martes, 21 de mayo de 2024

Cómo se inventó el bolígrafo

Un buen día en Hungría, el periodista László József Bíró descansaba en el banco de un parque sin parar de dar vueltas a su cabeza. Odiaba su pluma para escribir ya que, por su trabajo, tenía que escribir mucho y no le gustaba que la tinta tardara tanto en secarse. Un día se fijó que la tinta de la imprenta secaba muy rápido y experimentó con ella en su pluma, pero se atascaba con mucha frecuencia.
Pero Bíró quería resolver su problema. Tenía la solución: un rodillo miniatura, como el de la imprenta, pero faltaba algo. Distraído en sus pensamientos, se fijó en unos niños que jugaban a la pelota cerca de donde estaba sentado.
Ahí surgió la solución: la pelota rodó hacia un charco. Al salir del charco, mojada por el agua, dejó una huella líquida en el suelo. Entonces Bíró se dio cuenta que tenía que diseñar su pluma con una punta redonda que se cargara de tinta al rodar.
Así, patentó su diseño en 1938. Poco después, fue visto en un hotel por Agustín Justo, el presidente de Argentina, y le llamó la atención el peculiar invento. El presidente lo invitó a su país para perfeccionar y comercializar a mayor escala su pluma, ofrecimiento que Bíró aceptó.
Biró perfeccionó su invento en Argentina y tras la Guerra obtuvo éxito mundial. Vendió la patente a BIC y su concepto de "punta de bola" se extendió a otros ámbitos, como el desodorante de roll-on.
Hoy, su invento no falta en casas y oficinas. Bolígrafo, boli, lapicero, fue creado por un periodista inventor mientras miraba a unos niños jugar a la pelota.

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