San Agustín
Tarde te amé, belleza infinita, tarde te amé,
tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva.
Señor, Tú estabas dentro de mí, pero yo estaba fuera.
Deforme como era, guardaba la belleza del Creador.
Estabas conmigo y en cambio, Señor, no estaba contigo.
Tus criaturas me tenían lejos, lejos de Ti.
Tú me llamaste y aquella voz tuya rompió mi sordera.
Tú clamaste y fue disipada mi ceguera.
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