Cuenta una vieja historia que cuando una
persona lo pasa mal y sufre en silencio, un ángel cambia las felicidad celestial
por la luz del sol terrenal y va a visitarle, calmando su dolor en un cálido
abrazo con sus blancas alas.
Dicen que Marcelino podía volar, incluso alguno
comentaba haberle visto hacerlo. Pero nada más lejos de la realidad, ya que
Marcelino era un hombre con los pies en el suelo. Aunque eso sí, con un gran
corazón que le hacía estar junto a la gente que le necesitaba. Todos sabían que
podían contar con él. Cuando alguien del pueblo tenía un problema o estaba mal,
siempre iba a hablar con Marcelino, ya que éste tenía el don de saber escuchar.
Hacía un poco las labores de sacerdote y sicólogo del pueblo.
Aunque era un hombre mayor, sus principales
amigos eran los niños, con los cuales tenía una especial relación mezcla de
diversión y complicidad, era como su hermano mayor.
Como Marcelino siempre estaba ayudando y dando,
muchos le preguntaban si él estaba mal o sufría alguna vez. A lo que contestaba
que era ayudando y escuchando a los demás como mejor se sentía.
Pero un día Marcelino enfermó y nadie fue a
verle, sólo los niños se acercaron a su casa para hacerle compañía. Los adultos
decían que estaban muy ocupados con sus problemas y no tenían tiempo. A los
síntomas de su enfermedad se unió la tristeza de su corazón al ver que nadie
quería estar a su lado cuando más lo necesitaba. El médico llegó a temerse lo
peor. Pero en esos momentos oscuros, Marcelino se dio cuenta que la mejor forma
que tenía en aquellas circunstancias de ayudar a los demás, era ayudarse a sí
mismo y recuperarse lo antes posible. Y fue este pensamiento elevado el que
hizo que sanase, ya que entendió que el sentido de su vida era darse sin
esperar nada a cambio.
Pero un día Marcelino desapareció sin decir
nada. Nadie entendió por qué se había ido ni a dónde y empezaron a darse cuenta
que quizás no habían sabido corresponder a su atención y cariño con la misma
moneda. ¿Quién les escucharía ahora y estaría a su lado en los malos momentos?
Quizás tendrían que empezar ellos mismos a apoyarse entre sí. Quizás no se
habían dado cuenta que el que Marcelino se fuera había sido la prueba más
difícil para él, al permitirles a ellos mismos ser también ángeles.
Dicen que Marcelino podía volar, incluso
algunos niños comentaron haberle visto hacerlo.
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