sábado, 28 de agosto de 2021

Tarde te amé

        San Agustín

Tarde te amé, belleza infinita, tarde te amé,
tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva.
Señor, Tú estabas dentro de mí, pero yo estaba fuera.
Deforme como era, guardaba la belleza del Creador.
Estabas conmigo y en cambio, Señor, no estaba contigo.
Tus criaturas me tenían lejos, lejos de Ti.
Tú me llamaste y aquella voz tuya rompió mi sordera.
Tú clamaste y fue disipada mi ceguera.

San Agustín y Santa Mónica, su madre

En cierta ocasión, Mónica soñó que se hallaba en el bosque, llorando por su hijo Agustín, que llevaba una vida de desenfreno y lejos de la fe cristiana, cuando se le acercó un personaje resplandeciente y le preguntó la causa de su pena. Después de escucharla, le dijo que secase sus lágrimas y añadió: "Tu hijo está contigo". Mónica volvió los ojos hacia el sitio que le señalaba y vio a Agustín a su lado.
Cuando Mónica contó a Agustín el sueño, el joven respondió con desenvoltura que Mónica no tenía más que renunciar a la fe cristiana para estar con él. A lo que la santa respondió al instante: "No se me dijo que yo estaba contigo, sino que tú estabas conmigo".
Esta hábil respuesta impresionó mucho a Agustín, quien más tarde la consideraba como una inspiración del cielo.
La escena tuvo lugar casi nueve años antes de la conversión de Agustín. En todo ese tiempo, Mónica no dejó de orar y llorar por su hijo, de ayunar y velar, de rogar a los miembros del clero que discutiesen con él, por más que éstos le aseguraban que era inútil hacerlo, dadas las disposiciones de Agustín.
Un obispo, que había sido maniqueo, respondió sabiamente a las súplicas de Mónica: "Vuestro hijo está actualmente obstinado en el error, pero ya vendrá la hora de Dios". Como Mónica siguiese insistiendo, el obispo pronunció las famosas palabras: "Estad tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas".
La respuesta del obispo y el recuerdo de la visión eran el único consuelo de Mónica, pues Agustín no daba la menor señal de arrepentimiento.
Unos años más tarde, en Milán y de la mano del obispo San Ambrosio, Agustín recibió el bautismo y con él abrazó la fe cristiana

viernes, 27 de agosto de 2021

Oración de las Madres Cristianas por la fe de los hijos

Padre y Señor nuestro, fuente de toda vida, somos madres cristianas.
Nuestra misión no termina con el nacimiento de los hijos:
queremos también concebirlos para la vida eterna.
Para lograrlo, insistimos con igual devoción y constancia que santa Mónica
Para que, como santa Mónica, guiemos a nuestros hijos hacia ti con nuestra propia vida, más decididamente cristiana cada día: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
Para que nos esmeremos en lograr la plena cooperación de nuestros maridos en sembrar y consolidar la fe de los hijos: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
Para que, como santa Mónica, tratemos bien a nuestros hijos, y procedamos en todas las circunstancias con dulce serenidad, autoridad y amor: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
Para que comuniquemos la fe a nuestros hijos y ellos se preocupen de vivirla y transmitirla a los demás: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
Para que, si brotara en alguno de nuestros hijos o hijas el germen de una consagración religiosa o sacerdotal, seamos generosas colaboradoras de su vocación: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
Para que transmitamos a nuestros hijos el conocimiento y amor a la parroquia en que vivimos, y les enseñemos a colaborar en las tareas apostólicas de las mismas: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!

El delantal de la abuela

El primer propósito del delantal de la abuela era proteger la ropa debajo, pero, además... sirvió como un guante para quitar la sartén del horno.
Fue maravilloso secar las lágrimas de los niños y, en ocasiones, limpiar las caras sucias.
Desde el gallinero, el delantal se usó para transportar los huevos y, a veces, los polluelos.
Cuando llegaron los visitantes, el delantal sirvió para proteger a los niños tímidos.
Cuando hacía frío tu abuela se abrazó.
Este viejo delantal era un fuelle, agitado sobre un fuego de leña.
Fue él quien llevó las patatas y la madera seca a la cocina.
Desde el jardín, sirvió como una cesta para muchas verduras: después de que se cosecharon los guisantes, fue el turno de las coles. Y al final de la temporada, se usaba para recolectar manzanas caídas.
Cuando llegó el momento de servir las comidas, la abuela fue al porche a sacudir su delantal y los hombres en el campo supieron de inmediato que tenían que venir a la mesa.
La abuela también lo usó para poner la tarta de manzana justo fuera del horno en el alféizar de la ventana para que se enfriara.
Pasarán muchos años antes de que algún invento u objeto pueda reemplazar este viejo delantal...
En memoria de nuestras abuelas.

jueves, 26 de agosto de 2021

Oración por los ancianos

En la fiesta de Santa Teresa de Jesús Jornet, patrona de la ancianidad

A ti Dios mío elevo mi oración,
por todos los que se sienten agobiados por el peso de los años,
Dios mío, ellos miran hacia atrás y ven todo el camino recorrido,
desde las travesuras de la infancia hasta la fragilidad del ahora.
Aparta, Señor, toda la amargura de su mente y su corazón
y haz que recuerden los hechos agradables y felices.
Borra cualquier señal de resentimiento causado por la ingratitud y la maldad
de los que algún día pasaron junto a ellos,
alegra sus corazones cansados y abatidos,
dales los medios de revivir las alegrías de una vida normal y sociable.
Dios mío ahuyenta los fantasmas de la soledad, del abandono y del desprecio.
Rodéalos de amparo y calor humano en su diario vivir
para que puedan mantener un ánimo bien dispuesto, abierto y feliz.
Recompensa la disposición que demostraron,
con la bendición de aquella paz que viene de ti
y supera todas las limitaciones de la vejez. Amén.

Casa de la abuela

- Mamá, ¿puedo dormir en la casa de la abuela hoy?, escuché en el bus esta mañana
Cuando pude me volví para ver al niño que me hizo regresar al pasado solo con una frase. Mi abuela ya no estaba a mi alcance.
Viajé lejos. ¿Cuándo pasó el tiempo y nos hizo adultos llenos de prioridades aburridas? Luchamos todos los días por algo que no sabemos si es lo que realmente queremos, cuando en realidad: Casa de la abuela es lo que todo el mundo necesitaría para ser feliz.
Casa de la abuela es donde las agujas del reloj se paran junto a nosotros y pasan los minutos sin prisas.
Casa de la abuela es donde una simple pasta y un pan casero tienen sabores diferentes, deliciosos.
Casa de la abuela es donde una inocente tarde puede durar una eternidad llena de bromas y fantasías.
Casa de la abuela es donde los armarios esconden ropas antiguas y herramientas misteriosas.
Casa de la abuela es donde las cajas cerradas se convierten en cofres con tesoros secretos, listos para ser descubiertos.
Casa de la abuela es donde los juguetes rara vez están, pero se inventan al momento.
Casa de la abuela, donde es posible que pueda pasar algo mágico. Y sin preocupaciones.
Casa de la abuela es donde la gente encuentra los restos de la infancia de nuestros padres y el inicio de nuestras vidas.
Casa de la abuela, mira a nuestro sentimiento más profundo, en el que todo está permitido.
Este lujo no me pertenece más -lamentablemente- vivirá conmigo sólo en el recuerdo. Aun así, si pudiera pedir un deseo ahora, cualquier petición, de todas las posibles del mundo, yo pediría lo mismo: ¿puedo dormir en la casa de la abuela hoy?

miércoles, 25 de agosto de 2021

Señor, ¡soy un criticón!

Señor, dame luz y fuerza para descubrir
y librarme del fariseo que llevo en mi corazón:
Critico a los avaros, pero yo comparto sólo unas migajas
y vivo al límite de mis posibilidades económicas.
Critico a los que cierran las fronteras,
pero yo cierro mi casa, mi cartera y mi corazón a los que me necesitan.
Critico a los violentos,
pero mis palabras y mis gestos, demasiadas veces, son agresivos.
Critico a autoritarios, pero también yo decido sin consultar,
sin valorar las consecuencias de lo que hago.
Critico a los caprichosos, pero yo justifico todos mis excesos
y acabo consiguiendo todo lo que se me antoja.
Critico a los que no cumplen con sus responsabilidades,
pero también yo me dejo llevar por la pereza.
Critico a los que se alaban a sí mismos,
pero a veces también yo busco la manera de publicar mis grandezas.
Critico…
En fin, Señor, Tú sabes y yo sé que en demasiadas ocasiones
critico a los demás los fallos que yo también cometo.
Señor, dame misericordia
para comprender los errores de los demás y ayudarles a mejorar;
dame humildad para reconocer mis errores,
y determinación y paciencia para superarlos.

Los caminos de la vida

El abad de un monasterio recién abierto le pidió a otro que regía uno de gran antigüedad y prestigio le enviase un monje santo y versado en el entendimiento y el conocimiento de todas las cosas espirituales, para enseñar a sus novicios a crear comunidad. Este último seleccionó a cinco y los envió. Su ayudante le dijo:
- Padre, el hermano abad nos ha pedido uno, ¿cómo pues le mandas cinco?
Pero el anciano guardó silencio y se limitó a suspirar, diciendo:
- Tendremos suerte si llega al fin de su misión, al menos uno de ellos.
El viaje era largo. Una noche llegaron a una posada donde encontraron una viuda sola con sus dos hijos, y uno exclamó:
- No sería yo un buen monje, si dejara a esta viuda sola con sus hijos. Y se quedó desposándose con ella.
Al cabo de un tiempo pasaron por un pueblo sin sacerdote, así que uno de ellos se dijo:
- ¡Mal monje sería yo, si dejara a esta gente abandonada, como ovejas sin pastor, y se instaló allí donde sirvió como sacerdote secular.
Los otros tres partieron. Un día, llegaron al palacio de un rey. Éste tenía una hija hermosa y soltera que se encaprichó de uno de ellos. El rey le dijo:
- ¡Quédate: te casarás con mi hija y serás mi heredero.
- ¡Cómo dejar pasar esta oportunidad de ser un rey justo y sabio y hacer tanto bien a mis súbditos!, respondió el monje; y también aceptó quedarse.
Los dos que quedaban anduvieron y anduvieron, hasta que un día uno de ellos vio algo que brillaba en el suelo: era una esmeralda muy valiosa. Él la cogió y dijo:
- Sin duda esta es una señal de la Providencia: tengo que venderla en la ciudad más cercana, y luego me dedicare a ayudar a los pobres con el dinero que consiga. Y se fue.
El último de ellos, por fin, llegó al monasterio, como le habían mandado.
El viejo abad había tenido razón, después de todo.
En nuestra vida, nos entretenemos con toda clase de obras buenas… que nos desvían de aquellas que, de verdad, debemos hacer.

domingo, 22 de agosto de 2021

Jesús, amigo fiel

Tú eres, Señor, el amigo más fiel
Tú nos sales al encuentro de verdad, sin reservas.
Tú nos llamas del todo, sin mediocridades,
Tú nos pides un sí incondicional a tu amistad,
Tú nos ofreces un camino claro y radical.
Seguirte, Jesús, es vivir comprometido.
Porque lo esencial es tenerte de amigo,
después viene el amar a todo el mundo
y el dejarse afectar por el dolor del hermano.
Sé Tú nuestra fuerza interior,
nuestra convicción más profunda,
nuestro compromiso más transformador,
y el Amigo con el que más contamos.
Haznos tu presencia en nuestro entorno,
utilízanos como buena noticia,
recuérdanos tu estilo y tu manera de actuar
y conviértenos del todo en profetas del Amor.
Tú que nos alimentas con palabras de vida eterna,
nutre también de ellas nuestra cotidianidad,
ilusiona nuestra rutina para ser una presencia alegre
y fortalece nuestra entrega para ir construyendo tu reino.

Soy ese Jesús en el que crees

Durante la segunda guerra mundial los nazis mataron a un grupo de judíos y los enterraron en una fosa común. Un padre protegió a su hijo y recibió él todos los disparos cayendo muerto encima de su hijo, que quedó cubierto por él. Los soldados no se percataron de ello y, echando tierra encima, se marcharon.
El muchacho estaba todavía vivo y poco a poco logró salir de la tumba poco profunda. Cubierto de tierra y sangre fue llamando a las puertas del vecindario del pueblo cercano. Cuando abrían la puerta y veía el estado del muchacho cerraban de inmediato las puertas, asustados y temerosos de recibir al muchacho judío en su casa.
En una de las puertas había un crucifijo, el muchacho llamó. Una voz desde dentro preguntó:
- ¿Quién llama a estas horas?
Al ver al muchacho la mujer estaba a punto de cerrar la puerta, cuando oyó al muchacho que le decía:
- Señora, ¿no me reconoce? Soy ese Jesús que ustedes los cristianos dicen que aman, ese que usted tiene en la puerta de su casa.
La mujer empezó a llorar de emoción y lo recibió en su casa. En ese momento tomó su mejor decisión por Jesús. Lo encontró llamando a su puerta y le abrió.