martes, 21 de noviembre de 2017

Las tres preguntas del Emperador

Resumen de un cuento de Leon Tolstoi

Un día se le ocurrió al emperador que si supiera las respuestas a tres preguntas, nunca se equivocaría al tomar decisiones. Las preguntas eran:
¿Cuándo es el mejor momento para hacer algo? 
¿Quiénes son las personas más importantes con las que debo trabajar? 
¿Cuál es el tema más importante del que debo ocuparme en cada momento?
Por supuesto que convocó a todo aquel que tuviera algo que decir sobre el tema, prometiendo riquezas múltiples para aquel cuya respuesta fuera la más convincente.
A la primera pregunta respondieron que lo mejor sería hacer un programa y seguirlo al pie de la letra; otro dijo que era vano seguir ningún programa y que debía estar atento y decidir en cada momento que era lo más importante; otro dijo que lo practico era rodearse de un comité de sabios que en cada momento decidirían qué hacer y cuándo hacerlo; otro dijo que lo útil era resolver cada cosa según se presentaba sin mayor dilación.
A la segunda pregunta también hubo respuestas variadas, alguien hablo de confianza en los administradores, otro dijo que los más importantes eran los monjes y sacerdotes, e incluso hubo quien le recomendó confiar solo en los guerreros.
A la tercera pregunta algunos dijeron que lo más importante era la ciencia, otros que la religión, y otros la destreza militar.
Lo cierto es que ninguna de estas respuestas satisfizo al emperador.
Un día de caza y por casualidad encontró en lo más recóndito de un bosque a un ermitaño que estaba cavando su huerto. El emperador pensó que nada perdía si le hacia las famosas preguntas al ermitaño. El ermitaño escuchó las tres preguntas y sin contestar le dio unas palmaditas al emperador y siguió cavando. El emperador al ver que el ermitaño era un anciano él dijo: 
- Debes estar cansado, déjame que te eche una mano. 
El emperador empezó a cavar. Después de cavar un buen rato el emperador volvió a hacerle las preguntas. El ermitaño le dijo:
- Debes de estar cansado, ahora seguiré yo. 
- No piensas contestarme, dijo el emperador.
A lo cual el ermitaño dijo: ¿No oyes como alguien se queja? 
Y en ese mismo instante apareció un hombre malherido. Ante aquello el emperador y el ermitaño intentaron curar a aquel hombre hasta que la hemorragia se detuvo. Aquel hombre les contó que era un asesino mandado por un enemigo del emperador, con la única finalidad de acabar con su vida, pero no lo había encontrado y los soldados lo habían herido.
A la mañana siguiente, el emperador volvió a preguntarle al ermitaño. Este le dijo que sus preguntas ya habían sido contestadas.
- Pero ¿cómo?, dijo el emperador.
- Ayer si no te hubieses apiadado de mi edad y me hubieras ayudado, tu enemigo te habría matado. Por tanto el tiempo más importante fue cuando estuviste cavando los surcos, la persona más importante era yo, y la tarea principal ayudarme. Más tarde cuando el asesino malherido llegó hasta aquí el tiempo más importante fue cuando vendaste la herida, pues sin ello habría muerto y no te hubieras reconciliado con él; él era la persona más importante y la tarea ocuparte de su herida. Recuerda que solo hay un momento importante: el ahora, el presente es el único momento de que disponemos. La persona más importante es siempre aquella con la que estas, la que tienes ante ti y la tarea más importante es hacer que la persona que está junto a ti sea feliz.

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