lunes, 12 de febrero de 2024

¿Usted cree en eso?

Un joven universitario se sentó en el tren frente a un señor de edad, que estaba rezando el rosario. El muchacho, con la arrogancia de la juventud y la pedantería de la ignorancia, le dice:
- Parece mentira que todavía crea usted en esas antiguallas...
- "Así es. ¿Tú, no?", le respondió el anciano.
- iYo! -dice el estudiante lanzando una estrepitosa carcajada-. Créame: tire ese rosario por la ventanilla y aprenda lo que dice la ciencia.
- ¿La ciencia? -preguntó el anciano con sorpresa-. Yo no lo entiendo así. ¿Tal vez tú podrías explicármelo?
- Deme su dirección -replica el muchacho, haciéndose el importante y en tono protector-, que le puedo mandar algunos libros que le podrán ilustrar.
El anciano saca de su cartera una tarjeta de visita y se la alarga al estudiante, que lee asombrado: "Louis Pasteur. Instituto de Investigaciones Científicas de París".
El pobre estudiante se sonrojó y no sabía dónde meterse. Se había ofrecido a instruir en la ciencia al que, descubriendo la vacuna contra la rabia, había prestado con su ciencia uno de los mayores servicios a la humanidad.

Pasteur, el gran sabio que tanto bien hizo a los hombres, no ocultó nunca su fe ni su devoción a la Virgen. Y es que tenía, como sabio, una gran personalidad y se consideraba consciente y responsable de sus convicciones religiosas.

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