 2024

Señor Jesús, Luz de la vida

¡Señor, Tú que nos das la luz de la vida,
ayúdame a avanzar en este tiempo, porque
¡Hay demasiadas cosas por hacer y pocas horas para hacerlo!
¡Ayúdame, Señor, con la fuerza de tu Espíritu
¡Te agradezco, Señor, la fe que me une más a Ti!
¡Te doy gracias, Señor, por dejar tu impronta en mi corazón!
¡Te doy gracias, Señor, por aceptarme cerca de ti!
¡Quiero dar frutos, Señor!
¡Dame la fuerza para vencer los miedos sin desesperar! ¡
¡Esta es la hora del Espíritu, Señor, y se acerca la hora de la verdad!
¡Te adoro en Espíritu y Verdad, Señor!
¡Creo y espero, Señor! ¡Quiero hacer nueva mi vida, Señor!
¡Tú me envías a proclamar la paz, la verdad y la alegría!
¡Aquí me tienes, Señor, para hacer siempre tu voluntad!

Los monos y las bellotas

Chuang-tzu cuenta esta extraña historia:
Un criador de monos les dijo cuándo les iba a dar de comer:
- Os daré tres bellotas por la mañana y cuatro por la noche. ¿Qué os parece?
Todos los monos protestaron muy enfadados.
- Muy bien -dijo el criador-. Pues os daré cuatro bellotas por la mañana y tres por la noche. ¿Qué os parece?
Todos los monos se mostraron encantados y se quedaron conformes.

jueves, 6 de junio de 2024

Esperamos una vida plena

Señor, Tú te acercabas a los pecadores
para ofrecerles una vida nueva, libre y liberada.
Aléjanos de todo aquello que nos quita la vida
y nos aparta de Ti y de nuestros hermanos.
Del trabajo compulsivo que nos esclaviza y estresa,
del consumo desaforado que aumenta las diferencias,
de las conversaciones vacías que nos dejan solos,
de las familias rotas, sin tiempo para encontrarse,
de las autosuficiencias que nos alejan del otro,
de las quejas continuas, con las que robamos energía alrededor,
de los sueldos injustos con los que muchos son explotados,
de los niños sin padres, por culpa de la televisión,
de los jóvenes sin modelos, por ser los adultos mediocres.
Señor, aleja de nosotros todo aquello 
que nos separa de la vida plena que tú nos propones.

Paraíso

Una noche tres amigos ascendían el monte Sinaí esperando llegar a la cima antes del anochecer. Estaban ansiosos por respirar el mismo aire donde, siglos atrás, habían resonado las voces de Dios y de Moisés.
– Hagamos un alto para reponer fuerzas -propuso el de más edad al llegar a una planicie del monte-.
Encendieron un fuego, repartieron pan y queso de cabra, y llenaron sus copas con vino de Grecia.
– Amigos míos -dijo el más joven- ¿sabéis cómo me imagino el paraíso? Como un lugar con mujeres bellas, banquetes deliciosos y siestas tranquilas y sin sobresaltos.
Al oír esto, el otro joven se entusiasmó y exclamó:
– Para mí, el paraíso es un lugar con una eterna primavera, ríos de agua cristalina y aldeas tranquilas, donde habitan los grandes hombres de la historia, con quienes se puede hablar y compartir la sabiduría, cada vez que a uno le plazca.
Luego le preguntaron al mayor, que había escuchado sonriente y en silencio las respuestas de sus compañeros de aventura, ¿cómo imaginaba el paraíso? Con inmensa paz espiritual respondió:
– Yo me lo imagino como una planicie del monte Sinaí, donde tres buenos amigos se detienen, se sientan alrededor del fuego, saborean el pan y el queso, beben vino griego y hablan del Paraíso a la luz de las estrellas.

lunes, 3 de junio de 2024

Tomad (Corpus Christi)

            José María Rodríguez Olaizola SJ

Tomad y comed, que esto es mi cuerpo,
curtido por el sol de los caminos,
forjado en el encuentro cotidiano
con quien no tiene sitio en otras mesas.
Cuerpo que habla
con caricias sanadoras, con miradas benévolas
y una mano extendida hacia quien la necesite.
Tomad y bebed la vida a borbotones,
el amor generoso la justicia inmortal,
Hasta que no haya más sed
en las gargantas resecas.
Bebed, apurad hasta el fondo
el cáliz de la vida dispuestos a servir,
que la sangre derramada
será semilla de esperanza
para quien hoy llora.
Y después, haced vosotros lo mismo.

Dios Creador

Cuando DIOS quiso crear peces, le habló al mar.
Cuando Dios quiso crear árboles, le habló a la tierra.
Pero cuando Dios quiso crear al hombre, se volvió hacia SÍ mismo.
Así que Dios dijo, “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”.
Si sacas un pez del agua, morirá; y cuando sacas un árbol del suelo, también muere. Del mismo modo, cuando el hombre se desconecta de Dios, muere. Dios es nuestro entorno natural. Fuimos creados para vivir en su presencia. Tenemos que estar conectados con Él porque solo en Él existe la vida. Permanezcamos conectados con Dios.
Recordamos que el agua sin peces sigue siendo agua, pero los peces sin agua no son nada. El suelo sin el árbol sigue siendo suelo, pero el árbol sin suelo no es nada… Dios sin el hombre sigue siendo Dios, pero el hombre sin Dios no es nada.

domingo, 2 de junio de 2024

Pan

          José María Rodríguez Olaizola, sj

Pan para saciar el hambre de todos.
Amasado despacio, cocido en el horno
del amor auténtico, del gesto delicado.
Pan partido, multiplicado al romperse,
llegando a más manos,
a más bocas, a más pueblos, a más historias.
Pan bueno,
vida para quien yace en las aceras,
y para quien dormita harto de otros manjares,
si acaso tu aroma
despierta en él la nostalgia de lo cierto.
Pan cercano,
en la casa que acoge a quien quiera compartir
un relato, un proyecto, una promesa.
Pan vivo,
cuerpo de Dios, alianza inmortal,
que no falte en todas las mesas.

Cena de pan y agua

Érase un muchacho que siempre llegaba tarde a casa cuando salía de la escuela. Los consejos y reprimendas no surtían ningún efecto. Finalmente, un día, su padre le llamó al orden y le dijo:
- La próxima vez que llegues tarde, cenarás pan y agua. ¿Está claro?
El hijo lo entendió perfectamente.
Pocos días después el muchacho llegó a casa más tarde que nunca. Sus padres no le dijeron nada. Cuando se sentaron a cenar vio que los platos de sus padres estaban llenos y en el suyo había sólo un trozo de pan y un vaso de agua. Miró al pan y luego al agua.
El padre esperó un rato para que el hijo interiorizara el castigo. Luego tomó el plato del hijo y se lo puso delante de él. Cogió su plato y lo puso enfrente de su hijo y se pusieron a cenar.
Años más tarde, ese mismo muchacho al recordar aquel episodio de su vida comentaba:
- Toda mi vida he sabido cómo es Dios por lo que hizo mi padre aquella noche.
Hermosa lección en la que el padre se impone el castigo que su hijo merece. Una lección sin palabras. Una lección sobre Dios que el hijo nunca olvidó.