viernes, 23 de agosto de 2019

Tener fe -1-

Tener fe es ACEPTAR lo que Dios permite en nuestra vida
aunque no lo entendamos, aunque no nos guste.
Si tuviéramos la capacidad de ver el fin desde el principio tal como Él lo ve,
entonces podríamos saber por qué a veces conduce nuestra vida
por sendas extrañas y contrarias a nuestra razón y a nuestros deseos.
Tener fe es DAR cuando no tenemos, cuando nosotros mismos necesitamos.
La fe siempre saca algo valioso de lo aparentemente inexistente;
puede hacer que brille el tesoro de la generosidad
en medio de la pobreza y el desamparo,
llenando de gratitud tanto al que recibe, como al que da.
Tener fe es CREER en lugar de recurrir a la duda, que es lo más fácil.
Si la llama de la confianza se extingue,
entonces ya no queda más remedio que entregarse al desánimo.
Para muchos creer en nuestras bondades, posibilidades y talentos,
tanto como en los de nuestros semejantes,
es la energía que mueve la vida hacia grandes derroteros.
Pero todavía hay una forma mas elevada de creer:
Saber que nuestra vida está en las manos de Dios
y que Él es quien cuida de nosotros.
Tener fe es GUIAR, DIRIGIR nuestra vida,
pero no con la vista, sino con el corazón.
La razón necesita muchas evidencias para arriesgarse,
el corazón necesita sólo un rayo de esperanza.
Las cosas más bellas y grandes que la vida nos regala
no se pueden ver, ni siquiera palpar, sólo se pueden acariciar con el espíritu.
Tener fe es LEVANTARSE cuando se ha caído.
Los reveses y fracasos en cualquier área de la vida nos entristecen,
pero es más triste quedarse lamentándose en el frío suelo de la autocompasión,
atrapado por la frustración y la amargura.

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