sábado, 5 de junio de 2021

Las “riquezas” del mundo rural

Un padre rico, queriendo que su hijo sepa lo que significa ser pobre, le hizo pasar unos días con una familia de campesinos.
El niño pasó 3 días y 3 noches en el campo.
De vuelta a la ciudad todavía en coche, su padre le preguntó:
- ¿Qué hay de tu experiencia?
- Bueno, ¡ha resultado estupenda! -respondió el niño.
- ¿Aprendiste algo?
- Sí, mucho: Nosotros tenemos un perro y ellos tienen cuatro. Que tenemos una piscina con agua tratada que no es más grande que dos dormitorios; ellos tienen un río, con agua cristalina, peces y otras cosas buenas. Que tenemos luz eléctrica en nuestro jardín, pero ellos tienen estrellas y luna para iluminarles. Que nuestro jardín llega hasta la valla; el suyo, hasta el horizonte. Que compramos nuestra comida; ellos la cultivan, la cosechan y la cocinan. Que escuchamos CDs... ellos escuchan una sinfonía continua de pajarillos, grillos y otros animales... todo esto, a veces acompañado del canto de un vecino que trabaja la tierra. Nosotros usamos el microondas; ellos lo que cocinan lo hacen a fuego lento. Que nosotros, para protegernos, vivimos rodeados de vallas con alarma; ellos viven con las puertas abiertas, protegidas por la amistad de sus vecinos. Que vivimos conectados al teléfono, al ordenador y a la televisión; ellos están relacionados con la vida, el cielo, el sol, el agua, los campos, los animales, sus sombras y sus familias.
El padre se quedó muy impresionado con los sentimientos de su hijo. Finalmente, el hijo concluye:
- ¡Gracias, papá, por enseñarme lo pobres que somos!

Cada día nos volvemos más pobres porque ya no vemos la riqueza de la naturaleza!

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