domingo, 20 de marzo de 2022

El árbol de la mentira

La Verdad y la Mentira se pusieron a vivir juntas una vez y, pasado cierto tiempo, la Mentira, que es muy inquieta, le propuso a la Verdad plantar un árbol para que les diese fruta y poder disfrutar de su sombra en los días más calurosos. La Verdad, que no tiene doblez y se conforma con poco, aceptó la propuesta.
Cuando el árbol estuvo plantado y empezó a crecer frondoso, la Mentira propuso a la Verdad que se lo repartieran entre las dos, cosa que agradó a la Verdad. La Mentira, dándole a entender con razonamientos bien construidos que la raíz mantiene al árbol, le da vida y, por ello, es la mejor parte y la de mayor provecho, aconsejó a la Verdad que se quedara con las raíces, que viven bajo tierra, En tanto, ella se contentaría con las ramitas que aún habían de salir y vivir por encima de la tierra, lo que sería un gran peligro, pues estarían a merced de los hombres, que podrían cortarlas o pisarlas, algo que también podrían hacer los animales y las aves. Además, le dijo que los grandes calores podrían secarlas, y quemarlas los grandes fríos; por el contrario, las raíces no estarían expuestas a estos peligros.
Al oír la Verdad todas estas razones, como es bastante crédula, confiada y no tiene malicia alguna, se dejó convencer por la Mentira; creyó que era cierto lo que le decía.
La Verdad se metió bajo tierra para vivir, pues allí estaban las raíces, que ella había elegido, y la Mentira permaneció encima de la tierra, con los hombres y los demás seres vivos.
Y como la Mentira es muy zalamera, en poco tiempo se ganó la admiración de la gente, porque su árbol comenzó a crecer y a echar grandes ramas y hojas que daban fresca sombra; también nacieron en el árbol flores muy hermosas, de muchos colores.
Al ver un árbol tan hermoso, muchas personas empezaron a reunirse junto a él muy contentas; gozaban de su sombra y de sus flores; la mayoría de la gente permanecía allí, e incluso quienes vivían lejos recomendaban el árbol de la Mentira por su alegría, sosiego y sombra fresca.
Así, la Mentira se sentía muy honrada y era muy considerada por quienes buscaban siempre su compañía; al que menos se acercaba a ella y menos sabía de sus artes, todos lo despreciaban, e incluso él mismo se descalificaba.
Mientras esto le ocurría a la Mentira, que se sentía muy feliz, la triste y despreciada Verdad estaba escondida bajo la tierra, sin que nadie supiera de ella ni quisiera para ir a buscarla. Viendo la Verdad que no tenía con qué alimentarse, sino con las raíces de aquel árbol que la Mentira le aconsejó tomar como suyas, y a falta de otro alimento, se puso a roer y a cortar para su sustento las raíces del árbol de la Mentira. Aunque el árbol tenía ramas gruesas y hojas que daban mucha sombra, no llegaron a dar fruto, pues fueron cortadas todas sus raíces para alimentarse la Verdad.
La Mentira estaba a la sombra de su árbol con todas las personas que aprendían sus artimañas, de pronto, se levantó viento y movió el árbol que, como no tenía raíces cayó derribado sobre la Mentira, a la que hirió y rompió varios huesos, sus acompañantes, también resultaron malheridos.
Entonces, por el agujero que había dejado el tronco, salió la Verdad, que estaba escondida, y cuando llegó a la superficie vio que la Mentira y todos los que la acompañaban estaban maltrechos. Habían recibido gran daño por haber seguido el consejo de la Mentira.

La Mentira tiene ramas muy grandes y sus flores, que son sus palabras, pensamientos o halagos son muy agradables y gustan mucho, pero son efímeros y nunca llegan a dar buenos frutos.
Aunque muchas veces en nuestros tiempos la verdad sea menospreciada, abrázate a ella. La verdad siempre te hará libre.

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