miércoles, 17 de junio de 2020

¡Quédate con nosotros, Señor!

Cuando nos lavamos las manos y seguimos a lo nuestro,
dejando en el suelo al hermano caído… ¡Quédate, Señor!
Cuando el descanso y el ocio -claro, tan merecido- invaden todo,
y no dejan tiempo ni para ti ni para los otros… ¡Quédate, Señor!
Cuando nuestras entretenidas y sabias televisiones
convierten por su morbo en aburrida y repetitiva tu palabra… ¡Quédate, Señor!
Cuando nuestras mesas son más sabrosas que la Mesa de la Eucaristía…
¡Quédate con nosotros, Señor!
En el enfermo, en los mayores prisioneros en su piso sin ascensor…
¡Quédate, Señor!
En el hogar estable, en los esposos fieles, en los hijos que crecen con esperanza…
¡Quédate, Señor!
En los niños con mil horas para estar solos, sin la palabra cariñosa de sus papás…
¡Quédate, Señor!
En la escuela que no educa, en la iglesia que no canta,
en los locales “religiosos” que no acogen… ¡Quédate, Señor!
Quédate con nosotros, Señor. Que no sabemos a dónde vamos.
Ven y sé tú nuestro camino. Ven y acompáñanos.
Ven, que también nosotros necesitamos escuchar la Buena Noticia: YO ESTOY CON VOSOTROS.

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