domingo, 18 de junio de 2017

Dios es un terrón de azúcar

Una profesora preguntó a sus alumnos:
- ¿Cómo sabemos que Dios existe? 
Cada uno fue dando su propia respuesta. Pero la profesora seguía insistiendo como si no estuviese satisfecha con las respuestas. Queriendo echarles una mano añadió:
- Y ¿cómo saber que Dios existe si ninguno lo hemos visto? 
Todos se quedaron callados. Para los niños lo que no se ve o se toca no existe. Hasta que un pequeño que era muy reservado, levantó la mano y, tímidamente, respondió:
- Señorita. Dios es como el azúcar. Mi madre me ha dicho que DIOS ES COMO EL AZÚCAR en el tazón de leche que ella me prepara todas las mañanas. Yo no veo el azúcar que está dentro de la taza con la leche, pero si la leche no tiene azúcar se queda sin sabor. 
- Dios existe, y está siempre en el medio de nosotros, solo que no lo vemos. Yo quería enseñaros y sois vosotros quienes me habéis enseñado a mí. Ahora sé que Dios es nuestro azúcar en la vida. 
La profesora, emocionada, le felicitó y le dio un beso.

¿A alguien de nosotros se le ocurriría definir a Dios como una cucharada o un terrón de azúcar? Seguro que nosotros daríamos una definición de Dios mucho más técnica y científica.
Estoy seguro que aquella mamá no entendía mucho de teología, pero sí tenía algo que es fundamental cuando se trata de hablar de Dios. Hablaba no del Dios que se nos explica con ideas, sino del Dios que ella experimentaba en su corazón.

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