- ¿Abuelo?
- Sí, Manuel, dime.
Manuel, titubea, pensando que a su abuelo no iba a contestarle, pero insiste y hace la pregunta:
- ¿Existen los Reyes Magos?
El
abuelo, se sorprende, por la pregunta de su nieto, durante un rato, se queda
pensativo, para buscar la contestación más apropiada, cuando su nieto Manuel,
insiste.
- Abuelo, los niños del cole, me dicen que son
los padres. ¿Es eso verdad? ¿Es verdad abuelo?, pregunta una y otra vez.
El
abuelo, mira a los ojos del niño, y le pregunta:
-
¿Y tú qué crees Manuel?
-
Yo no sé, contesta: yo creo que si existen, pero mis compañeros, me dicen que
no.
El
abuelo, entiende, que su nieto ya tiene edad para que conozca la verdad.
-
Mira, Manuel, efectivamente: los padres son los que regalan a sus hijos el día
de Reyes.
-
¿Entonces es verdad?, dijo el niño con ojos llorosos. ¡Me habéis engañado!
-
No, mira, nunca te hemos engañado, si es verdad que existieron los Reyes Magos
y la Iglesia Católica festeja el día 6 de Enero, el día de la Epifanía o la
Adoración de los Reyes Magos, aunque ahora, en los tiempos que vivimos, se
acostumbra a regalar a los niños por Navidad, para que disfrutan durante las
vacaciones de estos regalos.
-
Entonces, no lo entiendo abuelo.
-
Escucha esta historia que te voy a contar, porque ha llegado el momento, de que
yo te explique y que tú la puedas comprender.
Ansioso
de escuchar cualquier cosa, que le sacase de la duda, pone toda la atención, en
lo que le dice su abuelo.
-
Los que vivieron en aquella época, cuentan que los tres Reyes Magos,
acompañados de todos sus pajes, llegaron a Belén. El Rey Gaspar, dicen que
partió de Europa, El Rey Melchor lo hizo de Asia, y el Rey Baltasar de África.
Guiados
por una estrella, los condujo a Belén, hasta el establo donde encontraron el
pesebre, con el Niño Jesús, el Hijo de Dios. Postrándose ante el Niño que había
nacido. Le obsequiaron con regalos en prueba de amor y respeto y cuentan que el
Niño se puso muy contento y feliz, motivo por el cual, los Reyes Magos,
acordaron que desde aquel día, todos los niños de mundo que nacieran,
recibirían regalos, para que estuvieran contentos y felices, como el Niño
Jesús, y así conmemorar la Navidad. Dicen que el Rey Gaspar, comentó, a Melchor
y Baltasar:
-
Yo creo, que hay una dificultad muy grande, para llevar a cabo este evento.
¿Cómo podemos llegar a todos los niños? Con lo grande que es la tierra.
-
Pues tenemos que solucionar este problema, dice Melchor.
Después
de varios días de pensar los tres Reyes Magos, Baltasar se reúne con Gaspar y
Melchor y les comenta que él ya tiene una solución.
-
¿Cuál es?, pregunta Melchor.
-
Nombrar “pajes de honor” a los padres de todos los niños y qué mejor que éstos,
para conocer los regalos que quieren sus hijos.
-
Yo, creo que estás en lo cierto, dice Gaspar, pero yo también quiero poner una
condición.
-
Venga esa condición, contestan a la vez Melchor y Baltasar.
-
Que cuando los niños sean mayores, y conozcan la verdad, sean éstos, los que
hagan regalos a sus padres.
-
De acuerdo, contestaron Melchor y Baltasar.
-
Pues como Reyes Magos que somos, proponemos y ordenamos, a todos los ciudadanos
del mundo, que a partir del día de hoy, se cumpla nuestro mandato.
Manuel,
que estaba ensimismado, con la historia que le estaba contando su abuelo, le
contesta:
-
Ahora si lo entiendo abuelo, gracias por habérmelo contado.
El
frío de la tarde se hacía más patente, pero a Manuel, eso no le importaba, solo
quería estar con su abuelo, él si sabía explicarme bien las cosas.
-
¡Te quiero mucho abuelo!
Eso
espero, que me quieras mucho, por lo menos, como yo a ti.
Nada
más llegar a casa, sin más explicaciones, sube a su habitación, donde guarda la
hucha, en la cual sabe que su abuelo le mete dinero todos los domingos. La
coge, baja al salón y delante de todos la rompe, saca el dinero, lo cuenta y
dice a sus padres:
-
¿Qué queréis que os regale?
Juan
y Merche, no salen de su asombro, miran a su padre y este con un gesto,
poniendo el dedo sobre sus labios, para que no dijeran nada. Manuel, dice a sus
padres.
- Me ha dicho el abuelo que ya soy mayor y
estas Navidades tengo que haceros un regalo.
Y
una vez más, le dice a su abuelo:
-
¡Abuelo! ¡Te quiero mucho!
Salió
del salón corriendo y el abuelo aprovecha esta salida, para comentar a sus
hijos, la conversación que había mantenido con él, y ese, y no otro, ha sido el
motivo de romper la hucha.
Juan,
le dice a su padre:
-
Mira que tienes paciencia, pero me gusta que seas tú, el que le cuentes a tu
nieto estas cosas y que se lo hayas contado de esta forma y no se entere por
los niños del colegio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario