martes, 30 de abril de 2019

La actitud interior lo es todo


Samuel era el tipo de persona que te encantaría envidiar. Siempre estaba de buen humor y siempre tenía algo positivo que decir. Cuando alguien le preguntaba cómo le iba, él respondía:
- Para poder estar mejor tendría que ser mi gemelo.
Era el gerente de un restaurante único, porque tenía varias camareras que lo habían seguido de restaurante en restaurante. La razón por la que las camareras seguían a Samuel era por su actitud interior. Era un motivador natural. Si un empleado tenía un mal día Samuel estaba allí para decirle cómo ver el lado positivo de la situación. Ver este estilo de persona realmente me causó curiosidad, así que un día fui a buscar a Samuel, y le pregunté:
- No lo entiendo... No es posible ser una persona tan positiva todo el tiempo... ¿Cómo lo haces?
Samuel respondió:
- Cada mañana me despierto y me digo a mí mismo: ¡Samuel, tienes dos opciones hoy! Puedes escoger estar de buen humor o puedes escoger estar de mal humor. Elijo estar de buen humor. Cada vez que sucede algo malo puedes escoger entre ser una víctima o aprender de ello. Cada vez que alguien viene a mí para quejarse, puedo aceptar su queja o puedo señalarle el lado positivo de la vida. Elijo el lado positivo de la vida.
- Sí, claro. Pero no es tan fácil -contesté.
- ¡Sí, lo es!, dijo Samuel, cuando quitas todo lo demás, todo en la vida es cosa de elegir. Cada situación es una elección. Tú eliges cómo reaccionar en cada situación. Tú eliges cómo la gente afectará a tu estado de ánimo. Tú eliges estar de buen humor o de mal humor. En resumen: «Tú eliges cómo vivir la vida.»
Reflexioné en lo que Samuel me dijo. Poco tiempo después, dejé la sección de los restaurantes para iniciar mi propio negocio. Perdimos el contacto, pero cuando tenía que hacer una elección en la vida, con frecuencia seguía el ejemplo de Samuel en vez de reaccionar contra ella.
Varios años más tarde me enteré que Samuel cometió el error de dejar la puerta trasera del restaurante abierta una mañana y fue asaltado por tres ladrones armados. Mientras le forzaban para que abriera la caja fuerte sus dedos, temblando por el nerviosismo, resbalaban en las combinaciones. Los asaltantes sintieron pánico y le dispararon. Con mucha suerte, Samuel fue encontrado relativamente pronto y llevado a urgencias del hospital. Después de dieciocho horas de quirófano y semanas de rehabilitación intensiva, Samuel fue dado de alta, teniendo fragmentos de bala en el cuerpo.
Me encontré con Samuel seis meses después del accidente. Cuando le pregunté cómo estaba, me respondió:
- Para poder estar mejor tendría que ser mi gemelo.
Le pregunté qué pasó por su mente en el momento del asalto. Contestó:
- Lo primero que vino a mi mente fue que debí haber cerrado la puerta con llave. Cuando estaba tirado en el suelo, recordé que tenía dos opciones: podía elegir vivir o podía elegir morir. Elegí vivir.
- ¿No sentiste miedo?, le pregunté.
- Los médicos fueron geniales, continuó Samuel, no dejaban de decirme que todo iba a salir bien. Pero cuando me llevaron al quirófano y vi las expresiones en las caras de médicos y enfermeras, realmente me asusté. Podía leer en sus ojos: «Es hombre mueeeerto...» Supe entonces que debía tomar una decisión.
- ¿Qué hiciste?, pregunté.
- Bueno, uno de los médicos me preguntó si era alérgico a algo, y respirando profundamente grité: ¡Sí, a las balas! Mientras reían, les dije: ¡señores, estoy escogiendo vivir! Opérenme como si estuviera vivo, no muerto.

Samuel vivió por la pericia de los médicos, pero sobre todo por su asombrosa actitud interior.
Aprendí que cada día tenemos plenamente la elección de vivir.
La actitud interior, finalmente, lo es todo.

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