jueves, 22 de junio de 2017

La familia del pan y del queso

Una familia del este de Europa decidió emigrar a América. Sus familiares y amigos se reunieron para despedirles y como regalo de despedida les dieron pan y queso. Eran pobres como ellos y no podían ofrecerles nada más. La familia reunió pan y queso suficientes para que les durara durante toda la travesía.
Viajaron en un viejo barco de vapor recluidos en su camarote durante todo el viaje para no malgastar sus pocos ahorros. Todas sus comidas consistían en pan y queso. La víspera del desembarco, el más pequeño de los hijos, un muchacho de nueve años, suplicó insistentemente a su padre que le dejara salir para comprarse una manzana, estaba ya enfermo de tanto pan y queso. El padre después de regañarle y, de mala gana, le dio una moneda para que subiera a cubierta y se comprara la manzana. Y le ordenó que volviera inmediatamente al camarote.
El muchacho salió, el tiempo pasaba y no regresaba, su padre preocupado por la tardanza fue en su búsqueda. Lo buscó en el comedor del barco y cual no fue su sorpresa al verle comiendo una cena suculenta. Pensando en el gasto, se indignó y empezó a echarle una reprimenda.
El muchacho se levantó y le dijo: 
- Papá es todo gratis. Lo podíamos haber comido todos los días. La comida está incluida en el pasaje.

Como en la historia del pan y del queso, muchos cristianos corren el riesgo de encerrarse en sus devociones: sus rezos, sus novenas, su grupo… y no enterarse de que hay un alimento gratis y más importante para la vida cristiana que todas las devociones: El Cuerpo de Cristo.

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