domingo, 21 de mayo de 2023

El Muñeco de Sal

Había una vez un muñeco de sal que había salido de una ola del mar. El muñeco de sal había oído decir que en la ciudad las personas hacían lo que querían y que eran muy felices. Comenzó a aventurarse en tierras lejanas del mar y las olas. Tuvo una cierta decepción porque se dio cuenta que las cosas no eran del todo como se las había imaginado porque las personas también hacían daño a otras personas, y hasta los niños se peleaban. Pasó mucho tiempo y después de tanto peregrinar llegó hasta el mar.
- El muñeco de sal le preguntó: «¿Tú quién eres?»
- Y el mar le respondió: «Soy el mar».
- El muñeco de sal volvió preguntar: «¿Y qué es el mar?».
- Y el mar contesto: «Soy yo».
- «No entiendo», dijo el muñeco de sal, «pero me gustaría mucho entenderte. ¿Qué puedo hacer?»
- El mar simplemente le dijo: «Tócame».
Entonces el muñeco de sal, tímidamente, tocó el mar con la punta de los dedos del pie y notó que aquello empezaba a ser comprensible, pero luego se dio cuenta de que le habían desaparecido las puntas de los pies.
- «¡Uy, mar, mira lo que me has hecho!».
- Y el mar le respondió: «Tú me diste algo de ti y yo te di comprensión. Tienes que darte todo para comprenderme todo».
Y el muñeco de sal comenzó a entrar lentamente mar adentro, despacio y solemne, como quien va a hacer la cosa más importante de su vida. A medida que iba entrando, iba también diluyéndose y comprendiendo cada vez más al mar, hasta que una ola lo cubrió por entero. En el último momento, antes de diluirse en el mar, todavía pudo decir:
- «Soy yo el mar».
El muñeco de sal se desapegó de todo y ganó todo: el verdadero yo, su identidad profunda, su felicidad.

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