jueves, 19 de agosto de 2021

Sabino, el monje teatino

Hace años me encontraba huyendo de una circunstancia complicada, lejos de personas conocidas. Conocí a un fraile Teatino, era una fría noche y no encontraba alojamiento. Pregunté en el pueblo cercano y me dijeron que habían acabado las fiestas el día anterior y por eso estaba todo cerrado. Me mandaron a un convento de frailes Teatinos, porque allí alojaban a peregrinos y a personas que iban ha hacer retiros.
Llegué a la puerta y llamé, hacía un frío al que yo no estaba acostumbrado y me costaba un poco respirar, esperé un buen rato, pero nadie acudía; llamé repetidas veces y me estaba entrando un poco de miedo. Me veía pasando la noche a la intemperie. A punto ya de irme, estaba decidiendo si quedarme en un soportal que había en un jardín cercano o bajar de nuevo al pueblo. Cuando de pronto oigo un ruido, un golpe fuerte y veo como la puerta se abre. Me salió del alma decir mirando al cielo, al fraile que abrió, ¡gracias Dios mio!
El solo dijo, pasa, anda, pasa que hace mucho frío y cerró la puerta dando otra vez el golpe que había oído antes, diciendo, esta puñetera puerta está estropeada y no la arreglamos nunca, hay que abrirla a puñetazos.
- Yo me llamo Sabino, supongo que no has encontrado nada para quedarte, aquí tienes tu casa. Para nosotros es un poco tarde, pero acompáñame a la cocina y te preparo algo caliente para cenar.
A lo que yo dije que no, que no quería molestar.
- Sígueme, me dijo con un tono firme de voz.
Llegamos a una cocina inmensa y me dijo siéntate aquí cerca y mientras se calienta la sopa charlamos. La sopa era de verduras y olía a gloria. Sabino abrió una botella de vino ya descorchada y me dio un vaso, él se puso otro y los llenó los dos.
Sabino era alto y muy desgarbado, tenía un pelo muy negro y con pocas canas, me asombré luego al conocer su edad, usaba gafas con una patilla cogida con esparadrapo.
Sin más preguntas me empezó a contar todas las actividades que allí hacían, cuantos hermanos eran. Ma habló de su huerto, su viñedo, sus gallinas, sus cabras y su vaca que había tenido un ternero hacía poco. Y su preocupación porque se iban muriendo hermanos y no llegaban nuevos. Sabino tenía 69 y me dijo de broma que el era el delantero centro del equipo y que el portero tenía 82.
La sopa sabía a gloria y el vino estaba buenísimo así como el pan. Me lo zampé todo en un momento.
Me dijo ¡había hambre! cuando hay hambre no hay que decir no te molestes, porque la comida te la ofrece Dios. Y volvió a llenar los dos vasos de vino.
- Entonces me preguntó y tú ¿quien eres?
- Yo le respondí, soy Joaquín y soy óptico y vengo por aquí a conocer estás tierras.
- Me respondió, ¿y que más?
Me quedé un poco mudo y balbuceé: - bueno también soy padre pero no estoy casado, pero cuido de mi hijo.
- ¿Y que más?,
- Bueno, me gusta la artesanía y trabajo bien la madera y el acetato.
- Y volvió a la carga ¿y que más?
- ¡Ah! ya se me olvidaba pensé, soy Cristiano y estoy en una búsqueda de Dios... este viaje lo he hecho solo, aparte para conocer esta tierra, para encontrarme con Dios.
Soltó una risotada que creo que retumbó todo el convento.
Me dijo con una voz muy dulce:
- Mi querido Joaquín, te he preguntado quién eres y has puesto a Dios en el quinto lugar de tus prioridades. Tu no eres ninguna de esas cosas que has dicho, eres una criatura de Dios, y tienes que reconocerlo como tu creador que ya te lo entregó todo, te perdonó todo, te colmó de bendiciones, y te hizo hijo suyo. Quien más te ama en el mundo es quién te creó, y va contigo adonde tú vayas porque es tu padre. Y, gritando dijo: ¿por qué razón decís la puñetera profesión que tenéis cuando se os pregunta quien sois?
Somos criaturas de Dios y con esa base y alrededor de ese eje tenemos que vivir, este paso por esta vida es solamente para descubrir esto... Óptico, artesano, anda, anda... Sígueme que es ya muy tarde, mañana te levantas a las 5.30 y le das gracias a Dios. Esta noche duerme sabiendo que eres un hijo de Dios... mañana hablaremos.
Pasé allí unos días más, conocí a los hermanos, y mis charlas con Sabino a la lumbre y acompañadas de muchas historias, no encuentro palabras para definirlas, pero se puede decir que eran conversaciones con el Creador.
Y a ti si te preguntan ¿quién eres? ¿qué responderías?

No hay comentarios:

Publicar un comentario