viernes, 23 de marzo de 2018

El hombre y la piedra

En cierta ocasión, un maestro de sabiduría dijo:
Los seres humanos son como aquellas piedras que van en la corriente de un río tratando de llegar al océano grande; comienzan su andar desde el punto en que se inicia la corriente, cuando empiezan son toscas, tienen picos, son deformes, nadie les encuentra belleza alguna. Sin embargo, al ir en la corriente, el movimiento y la fuerza del agua las va limando, las va puliendo, hasta que finalmente llegan a donde la corriente es tranquila y suave, entonces las piedras toscas ya se pulieron, están redonditas y brillantes y todos las quieren coleccionar. Sin embargo aun no están acabadas, siguen siendo piedras y algún día mostrarán toda la belleza que guardan.
Así es la persona. En la corriente de la vida, se encuentra con seres humanos que con sus picos, con sus defectos aparentemente lastimará al que va al lado de él en la corriente. Sin embargo ese aparente roce doloroso, solo es una manera de pulir aquel pico que sobresale y el rozamiento solo es el medio para que cuando lleguemos donde la corriente es serena, mostremos la belleza que guardamos. Sin embargo aún seguimos siendo seres humanos y algún día mostraremos la verdadera belleza que cada quien lleva.
Porque solo cuando aprendemos a mirarnos así, encontramos que Dios nos mira igual a todos como piedras que necesitan ser pulidas y en esa necesidad de ser limados, nos involucra todos.

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