sábado, 11 de noviembre de 2023

Oración a san Martín de Tours

Bienaventurado San Martín Caballero,
lleno del Espíritu del Señor,
tuviste siempre inagotable caridad con el necesitado.
Tu que lleno de amor y generosidad
cuando viste al mendigo que tiritaba de frío,
sin saber que en verdad era Cristo,
no dudaste en darle la mitad de tu capa,
y en favorecer al prójimo, encontraste gloria ante el Señor,
cuando el Salvador se te apareció
vestido con la media capa para agradecer tu gesto
Glorioso san Martín, tú que obraste milagros y prodigios
que con alegría, amabilidad y bondad
te ganaste los corazones de todos
y no dejaste de trabajar por su bienestar,
tiéndeme tu mano y ayúdame a salir
de todas las dudas y preocupaciones
que me afligen y causan desasosiego.
Glorioso san Martín, te pido con fe y humildad
me consigas de Dios, fuente de todas las Misericordias
que mis caminos, mi trabajo y mis empeños
se abran con claridad, y aleja todo lo que me perjudica.
San Martín, bendito obispo de Tours,
que tus virtudes y caridad me acompañen siempre,
líbrame y protégeme de todo mal. Amén

San Martín de Tours

Cuando contaba con 21 años, un frío día de invierno entra la tropa romana a la ciudad de Amiens, Francia, y Martín encuentra cerca de la puerta de la ciudad a un mendigo tiritando de frío, sin más palabras se quitó la capa que llevaba puesta, desenvainó la espada, le pidió al mendigo que cogiera un extremo de la capa y la cortó por la mitad. Y le dijo:
- Solo puedo darte la mitad de mi capa, pues la otra mitad pertenece al ejército romano.
En aquel momento los soldados romanos tenían que pagarse la mitad del coste de su equipamiento. La otra mitad la pagaba el Imperio. Martín, por lo tanto, le dio al pobre su mitad de la capa, la parte de la que podía disponer, pero la otra mitad no se la podía dar. Porque no era suya.
Esa misma noche, Cristo se le apareció vestido con la media capa para agradecerle su gesto, diciéndole: "Hoy me cubriste con tu manto".
Tras este sueño, Martín se bautizó y poco después abandonó el ejército.
La reliquia del manto del santo, milagrosamente conservada, era una de las más veneradas del país. La tradición cuenta que en el año 507, el rey Clovis atribuyó una de sus victorias contra los visigodos a la protección de San Martín. A menudo, la capa de San Martin era llevada como protectora en las batallas y, con tal de custodiarla, se instauró un cargo específico, el de cappellanus. Carlomagno hizo construir un palacio y dentro del recinto hizo edificar una iglesia de planta octogonal para su uso privado. En el interior hizo traer algunas de las reliquias más apreciadas del reino, y entre todas ellas se encontraba la capa de San Martín que pasó a quedar custodiada en aquella construcción expresamente construida para tal fin, la capilla del palacio (en latín “la capella palatina”). De ahí el nombre de capilla para referirse a un recinto pequeño dentro de las iglesias.

miércoles, 8 de noviembre de 2023

Himno de alabanza

Señor, el día empieza.
Como siempre, postrados a tus pies,
la luz del día queremos esperar.
Eres la fuerza que tenemos los débiles, nosotros.
Padre nuestro, que en los cielos estás,
haz a los hombres iguales:
que ninguno se avergüence de los demás;
que todos al que gime den consuelo;
que todos, al que sufre del hambre la tortura,
le regalen en rica mesa de manteles blancos
con blanco pan y generoso vino;
que no luchen jamás; que nunca emerjan,
entre las áureas mieses de la historia,
sangrientas amapolas, las batallas.
Luz, Señor, que ilumine las campiñas
que a los hombres todos, en sus destellos mágicos,
envuelva luz inmortal; Señor, luz de los cielos,
fuente de amor y causa de la vida.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.

Pleito a la luz

He aquí que un día la oscuridad se percató de que la luz cada vez le estaba robando mayor espacio y decidió entonces ponerle un pleito. Tiempo después, llegó el día marcado para el juicio. La luz se personó en la sala antes de que lo hiciera la oscuridad.
Llegaron los respectivos abogados y el juez. Transcurrió el tiempo, pero la oscuridad no se presentaba. Todos esperaron pacientemente, pero la oscuridad no aparecía. Finalmente, harto el juez y constatando que la parte demandante no acudía, falló a favor de la luz.
¿Qué había sucedido? ¿Cómo era posible que la oscuridad hubiera puesto un pleito y no se hubiera presentado? 
Nadie salía de su asombro, aunque la explicación era sencilla: la oscuridad estaba fuera de la sala, pero no se atrevió a entrar porque sabía que sería en el acto disipada por la luz.
Moraleja: La luz es consciencia y sabiduría, en tanto que la oscuridad es ofuscación y estrechez de miras. Si te estableces en la sabiduría, ¿hay lugar para la ofuscación?

domingo, 5 de noviembre de 2023

Cristo, alegría del mundo


Cristo, alegría del mundo,
resplandor de la gloria del Padre.
¡Bendita la mañana
que anuncia tu esplendor al universo!
En el día primero,
tu resurrección alegraba
el corazón del Padre.
En el día primero,
vio que todas las cosas eran buenas
porque participaban de tu gloria.
La mañana celebra
tu resurrección y se alegra
con claridad de Pascua.
Se levanta la tierra
como un joven discípulo en tu busca,
sabiendo que el sepulcro está vacío.
En la clara mañana,
tu sagrada luz se difunde
como una gracia nueva.
Que nosotros vivamos
como hijos de luz y no pequemos
contra la claridad de tu presencia.

¿Dónde vive Dios?

Sucedió durante una clase de una escuela primaria, en el que el maestro trataba de convencer a los alumnos acerca de la no existencia de Dios.
El debate favorecía a este, porque en realidad nadie objetaba el argumento de dicho profesor.
La pregunta era simple, sencilla, normal, pero su respuesta sí que hacía agitar no solo a la clase sino a todo el entorno de aquel lugar.
-- ¿Dónde vive Dios? Tienen 5 minutos para escribir sus respuestas, dijo el maestro.
Esa sí que era la pregunta del millón.
Pasados cinco minutos la dinámica de lectura de respuestas comenzó.
Mientras los alumnos leían, el maestro cada vez se alzaba más orgulloso y soberbio, celebrando las respuestas incongruentes y sin tino por parte del alumnado.
¡En mi corazón, decían muchos! ¡En su santo templo!, decían otros. En el tercer cielo expresaban otros, en Jerusalén, en las montañas, en los desiertos, en el aire, en las nubes, en una nave espacial, dijo la más despistada.
-- ¿Dónde vive Dios?
Volvió a tronar la pregunta. Y cuando el silencio reinaba en el ambiente, se oyó una voz dulce y agradable, pero firme, con la mano levantada y mirando con seguridad al profesor dijo:
-- ¡Yo sé dónde vive, profesor!
-- ¡Dónde! -casi gritó el profe.
Ella, la dulce niña, sin titubear, contestó con la más absoluta seguridad.
-- ¡En mi casa, profesor! Mi padre lleva años sin consumir alcohol, ya trabaja, nos trae comida y ropa y hasta compró a mamá una lavadora, pero lo más importante es que ya no pega a mi madre, ni nos insulta, ni se escucha la música a todo volumen a altas horas de la noche. Mamá ya nos sonríe y hasta ha venido a traerme a la escuela, pues, no salía por los golpes y heridas que recibía.
Mis hermanos mayores ya se habían escapado de casa y vivían en la calle como indigentes. Hoy nos sentamos todos juntos en la mesa, para disfrutar de nuestros alimentos, ya no nos sentimos huérfanos y abandonados, ni vivimos en la miseria, el llanto y el dolor.
Hace tiempo que no hay gritos en casa, y no tenemos que ir a refugiarnos a casa de los vecinos. Hoy mi padre me abraza y me dice que me ama y hasta me ha comprado alguno que otro detallito. Mi padre nos ha pedido perdón, no solo a nosotros como familia, sino también a otras personas, y los domingos se levanta temprano y lo he visto de rodillas llorando, luego nos lleva a todos a la iglesia.
Le pregunté un día que como había ocurrido ese milagro. Él solo me contestó que le había abierto la puerta de nuestra casa a Dios. Y es por eso que yo afirmo contundentemente que Dios vive en mi casa y todos los días le pido que jamás se marche de nosotros.