lunes, 29 de enero de 2018

Predicar con el ejemplo

Un día apareció en el periódico el siguiente anuncio: «¡Adelgace en quince días sin dejar de comer, sin medicamentos, sin molestias! Garantizado». Firmado Luci.
Y Dorinda, con unos cuantos kilos de más, acudió a inscribirse inmediatamente. Ya en la sala de espera, Dorinda pudo ver, al entreabrirse la puerta de la sala de tratamiento, a la tal Luci.
- ¿Esa señora es Luci? -preguntó al oído de la vecina de asiento.
- ¡Esa es! -contestó.
- iSanto Dios! ¿y cuánto pesa? -preguntó de nuevo.
- Dicen que 110 kilos -contestó la vecina.
Dorinda se dirige rápidamente a la recepcionista y le dice:
- Perdón, ¿quiere usted borrarme de la lista de espera?
- No se impaciente. Le va a tocar ya, señora -le aclaró la joven.
- Me siento un poco mal; otro día volveré -le dijo Dorinda.
Pero no regresó jamás.

La gente, más que fijarse en palabras, se fija en cómo es el que las dice. Cuando una persona no es lo que les pide a otros que sean, las palabras más verdaderas se convierten en falsas. 

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