viernes, 24 de septiembre de 2021

Oración a santa María de nuestra Liberación

Pedro Casaldáliga

María de Nazaret, esposa prematura de José el carpintero,
aldeana de una colonia siempre sospechosa,
campesina anónima de un valle del Pirineo,
rezadora sobresaltada de la Lituania prohibida,
indiecita masacrado de El Quiché, favelada de Río de Janeiro,
negra segregada en el Apartheid, harijan de la India,
gitanilla del mundo; obrera sin cualificación,
madre soltera, monjita de clausura; niña, novia, madre, viuda, mujer.
Cantadora de la Gracia que se ofrece a los pequeños,
porque sólo los pequeños saben acogerla;
profetisa de la Liberación que solamente los pobres conquistan,
porque sólo los pobres pueden ser libres:
queremos crecer como tú, queremos orar contigo,
queremos cantar tu mismo Magníficat.
Enséñanos a leer la Biblia -leyendo a Dios-
como tu corazón la sabía leer,
más allá de la rutina de las sinagogas
y a pesar de la hipocresía de los fariseos.
Enséñanos a leer la Historia
-leyendo a Dios, leyendo al hombre- como la intuía tu fe,
bajo el bochorno de Israel oprimido,
frente a los alardes del Imperio Romano.
Enséñanos a leer la Vida -leyendo a Dios, leyéndonos-
como la iban descubriendo tus ojos, tus manos, tus dolores, tu esperanza.
Enséñanos aquel Jesús verdadero,
carne de tu vientre, raza de tu pueblo, Verbo de tu Dios;
más nuestro que tuyo, más del pueblo que de casa,
más del mundo que de Israel, más del Reino que de la Iglesia.
Aquel Jesús que, por el Reino del Padre,
se arrancó de tus brazos de madre y se entregó a la muchedumbre,
solo y compasivo, poderoso y servidor, amado y traicionado,
fiel ante los sueños del Pueblo, fiel contra los intereses del Templo,
fiel bajo las lanzas del Pretorio, fiel hasta la soledad de la muerte
Enséñanos a llevar ese Jesús verdadero
por los callados caminos del día a día, junto a la prima Isabel,
y a la faz de nuestros pueblos abatidos
que, a pesar de todo, Lo esperan.

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