Había un hombre que
era muy miedoso. Todo le daba miedo. Miedo de ladrones, de accidentes, de
contagios, de pérdidas, de catástrofes. No salía de sus miedos y no encontraba remedio
para su complejo. No dormía por las noches, y los insomnios comenzaban a hacer
presa en él. Hasta que sus amigos le recomendaron que visitara a un gurú
célebre por sus consejos y por su eficacia.
El hombre acudió a él
y el gurú le dio un remedio bien sencillo.
- Toma esta cajita,
le dijo, y llévala siempre atada al cuello. En ella hay un talismán poderoso
que te liberará de todos los miedos para siempre. Con ella vivirás tranquilo y
dormirás tranquilo. Tienes mi palabra y mi bendición.
El hombre tomó la
cajita, dio las gracias y se marchó.
Santo remedio.
Desaparecieron sus miedos. Sin embargo, a los pocos días, nuestro hombre volvió
a presentarse ante el gurú con rostro compungido.
- "Se me ha
vuelto a quitar el sueño, confesó, y me paso despierto toda la noche. No, ahora
no tengo ningún miedo gracias a la cajita y el talismán; pero ahora me ha
entrado el miedo de perder la cajita. Si la pierdo o me la roban, quedaré peor
que antes. ¿Qué puedo hacer?"
- "Puedes hacer
dos cosas, contestó el gurú. Te puedo dar otro talismán para quitarte el miedo
de perder el primer talismán. Pero entonces a los pocos días tendré que darte
un tercer talismán para perder el miedo de perder el segundo. Y así
sucesivamente. No te va a quedar sitio en el cuello para tanta cajita. El otro
remedio es que tomes sencillamente la primera cajita que te di y la abras.
¿Quieres hacerlo aquí mismo...?
El hombre tomó la
cajita y la abrió. Estaba vacía. Bastó una mirada al gurú para entenderlo todo.
Los miedos son
irracionales. Están sólo en la mente. Los quita el saber que no hace falta
talismán. A veces una cajita vacía vale más que una llena.
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