domingo, 18 de junio de 2017

Gracias por hacerte pan y vino

 José María Fernández Nieto

Señor, cuanto agradezco que me digas
lo que me dices, sin decir, callado,
derramando tu Amor sacramentado,
como el sol se derrama en las espigas.
Qué júbilo, Señor, que me bendigas
como la lluvia, que bendice al prado,
y que de rosas hayas enjambrado
mi corazón de cardos y de ortigas.
Señor, cuanto agradezco que me ames
como si fuera yo el único amado
y Tú el único amor que hay en mi vida.
Que en vino generoso te derrames,
que te me des en pan recién cortado,
que me ames tan sin peso y sin medida.


¡Que Dios viene por la calle! 
Antonio y Carlos Murciano
Que viene por la calle Dios, que viene
como de espuma o pluma o nieve ilesa;
tan azucenamente pisa y pesa
que sólo un soplo de aire lo sostiene.
Otro milagro, ¿ves? Él, que no tiene
ni tamaño ni límites, no cesa
nunca de recrearnos la sorpresa
y ahora en un arco de aire se contiene.
Se le rinde el romero y se arrodilla;
se le dobla la palma ondulante;
las torres en tropel campaneado.
Dobla también y rinde tu rodilla,
hombre, que viene Cristo caminante
-poco de pan, copo de pan- pasando.

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