Cuenta una
leyenda que un artista quiso pintar la cosa más bella. Abandonó su hogar en
busca de motivos, escenas, valores maravillosos.
Le preguntó
a una novia sobre el valor más hermoso y hablaron del amor.
Se dirigió a
un soldado, que venía de la guerra y conversaron sobre la paz.
Se encontró
con una religiosa y hablaron sobre su fe.
Pero no
halló exactamente lo que buscaba. Con una pizca de desilusión regresó a su
casa, donde fue acogido efusivamente. Al joven artista se le abrieron los ojos.
En su familia encontró el ideal, la inspiración, el escenario que buscaba.
A la pregunta a cuál de sus hijos quería más, una madre saharaui
contestó: “al pequeño hasta que crezca, al enfermo hasta que se cure, al
viajero hasta que regrese”.
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