jueves, 24 de marzo de 2022

Sembrando mangos

Un anciano pobre se dedicaba a sembrar árboles de mango. Un día se encontró con un joven que le dijo:
- ¿Cómo es que a su edad se dedica a plantar mangos? ¡Tenga por seguro que no vivirá lo suficiente para comer sus frutos!
El anciano respondió apaciblemente:
- Toda mi vida he comido mangos de árboles plantados por otros. ¡Que los que yo planto rindan frutos para quienes me sobrevivan!
Continuando con su explicación, el sembrador sentenció:
- Habitamos en un universo en el que todo y todos tienen algo que ofrecer: los árboles dan, los ríos dan, la tierra, el sol, la luna y las estrellas dan. ¿De dónde, pues, esa ansiedad por tomar, recibir, amasar, juntar, acumular sin dar nada a cambio?
Todos podemos dar algo, por pobres que seamos. Podemos ofrecer pensamientos agradables, dulces palabras, sonrisas radiantes, conmovedoras canciones, una mano firme y tantas otras cosas que alivien a un corazón herido. Yo he decidido dar mangos, para que otros, que vengan después que yo, los disfruten.
Y tú jovencito, preguntó el anciano, ¿has pensado en lo que quieres dar?”

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